Cobra es un teniente de policía infalible al que el mundo del crimen tiene miedo: sus métodos expeditivos, su fuerza y su habilidad son legendarias. Sin embargo, está a punto de enfrentarse a su misión más difícil: cuando ha de proteger a Ingrid, la testigo de un brutal asesinato, se va a dar de bruces con una peligrosísima banda llamada "Nuevo Orden", una secta antisistema con ramificaciones por todas partes.
Empezamos el año con una de esas extrañas películas que son de culto y a la vez un bodrio infame: "Cobra, el brazo fuerte de la Ley" (sí, Santiago Segura se inspiró en ella para su "Torrente"). Dirigida por el mediocre George Pan Cosmatos, fue uno de los grandes éxitos de taquilla de los años ochenta y, a la vez, la crítica la destruyó sin piedad. Sylvester Stallone es un policía de métodos expeditivos pero con un cierto toque molón que combate al mal a tiros y a ostias. La película es una ridiculez extrema: los personajes son tontos y simplones hasta lo extenuante, el villano es una nulidad sin carisma, los diálogos dan pena, la trama es una pamplina maniquea y absurda cien por cien predecible y las escenas de acción, en donde tal vez se podría rascar algo teniendo en cuenta el género en el que nos encontramos, la verdad es que tampoco son las mejores de su década. "Cobra" fue además muy vapuleada por su mensaje, que fue interpretado, una vez más, como en tantos de estos productos, como una apología del tomarse la justicia de forma expeditiva, aunque lo cierto es que, como otras tantas de su ramo, tenía cierto interés en lo referente a poner en la picota cierta corrupción del sistema judicial. No es nada honda esta pequeña crítica social, pero algo de esfuerzo hay. El resto es desastroso, aburrido, bochornoso y absolutamente chorra. Es curioso, pero a pesar de ser, como he dicho, un bombazo de taquilla y una película de culto en su paso al videoclub, no tuvo ninguna secuela en una época en la que triunfaban especialmente las grandes sagas de héroes urbanos.
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