Porco Rosso
martes, 30 de abril de 2013
TU NOVIA ESTÁ LOCA de Enrique Urbizu - 1988 - ("Tu novia está loca")
Amaya, la joven y guapa directora de una agencia de publicidad, se siente atraída por un seductor actor que no deja de hacerle proposiciones y, además, las cosas con su novio Mikel últimamente están sólo regular. Mikel, sin embargo, se va a poner las pilas y no va a permitir que nadie le arrebate el amor de Amaya... Y se va a armar un buen lío.
Enrique Urbizu comenzó a despuntar con películas verdaderamente destacadas de forma tardía. Su carrera es de lo más irregular y curiosa: ha dirigido tres comedias (una es su comentado debut y las otras dos son dos obras de puro encargo que es mejor olvidar llamadas "Cómo ser infeliz y disfrutarlo" y "Cuernos de mujer" que de tan malísimas que son parece absolutamente increíble que estén en la filmografía de este autor), dos extraños thrillers con toques tan dramáticos como cómicos ("Todo por la pasta" y "Cachito") y sus tres últimos thrillers, las ya soberbias "La caja 507", "La vida mancha" y "No habrá paz para los malvados", que desde el año 2002 le han asentado como el director imprescindible que es. "Tu novia está loca" es su primera película y no tiene absolutamente nada que ver con su filmografía posterior ni en temas ni en estilo. Se trata de una comedia ligera de enredos variopintos muy propia de ese "género" (para algunos lo fue) conocido en la década de los ochenta en España como "Comedia madrileña". Urbizu debuta tras las cámaras y rueda bien pero sin personalidad (tampoco se le pide aquí dada la obra de la que se trata y dado que está todavía empezando a caminar en el cine) una clásica historia de trío amoroso que se va retorciendo cada vez más y más hasta acabar en un caos delirante. El estilo del filme es algo teatral, los personajes son simpáticos y algo rocambolescos, y los diálogos no son un alarde de inteligencia ni gracia pero tampoco disgustan. La trama está llevada con solvencia y los gags cumplen, aunque no sean el culmen de la comedia patria (tampoco lo pretenden), mientras que los actores resultan en todo momento muy graciosos, en especial el trío protagonista, compuesto por unos jóvenes Ana Gracia, Antonio Resines y Santiago Ramos y secundarios con chispilla como Guillermo Montesinos, María Barranco, Pepo Oliva, El Gran Wyoming, Alex Angulo o Marisa Paredes (reparto de caras muy conocidas hoy que resulta curioso ver unido casi quince años atrás).
"Tu novia está loca", exclusivamente recomendada para los completistas incansables de directores (como yo), no es una maravilla ni tampoco pretende serlo y es de agradecer su total falta de pretensiones. Hoy, el debut de Enrique Urbizu en la dirección está bastante olvidado y parte de su humor, basado en chistes y tópicos propios de su época, se ha quedado muy desfasado. Sí que resulta curioso que, en la España de 1988, en la cinta se sugiera abierta y alegremente un trío sexual y amoroso, sobre todo porque aunque los artistas de la Movida Madrileña y autores como por ejemplo Pedro Almodóvar, Vicente Aranda, Bigas Luna o Iván Zulueta en el cine llevaban rompiendo tabúes desde hacía más de diez años, "Tu novia está loca" es una película mucho más comercial y abierta a todos los públicos que, por ejemplo, las primeras y verdaderamente transgresoras obras de los mencionados directores.
lunes, 29 de abril de 2013
HANNA de Joe Wright - 2011 - ("Hanna")
Hanna es, a pesar de tener sólo dieciséis años, una asesina perfecta y llena de recursos que sabe salir viva de cualquier situación peligrosa. Entrenada por su padre, un hombre misterioso llamado Erik, en un remoto lugar de Finlandia, Hanna no sabe sin embargo establecer un contacto normal con personas normales y echa en falta una vida cotidiana como la que le correspondería a cualquier niña de su edad. Cuando sea enviada por su padre a una misteriosa misión, descubrirá que alguien la persigue tanto a ella como a su progenitor... Y también descubrirá una terrible conspiración relacionada con su pasado y con la vida normal que hasta ese momento se le ha negado.
En la carrera todavía corta de Joe Wright, "Hanna" es sn ninguna duda su película más "extraña", por llamarla de alguna manera, ya que se trata de una película de acción rodeada de dramas (dos adaptaciones "de época": "Orgullo y prejuicio" y la que todavía está en las salas "Anna Karenina"; un drama de amor metafílmico -"Expiación"- y un drama de superación -"El solista"-). "Hanna" se inscribe en esa cierta "línea" de su género que cada vez están practicando más autores renombrados y que se presenta más realista que las obras más habituales del referido género (valga la redundancia). La acción de estos filmes es más creíble y menos fantasiosa (aunque tenga sus momentos), las coreografías están menos sustendadas en los puros efectos especiales, los golpes son más contundentes, hay bastante menos humor (si es que lo hay) y los protagonistas sufren más que lo habitual mientras que presentan defectos humanos que los alejan de los clásicos héroes semi-perfectos y semi-infalibles. Sagas como la de Jason Bourne o la del nuevo James Bond que encarna Daniel Craig o películas como la reciente "Indomable" de Steven Soderbergh (protagonizada por la luchadora de artes marciales real Gina Carano) o la que ahora está en las salas "Una bala en la cabeza" de Walter Hill (con el cada vez mejor resucitado Sylvester Stallone) están, pienso, enmarcadas dentro de esta tendencia, así como parte del concepto de la trilogía de "Batman" de Christopher Nolan.
"Hanna", en manos de un director menos hábil, habría resultado ser una película bastante poco creíble cuando no incluso ridícula, porque narra la historia de una suerte de niña-James Bond que, educada por su padre (otro sucedáneo de James Bond), es una luchadora y asesina perfecta que maneja armas de todo tipo, que es una genio de la informática, que habla varios idiomas, que no se pierde en ninguna ciudad aunque sea desconocida y que sale con vida de cualquier situación peligrosa. La cosa es que la joven Saoirse Ronan está bastante creíble en su papel, frío pero con el toque de fragilidad que tiene una persona que sólo ha vivido para luchar y que no tiene ni idea de cómo entablar contacto humano (el tema de la búsqueda de una identidad y de una vida "normal" es el principal del filme). Y la acción es lo suficientemente realista para que la película transmita la credibilidad de la que hablamos. Por otra parte, la trama es lógica y, aunque contiene algún elemento y algún personaje rocambolesco (por otra parte creo que Wright también busca conseguir una atmósfera de cuento moderno), se sigue sin problemas y no resulta absurda. Y el desenlace, aunque tal vez es algo precipitado y deja a algún que otro personaje cerrado a la carrera, es coherente con lo expuesto anteriormente.
El filme está además sustentado en una muy buena banda sonora, en una estética ecléctica y bien fotografiada y su toque cosmopolita, a pesar de algún momento algo típico (especialmente los ambientados en España) funciona con solvencia y sin resultar excesivamente pretencioso. Finalmente, a Ronan la acompañan unos más que solventes Cate Blanchett, Eric Bana, Olivia Williams, Tom Hollander y Jason Isaacs.
domingo, 28 de abril de 2013
IDENTIDAD de James Mangold - 2003 - ("Identity")
En un solitario motel de carretera se encuentran de pura casualidad, durante una noche de tormenta, una actriz de Hollywood con su chófer, un policía que escolta a un peligroso presidiario, una prostituta, una joven pareja, un matrimonio con un niño pequeño y el recepcionista del lugar. Algo comienza a ocurrir: alguien empieza a asesinarlos de uno en uno y todos habrán de colaborar para descubrir quién es y pararle los pies. Mientras, en otra parte del país, un grupo de jueces y abogados deciden la suerte final de un condenado a muerte...
"Identidad" es otra de las películas flojas del todoterreno James Mangold junto a "Inocencia interrumpida" o "Kate & Leopold". No se la puede llegar a considerar una mala película porque entretiene, porque los actores están bastante bien en sus papeles (sobre todo Alfred Molina y Pruitt Taylor Vince, muy muy bien ambos) y porque no tiene diálogos ni momentos de vergüenza, pero tampoco es buena porque todo lo que construye termina destrozado en un giro final bastante tramposo y para colmo pretencioso que, qué quieren que les diga, a mi no me vale. Homenaje a obras como "Diez negritos" de Agatha Christie (cierto es, lo he leído en otra crítica y no había caído en ello) y, por supuesto (y este sí es patente desde el inicio), a la "Psicosis" de Alfred Hitchcock (está ambientada en su mayor parte, además, en un motel apartado de la América profunda que hace referencia constante al que todos ya conocemos), "Identidad" comienza de una forma muy interesante: un grupo de personajes de muy diferente clase y condición se encuentra una noche lluviosa en el mencionado motel de carretera y empiezan a caer uno a uno asesinados por no se sabe quién. El retrato social que despliega Mangold es acertado: todos son hijos de su padre y de su madre y todos tienen prejuicios y traumas varios (destaca especialmente el retrato del miedo del ciudadano medio ante los presidiarios y de su desprecio de las prostitutas), mientras que la acción es interesante y las relaciones que se dan entre todos los personajes son muy fluidas y lógicas.
Es a partir de sus primeros 50 minutos aproximadamente cuando "Identidad" empieza a desvariar y a caer en la total mediocridad. Primero porque los personajes terminan de desarrollarse bruscamente para caer en el ya típico y cansino jueguecito de carreras por el motel persiguiendo al asesino de turno (o al que creen que es el asesino de turno) y dándose leches. Segundo, y más importante, por el inesperado pero como he dicho muy tramposo desenlace del filme: hay algunos que lo defienden; yo no... De hecho, me dejó cara de idiota y creo que es facilón y bastante tonto aunque intente ir de todo lo contrario y tenga pretensiones de thriller sesudo e innovador. No, no me convence el final de "Identidad", y por eso el filme se queda para mi en, simplemente, fallido.
sábado, 27 de abril de 2013
MENSAJERO DEL FUTURO de Kevin Costner - 1997 - ("The Postman")
Año 2013. La humanidad vive, tras una guerra brutal que casi destruyó el planeta, en pequeñas comunidades apartadas y autosuficientes que intentan luchar como pueden contra los hombres hostiles que merodean en el exterior, entre los restos de la civilización. Alguien va a cambiar esta situación desesperanzada: un hombre misterioso que ha venido de nadie sabe dónde... A repartir las cartas que quedaron sin repartir y a volver a unir a las comunidades.
Alguien tuvo que cogerle mucha, muchísima manía a Kevin Coster. O bien Kevin Costner le hizo una putada tremebunda a alguien y esta persona se la devolvió con creces. Lo que no es normal es que el actor y director, tras bastantes años de ascenso fulminante y éxitos continuados, se hunda a lo bestia en la segunda mitad de los noventa y no levante cabeza hasta varios años después (y nunca llegue a alcanzar la fama y el reconocimiento de cabeza de cartel que tenía en su mejor época). De todos es bien sabido que este señor se estrelló brutalmente con "Waterworld" y, posteriormente, con "Mensajero del futuro", ambas películas post-apocalípticas. Algo raro hubo: las dos cintas eran inmisericordemente puteadas antes de llegar a las salas y se les hizo a ambas una anticampaña terrible. ¿Qué pasaba con Kevin Costner para que esto ocurriera? Pues todavía nadie lo sabe, me temo. El caso es que el tiempo pone a cada uno en su sitio y, si bien ninguna de las dos películas mencionadas era en efecto buena, tampoco ninguna de las dos era tan horripilante como para que se la masacrase de esta forma. "Mensajero del futuro", la segunda obra dirigida por el actor tras su maravillosa "Bailando con lobos", es una película con muchísimos fallos, pero... ¿Se merecía cinco Premios Razzie incluyendo peor película, director, actor y guión? ¿Se merecía la nominación a Peor Película de la Década? ¿Se merecía Costner otra a Peor Actor del Siglo? Es que estamos hablando de algo bastante heavy, creo yo, por una película simplemente mala. Porque tanto en su año, 1997, como en los inmediatamente anteriores y posteriores, hubo películas mil veces más infames que "Mensajero del futuro". Y las sigue habiendo.
Que sí, que la cinta no es nada buena y que incluso tira para directamente mala en algunos momentos. Que sí, que es un western post-apocalíptico refrito de otras cintas de su género sin nada nuevo que contar. Que sí, que Kevin Costner aquí no está muy inspirado ni tras la cámara ni delante de ella. Que sí, que la película es grandilocuente, bastante pretenciosa, vergonzosamente patriotera y, para colmo, es larga (casi tres horas) y no es que tenga demasiado ritmo ni la trama demasiado bien administrada. Pero es lo que digo antes: habiendo películas mil veces peores que ésta (porque las hay, vaya que sí)... ¿Se merecía "Mensajero del futuro" ser arrastrada por el barro de esta manera? Sobre todo porque, por otra parte, que levante la mano el actor o el director que no haya tenido nunca ningún soberano patinazo (que los hay, pero son pocos, bastante pocos). Y sobre todo porque Kevin Costner dirigiría en 2003 otra película maravillosa y que creo que no está justamente valorada: "Open Range". Desde hace diez años el actor no se pone tras la cámara. Una pena, porque "Mensajero del futuro" es una película, y "Bailando con lobos" y "Open Range" son dos.
POR CIERTO, COMO CURISIDAD: "MENSAJERO DEL FUTURO" SE AMBIENTA EN EL AÑO... 2013. JEJEJE.
viernes, 26 de abril de 2013
LA COMEDIA SEXUAL DE UNA NOCHE DE VERANO de Woody Allen - 1982 - ("A Midsummer Night's Sex Comedy")
Principios del siglo XX. El inventor Andrew y su esposa Adrian invitan a pasar un fin de semana en su casa de campo a su amigo Leopold, un filósofo bastante pretencioso, y a su jovencísima prometida Ariel. También invitan al mejor amigo de Andrew, el médico Maxwell, mujeriego empedernido e incurable, y a su última conquista. Cuando las tres parejas se encuentran en el bucólico lugar, comienzan extraños juegos entre ellas y empiezan a salir a la luz curiosos y comprometidos secretos que las sumen en un caos de relaciones personales.
"La comedia sexual de una noche de verano", rodada justo después de la incomprendida e injustamente vilipendiada "Recuerdos" en un tono menos trascendental y más frívolo aunque no exento sin embargo de como siempre inteligentes e irónicas reflexiones sobre las relaciones humanas, es una de las películas más extrañas de Woody Allen tanto de su momento como incluso de nuestros días, treinta años y pico después de su estreno. Para empezar está ambientada no sólo lejos de la querida Nueva York habitual del cineasta, sino enteramente en el campo, en una localización alejada del ajetreo cosmopolita y cultural de las ciudades poco visitada por el autor ("Interiores" se me ocurre ahora que también transcurra en un lugar apartado en la naturaleza). Para terminar, la película tiene lugar a principios del pasado siglo XX, cuando la gran mayoría de las obras del cineasta transcurre en la actualidad de su momento (se escapan del cánon este filme "La última noche de Boris Grushenko","La Rosa Púrpura del Cairo", "Días de Radio", "Acordes y desacuerdos" y algunos pocos más). El resto sí es puramente "Alleniano": diálogos rápidos y ágiles que diseccionan los asuntos de siempre del cineasta, personajes bastante perdidos emocionalmente y un humor muy inteligente y mordaz pero también tierno.
"La comedia sexual de una noche de verano" es un sentido y lúdico compendio de homenajes del cineasta a varios autores que admira. Primero, al sueco Ingmar Bergman, uno de sus grandes maestros, y concretamente a su también ciertamente extraña comedia "Sonrisas de una noche de verano", de la que este filme de 1982 toma muchísimas cosas conscientemente prestadas (e incluso se atreve a acercarse a ella en un leve tono de parodia). Segundo, al gran William Shakespeare y a su obra "El sueño de una noche de verano" tanto en la cadencia bucólico-cómica que respira todo el filme como en su banda sonora, del compositor Felix Mendelssohn-Bartholdy y basda en la propia obra del escritor inglés. Y tercero, a los dos Renoir, al padre pintor en la composición de los encuadres que recuerdan enteramente a sus pinturas (soberbia fotografía de Gordon Willis, por cierto, aún más soberbio uso de la luz) y al hijo cineasta en la trama de filmes como "La regla del juego". "La comedia sexual de una noche de verano", primera cinta de Allen además con la que sería su esposa Mia Farrow (y animada por un muy buen reparto en general), es una obra menor del cultureta de Manhattan, aunque es muy apreciable en todos los aspectos y ella misma no trata de ir de otra cosa.
lunes, 22 de abril de 2013
BLACK MIRROR II de Charlie Brooker - 2013 - ("Black Mirror II")
Tres historias independientes:
-"Ahora mismo vuelvo": Ash, el novio de Martha, es un completo adicto a las redes sociales: es absolutamente incapaz de estar un sólo segundo sin mirar el móvil. A pesar de que a Martha le fastidia esta actitud, su relación todavía no se ha visto seriamente dañada por ella. Sin embargo, una inesperada tragedia va a destrozar la vida de la pareja... Y la de Martha en concreto va a cambiar para siempre a raiz de ella.
-"Oso Blanco": Toni se despierta sin recordar nada en una casa que no conoce y, cuando sale a la calle, la encuentra desierta... Salvo por unos transeuntes que parecen grabarla desde la lejanía con sus móviles. Pronto, su vida corre peligro... Alguien empieza a perseguirla... ¿Por qué? ¿Qué es lo que está pasando?
-"El momento Waldo": Jamie Salter es un cómico de tres al cuarto que casi de casualidad encuentra el éxito dando vida a Waldo, un oso digital malhablado y verborréico que se mete con todo el mundo y que se convierte de golpe en uno de los personajes más famosos de la televisión inglesa e incluso de más allá. Sin embargo, Waldo le va a traer algo más aparte de la fama... Jamie se va a ver cuando menos lo espere prisionero de su propia creación.
"Black Mirror" fue una de las series (mini-serie, muy mini) más impactantes de 2011 y su creador, el polémico Charlie Brooker, ha vuelto con una segunda temporada este 2013 que, si bien no tiene la fuerza arrolladora para crear sorpresa de la primera (cosa que es normal, porque aquella nos pilló a todos completamente desprevenidos), sigue presentando tres capítulos (de nuevo sólo tres) con una tremenda capacidad para, con un realismo monstruoso y con humor negrísimo, corrosivo, brutal y sin concesiones, poner a parir a las redes de comunicación de masas de todo tipo y para volver a esbozar un retrato de una humanidad sin humanidad, presa de la alienación de las redes sociales, de las emociones prefabricadas, del amarillismo más barato, de la desinformación y del miedo y de la moral más discutible. Brooker vuelve a presentar tres historias ambientadas, respectivamente, en un futuro cercano dominado por la tecnología punta que sin embargo no sirve para unir a las personas (como "Tu historia completa" de "Black Mirror I"), en un futuro de aire distópico (como "15 millones de créditos" de "Black Mirror I") y en un presente ya más reconocible (aunque dibujado con un toque rocambolesco) como la fulminante y debastadora "El himno nacional" de la primera temporada de la serie. Los capítulos nuevos se titulan "Ahora mismo vuelvo", "Oso Blanco" y "El momento Waldo".
"Ahora mismo vuelvo" es el episodio que inicia la serie y posiblemente sea el más flojo de las dos temporadas (sobre todo porque el gran nivel de los otros no le hace bien). No quita esto que sea un destacado retrato de los peores males que puede traer el hecho de que, tras nuestra muerte, nuestra huella siga viva en Internet. Porque... ¿Qué pasa con lo que dejamos en la red cuando dejamos este mundo? ¿Seguimos vivos en nuestro Facebook, en nuestro Twitter o en nuestro Blog? ¿Quién puede utilizar nuestro digamos "material" y para qué? En un futuro cercano, tras la muerte de una persona, sus seres queridos pueden solicitar una suerte de "recuperación" de esta persona que se basa en una reconstrucción robótica (sin inteligencia y sin sentimientos pero tremendamente real) realizada por medio de todos los rastros que dicha persona ha dejado en la red. ¿Imagináis que vuestra pareja muere pero podéis seguir hablando con ella por medio de un programa que reproduce su voz aunque ya no esté viva? ¿Imagináis que vuestro padre fallece y que podéis "contratar" una suerte de replicante suyo sin vida pero que parece vivo? ¿Qué efecto causaría esto en vuestra vida? ¿Seríais capaces de amar como placebo a un ser que sabéis que no existe realmente? Y sobre todo... ¿Quién ofrece estos servicios y se beneficia de ellos? La reflexión está servida.
Del capítulo "Oso Blanco" no voy a decir apenas nada porque es mejor afrontarlo sin saber
absolutamente nada de él. Sólo voy a comentar que lo que empieza como una suerte de homenaje distópico a obras tan variadas como los tan de moda ahora filmes de zombies, los de asesinos en serie o los de género post-apocalíptico termina con uno de los finales más sorprendentes que he visto en bastante tiempo. En sus primeros treinta minutos no me gustó nada este episodio: pensé directamente que era una porquería y que Brooker ya había caído en los tópicos. Nada más lejos de la realidad: véanlo hasta el final y después reflexionen sobre su modelo ideal de administración de justicia y de servicio al bien común y sobre su concepción del espectáculo. "Oso Blanco" no les dejará indiferentes: es una pequeña joyita inesperada que no empieza como tal. Dénle una oportunidad y termínenlo.
"El momento Waldo" es, creo, el mejor capítulo de "Black Mirror II". Ambientado ya en nuestra realidad, narra la historia de un cómico que encuentra el éxito dando vida a un oso digital llamado Waldo que se dedica a putear a todo bicho viviente en la televisión (sobre todo a los políticos, por supuesto) y que, cómo no, dice veinte millones de guarradas y palabrotas por minuto y enseña cada dos por tres su culo y su miembro viril. Charlie Brooker se ceba aquí con los medios de comunicación de masas y destripa sin piedad a sus gerifaltes criticando con humor sardónico sus artimañas para conseguir audiencia a toda costa, el espectáculo chabacano y poco inteligente ofrecido para idiotizar a las personas, la elaboración de la información más amarilla y desvirtuada posible y la manipulación más descarada y aceptada por todos de buen grado en pos del cachondeo y el buenrollismo más pacato y cutre. Y nadie se libra: ni los peces gordos de la televisión con su falta total de escrúpulos, ni sus estrellas que se dejan convertir en marionetas por dinero y éxito, ni los políticos para los que lo único que vale es conseguir votos sea como sea ni tampoco el "pueblo" que se deja aborregar de buen grado por cualquier personajillo graciosete de tres al cuarto. Y de fondo, y es lo que hace más redondo a este capítulo, una historia tristísima de desamor y de fracaso.
"Black Mirror II", con una estética fría que reproduce la alienación que quiere transmitir pefectamente y animada por unos actores geniales (todos y todas), vuelve a crear un efecto desasosegante en el espectador y vuelve a presentarle una propuesta crítica valiente y sin concesiones para la reflexión sobre el camino por el que nos está llevando la supuesta era de la comunicación y de la tecnología desbocada. ¿Habrá tercera temporada? ¿Para 2015 tal vez? Si mantiene el grado de calidad, la espero con ansia.
VUELVO MOMENTÁNEAMENTE PARA COMENTAR ESTA GENIAL SEGUNDA PARTE DE "BLACK MIRROR", QUE CREO QUE NO PUEDE ESPERAR MÁS TIEMPO SIN ESTAR EN MI BLOG. A FINAL DE SEMANA VUELVO DEFINITIVAMENTE.
sábado, 13 de abril de 2013
UN AMERICANO EN PARÍS de Vincente Minnelli - 1951 - ("An American in Paris")
Jerry Mulligan, joven pintor norteamericano, se traslada a París para progresar en su disciplina. Allí, sumergido en la alegre vida bohemia de los artistas, se enamora de la guapa Lise, dependienta de una tienda de perfumes. Sin embargo, Jerry no gana mucho dinero con sus cuadros y cada día su situación económica es más precaria. Todo parece cambiar cuando una mujer rica se interpone en su vida y le ofrece solucionarle sus problemas monetarios y ayudarle a ser un creador reconocido. Jerry, enamorado de Lise, sospecha sin embargo que esta mujer puede querer algo más y... Empiezan los problemas.
Perteneciente desde los tres años a la compañía de actores y artistas de su familia, la Minnellis Brothers Dramatic Tent Show, Vincente Minnelli, padre de la actriz y cantante Liza Minnelli, es uno de los grandes directores de comedias y musicales del Hollywood dorado. Decorador y figurinista en Broadway, comenzó allí mismo dirigiendo teatro para debutar como cineasta en la Metro. Aunque dirigió filmes de muchos tipos, destacó, como se ha dicho, con el género musical, al que aplicó su gran sentido plástico y del colorido, su barroco sentir de la escenografía, su brillante humor y sus grandes números de herencia teatral pero completamente personales. De talante humanista, sus historias, tanto en el musical como en la comedia (en la que también destacó entre sus contemporáneos) eran delicadas y bienintencionadas, conmovedoras, de gran sensibilidad, cargadas de romanticismo, soñadoras y con unos personajes de extraordinaria calidad humana que acababan encontrando el amor o cubriendo sus anhelos porque simplemente lo merecían. Sin embargo, y aunque no lo pueda parecer dicho esto, sí que con ciertas obras realizó Minnelli eficaces ejercicios de cine de corte social protagonizados por personajes agobiados por su entorno, además de punzantes retratos críticos de la clase media y alta norteamericanas y de ataques velados al sistema de producción hollywoodiense.
Los grandes musicales de Vincente Minnelli son innumerables: Cita en San Luis, Ziegfeld Follies, El pirata, la comentada Un americano en París, Melodías de Broadway, Brigadoon, Un extraño en el paraíso, Gigi o Vuelve a mi lado; al igual que sus comedias: El padre de la novia o Mi desconfiada esposa. Sin embargo, como todo gran director todoterreno de la época, también rodó dramas (muchos adaptaciones literarias): Corrientes ocultas, Madame Bobary, El loco del pelo rojo (biopic sobre Van Gogh), Cautivos del mal, Como un torrente, Con él llegó el escándalo, Dos semanas en otra ciudad, Los cuatro jinetes del Apocalipsis y Castillos en la arena. Prolífico como pocos, tal vez sea Vincente Minnelli el mejor creador de musicales de su generación, por encima incluso de otros grandes como Stanley Donen o el propio Gene Kelly, actor de muchas de sus películas.
Soberbio espectáculo visual, Un americano en París transmite como pocos musicales lo han hecho nunca ganas de vivir y de bailar. Con unos personajes carismáticos, de gran corazón y con una muy simple pero emotiva y evocadora historia de amor en la capital de la bohemia europea, la tal vez más famosa obra de Vincente Minnelli inspira un indescriptible sentimiento de añoranza de algo nunca vivido, un extraño retorno a la emoción de la infancia, al creer en la bondad de los seres humanos. Los coloridos escenarios, algunos pintandos, transmiten un tremendo lirismo, y los dificilísimos números musicales (el último de un cuarto de hora completo de duración) homenajeando a la plasticidad de pintores como Van Gogh, Manet o Lautrec son inolvidables. Además, está el elenco protagonista, encabezado por un magnífico (como siempre) Gene Kelly que se luce en la pista. Un americano en París es una de esas películas que hay que ver cuando se está deprimido. Posee un encanto que pocos han vuelto a reproducir.
MAÑANA ME VOY DE VIAJE Y POR ELLO ME VOY A TOMAR UNAS VACACIONES DE UNAS DOS SEMANAS COMO MÍNIMO Y DE UN MES COMO MÁXIMO. DESPUÉS, VOLVERÉ CON MÁS PELÍCULAS. HASTA ENTONCES.
viernes, 12 de abril de 2013
HARAKIRI de Masaki Kobayashi - 1962 - ("Seppuku")
Japón está viviendo un tiempo de paz pero también de pobreza y de miseria. Miles de ronin, samuráis sin dueño y sin clan, vagan por las calles y por los campos buscando trabajo y comida y cometiendo atrocidades para salir adelante. Un buen día, en la honorable Casa Iyi, aparece un viejo y harapiento ronin llamado Tsugumo Hanshiro que pide, ante su imposibilidad de encontrar una ocupación para su katana, permiso para hacerse el seppuku en el seno de la misma casa. Su propuesta es aceptada. Pero Tsugumo no ha venido sólo para acabar con su vida. Tsugumo ha venido a contar una historia antes de morir...
El japonés Masaki Kobayashi fue uno de los cineastas de la Generación de la Posguerra de su país de los años cincuenta y sesenta junto a otros grandes autores como Kaneto Shindo o Kon Ichikawa, la generación que precedió a la de Kurosawa, Mizoguchi y Ozu. No existe todavía, en internet por lo menos, demasiada información sobre su vida y su obra, ya que de sus 22 películas hay muchas que todavía no han llegado a Europa y ni siquiera en la red están todas en buenas condiciones (aunque por suerte cada vez son más las que se están editando o colgando en diversas páginas debido al interés que han suscitado las que se han publicado o al éxito del remake de su obra maestra "Harakiri" dirigido por el polémico Tahashi Miike). Como tantos creadores, Kobayashi ha sido uno de esos inmensos olvidados de occidente. De su filmografía, que yo tenga conocimiento, hemos podido ver por estos lares la cinta de terror "El Más Allá", la genial "Harakiri", "Samurai Rebelion", drama de acción de samuráis y la maravillosa y fascinante "La condición humana", soberbia trilogía antibelicista. Este mismo antibelicismo ha sido siempre uno de los grandes asuntos de su obra, pues al parecer Kobayashi luchó por "obligación" durante la Segunda Guerra Mundial y nunca se sintio orgulloso de ello e incluso tuvo problemas con la jerarquía militar de su país. Tengamos esperanza en poder disfrutar, lo más pronto posible, del resto de su filmografía.
Masaki Kobayashi presentaba en 1962 "Harakiri", una de las mejores películas de samuráis de la historia y la que para muchos es su obra maestra indiscutible. Fiero pacifista, Kobayashi fue, como tantos de sus compatriotas, reclutado para combatir durante la Segunda Guerra Mundial, uno de los episodios más desastrosos y vergonzosos de la historia moderna de Japón. Durante esta contienda, para expresar su profundo desprecio hacia la guerra y hacia las instituciones relacionadas con ella, no aceptó el cineasta, obligado a luchar, los ascensos en la jerarquía militar que le ofrecieron. A su retorno, películas como la que comentamos no harían sino criticar esta jerarquía y sus reglas desde la postura del posibilismo, utilizada por otros compañeros de gremio como Kenji Mizoguchi. Ambientándola en el pasado lejano de su país, Kobayashi realiza en "Harakiri" un brutal ataque a la moral y a las tradiciones japonesas de antaño que, en su momento, todavía seguían vigentes (muchas de ellas fueron, según algunos autores, las causas de hechos tan terribles como la misma Segunda Guerra Mundial en Asia).
En "Harakiri" se narra la historia de Tsugumo, un viejo ronin (samurai sin dueño y sin clan) arruinado y sin trabajo con las armas (algo que era considerado deshonroso) que, en tiempo de paz, pide a una noble casa de samuráis que le permita practicarse el seppuku en sus instalaciones (rito consistente en abrirse el vientre y ser decapitado que se consideraba una práctica honorable para un samurai, ya que le otorgaba fama y reconocimiento y hasta un pasaje de primera clase para el más allá). La casa acepta y Tsugumo se dispone a llevar a cabo su ritual. Sin embargo, algo extraño empieza a ocurrir: Tsugumo les cuenta a los guerreros de esta casa, antes de morir, una historia: la suya propia, una historia que destapa todo el horror de un mundo injusto y en plena decadencia. Poco a poco, lo que parecía una trama simple, se va desmadejando y abriendo en una complicadísima historia que atrapa al espectador irremisiblemente hasta su apoteósico desenlace. Tsugumo ha visitado al clan para algo más que para pedir su derecho al seppuku : algo que el clan no piensa permitir. La visión que da Kobayashi de las tradiciones de los samuráis es brutal y sin concesiones: les presenta como seres inhumanos que, por su concepto enfermizo del honor, lo sacrifican absolutamente todo. Es el suyo un ataque directo a las tradiciones japonesas del pasado y de su momento y, también, al código militar japonés, que al parecer no difería demasiado del de los samuráis.
La película está estructurada basándose en una narración en presente que va saltando a distintos flashbacks que iluminan el pasado de Tsugumo, pasado que narra él mismo. Violenta y descarnada (cuenta con una larga y agónica escena en la que asistimos a un seppuku), está rodada en blanco y negro y en espacios muy cerrados y sin apenas elementos, y está retratada en unos tonos oscuros que simbolizan la decadencia en la que se encuentra sumida la clase de los samurai. "Harakiri" es un filme crepuscular en todos los aspectos. Su inicio y su desenlace no pueden mostrarlo mejor: la armadura monstruosa en las tinieblas, el clan glorioso que cae en la deshonra aunque nadie vaya a enterarse. En este aspecto, "Harakiri" es también una inmisericorde crítica a la manipulación histórica: Tsugumo hiere la dignidad del clan pero es olvidado, es borrado de todos los escritos y eliminado de la historia del mismo clan. Sin embargo, su herida no es jamás curada, y el clan parece destinado a desaparecer a partir de ella, como los propios samuráis, una clase social opresiva y oprimida por sí misma y por sus tradiciones absurdas. Un símbolo de esta inminente desaparición es el arma de fuego, un arma moderna que se enfrenta directamente a la vieja katana y que le gana, arma con la que los honorables samuráis del clan atacan a Tsugumo firmando su propia caída en el deshonor. "Harakiri", protagonizada de manera soberbia por el gran Tatsuya Nakadai, es una película genial, una de las obras de samuráis más injustamente olvidadas pero una de las más grandes de la historia del séptimo arte.
jueves, 11 de abril de 2013
HITCHCOCK de Sacha Gervasi - 2012 - ("Hitchcock")
1959. Alfred Hitchcock está en la cima de su carrera como director tras haber entregado otro de sus grandes éxitos: "Con la muerte en los talones". Sin embargo, en su cabeza ronda un nuevo proyecto un tanto polémico: rodar una película de terror con un presupuesto más bajo y con innovaciones argumentales nunca vistas hasta la fecha basada en una novela poco conocida llamada "Psicosis". Los productores, por desgracia, no le apoyan y quieren que trabaje en otro filme más convencional que vuelva a arrasar en las taquillas de forma asegurada. Hitchcock sin embargo, apoyado por su mujer, va a intentar lanzar su proyecto en solitario... Esto le va a sumergir no sólo en una gran crisis creativa y en un rodaje lleno de problemas, sino también en una peligrosa crisis matrimonial.
El cineasta y periodista británico Sacha Gervasi ha dirigido dos filmes hasta la fecha: el documental sobre la banda canadiense de metal Anvil "Anvil. El sueño de una banda de rock" y la comentada "Hitchcock".
"Hitchcock" tiene el problema (ajeno a
la calidad de la película) que tienen muchísimos biopics y
muchísimas películas para el lucimiento de uno o varios de sus
actores (y ésta es ambas cosas). Primero, que no va a interesar a
todo el mundo y que está muy acotada a los fans del personaje en cuestión; en este caso a los fans del orondo maestro del
suspense. Segundo, que a no todo el mundo le llena de la misma manera
esta clase de filme destinado además al lucimiento de sus actores protagonistas.
“Hitchcock” narra una de las grandes crisis como creador pero
también vital y amorosa de Alfred Hitchcock: la que le aconteció
cuando, en plena cima de su carrera, se atrevió a rodar una película
innovadora "donde mataban a la protagonista casi al empezar" con su propio presupuesto que ya todos conocemos llamada “Psicosis”; mientras, su
matrimonio corría al riesgo de irse al garete a causa de ello y también a causa
de las muchas veces extrañas y conflictivas relaciones del director
con sus guapas actrices.
La primera película de ficción de Sacha Gervasi explora esta parte de su vida y está llena de homenajes y guiños tanto en la estética y en los planos como en los diálogos a las películas del cineasta británico, como es de esperar, puesto que esta clase de filme bebe mucho de estos homenajes. Su dirección es buena: es pausada, directa, simple y concisa. La ambientación es excelente y el filme destila bastante humor fino y a veces morboso y/o negro que hace referencia al humor preferido del propio Hitchcock. La trama es amena y divertida y desarrolla con coherencia el retrato de un hombre ambicioso y emprendedor hasta la médula obsesionado con un reto que puede destruirle y, también, de una mujer que en la sombra según comentan fue la culpable de una gran parte de la carrera de este hombre; mujer con la que mantiene una inteligente guerra de sexos y de egos.
"Hitchcock" sin embargo deja caer la mayor parte de su peso sobre sus actores. Porque, a pesar de otras virtudes que tiene como las enumeradas, es esencialmente una película "de actores". Anthony Hopkins entrega un papel genial: no sólo físicamente se ha transformado para ser tan parecido al maestro del suspense, sino que su más mínimo gesto recuerda pasmosamente a su persona: el actor ha sumado a su carrera un nuevo gran papel. Pero es que Helen Mirren está igualmente genial como su mujer en una interpretación tan divertida como inteligente, tan ambigua como irónica. Ya Scarlett Johansson, Jessica Biel, James D'Arcy o Michael Wincott entregan papeles menos espectaculares (tienen menos espacio y metraje para el lucimiento) pero igualmente destacados como secundarios de la función. A mi "Hitchcock" me ha parecido una buena película. Eso sí, acotada, como todo biopic "de actores", a un público específico.
miércoles, 10 de abril de 2013
AGALLAS de Samuel Martín Mateos y Andrés Luque - 2009 - ("Agallas")
Sebastián, un joven delincuente de poca monta de Madrid, acaba tirado en las calles de Ferrol después de que su último golpe chapucero le salga mal. Allí se pega a la sombra de Regueira, un hombre rico y poderoso que vive de negocios sucios y que le termina aceptando como colega. Sebastián comienza a ascender vertiginosamente en el mundo del narcotráfico gallego. Sin embargo, conforme sube, sus posibilidades de caer en picado cada vez son más grandes y descubre que su propio jefe posiblemente no sea lo que dice ser...
Samuel Martín Mateos y Andrés Luque, veteranos realizadores de TVE, estrenaron su primer largometraje en 2009, la obra conjunta "Agallas".
Es dificil innovar en casi todos los géneros y el negro no es una excepción. "Agallas", que por desgracia no ha sido muy conocida (por lo menos con respecto a lo que se merece, creo) es una película negra española que me sorprendió en su día y que presenta una clásica historia de estas características sobre la ambición desmedida y sin escrúpulos en el marco de la España del mundo del narcotráfico. Dos personajes diferentes pero con objetivos similares (escalar en el mundo del dinero fácil y rápido -pisoteando a quien haga falta, por supuesto-), se encuentran en el submundo de la mafia gallega y concretamente de Ferrol. Uno quiere entrar en este mencionado ambiente del hampa y el otro quiere largarse (pero con intereses, por supuesto). Lo que sigue es una historia de iniciación y de competición enfermiza cargada de crímenes, traiciones y juegos de dobles intenciones en donde, como es de esperar, nadie es quien parece ser y en donde todos luchan por sí mismos y por nadie más a pesar de envolver sus acciones con el "bueno rollito" y las buenas promesas. No es nada que no hayamos visto, pero el retrato de una sociedad podrida (retrato que bebe en parte, así pienso yo por lo menos, del mejor "cine quinqui" de los ochenta en algunos momentos) que los debutantes Samuel Martín Mateos y Andrés Luque han creado para el filme es exquisito y directo, conciso y realista.
La dirección de la que hacen gala los dos realizadores de "Agallas" es limpia y precisa, con ritmo, con una economización excelente de los cánones del cine negro más clásico y de un cierto humor negro que brota en los momentos menos esperados y que según ellos mismos es heredero del de los hermanos Coen o de series como "Los Soprano". Los diálogos son buenos y son los justos, la ambientación tiene personalidad (una Galicia gris y lluviosa que esconde sucios secretos en cada almacén y en cada puerto que recuerda a la Norteamérica urbana y profunda de las grandes obras norteamericanas del género), el desenlace presenta una sorpresa bastante inesperada (yo por lo menos no lo imaginaba así) y el plantel actoral está verdaderamente excelente, en especial los dos protagonistas, Hugo Silva y Carmelo Gómez, que despliegan un duelo interpretativo muy destacado y con carisma. "Agallas" merece la pena. Una película negra española que ofrece calidad.
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