Porco Rosso

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viernes, 11 de agosto de 2017

STREET FIGHTER: LA ÚLTIMA BATALLA de Steve E. De Souza - 1994 - ("Street Fighter")


El ejército paramilitar de Shadaloo, comandando por el terrible M. Bison, ha secuestro a 63 rehenes, civiles y militares, con los que pretende chantajear a las Naciones Unidas: si lo le dan 20.000 millones de dólares, acabará con ellos. Bison planea, con el dinero que exige, crear una legión de guerreros perfectos con los que poder dominar todo el planeta. Por suerte, un grupo de luchadores encabezados por el soldado Guile va a pararle los pies.


La saga de "Street Fighter" es una de las más exitosas y longevas de la historia de los videojuegos, y como tal, ha tenido sus correspondientes y variadas adaptaciones para las pantallas grandes y pequeñas. Tristemente, unas pocas han sido muy buenas y la gran mayoría de ellas han sido malas y hasta muy malas. En 1994, en plena fiebre de su entrega más famosa, "Street Fighter II", llegaron las dos más conocidas y exitosas comercialmente hablando: una animada y maravillosa, de la que hablaremos mañana, y esta bazofia de imagen real llamada "Street Fighter: La última batalla", protagonizada por el Jean-Claude Van Damme que estaba en la cresta de su ola a mitad de los años noventa y por el Raúl Juliá que también se había hecho famoso con las dos entregas de "La Familia Adams" y que desgraciadamente iba a morir el 24 de octubre de ese mismo año de forma totalmente inesperada a consecuencia de un cáncer repentino y fulminante que le mató en pocos días. Estuvo dirigida por el guionista Steve E. De Souza (de la serie "V", "Comando", "La jungla de cristal", "La jungla II: Alerta Roja"...), que debuto en la dirección con ella y que nunca más volvió a ponerse tras las cámaras tras este rodaje. Este infame despropósito fue irónicamente uno de los más grandes taquillazos de su año (recaudó tres veces lo que costó) pero también fue una de sus peores películas y en todas partes la pusieron de vuelta y media. No sólo es que fuese pésima a nivel de guión y cutre de cojones a nivel de escenarios y de efectos especiales, sino que para colmo se inventaba completamente la saga de videojuegos en la que se basaba, a la que hacía variaciones irrespetuosas y ridículas que no venían a cuento y que los fans odiaron con toda su ira desde el primer momento y con toda la razón del mundo.


El protagonista principal de dicho videojuego, Ryu (seguido muy de cerca por Ken y Chun Li) pasaba el testigo en la película a Guile (Van Damme), militar norteamericano al uso con frases lapidarias que se enfrentaba al antagonista M. Bison (Juliá), un villano aquí de opereta y ridículo que tenía cuadros de él mismo parodiando a Napoleón en su guarida y que imprimía los "Bisondólares", billetes con su careto (demencial y de vergüenza ajena). Los mencionados Ryu y Ken eran convertidos, de maestros imbatibles de las artes marciales, en estafadores de poca monta (¿?¿?¿?¿?), y Chun Li en una periodista-detective de tres al cuarto que iba acompañada por Honda, un luchador de sumo hawaiano con un pareo de flores (¿?¿?¿?¿?) y por Balrog, que en el videojuego es malo pero que aquí es bueno porque sí. El resto de luchadores eran igual de despreciables: Dalshim era un doctor que se transformaba en Blanka y por arte de magia ambos personajes eran la misma persona (demencial), Zangief era un comunista loco y más tonto que una puerta, Sagat y Vega eran los rivales estafadores de Ryu y Ken (¿?¿?¿?¿?¿?¿?), Dee Jay un capullo que es de los malos porque sí, Cammy la compañera irrelevante de Guile (interpretada por Kylie Minoge, que no sé qué hacía actuando en esta película), T. Hawk un militar que apenas hablaba y que es T. Hawk porque tiene una cinta en la cabeza (el resto se lo tiene uno que imaginar) y Fei Long no existe y es sustituido por la cara por un tal Sawada que está por ahí de figurante, pega un par de puñetazos y adiós muy buenas.


Todo es un desastre en esta comedia involuntaria que, precisamente por ser tan apestosa y tan surrealista, se ha acabado convirtiendo en una de esas extrañas películas de culto recordada siempre por su disparatada trama, llena de estupideces, de diálogos sonrojantes, de giros de guión de serie de televisión de categoría B o menos, de personajes que dan lástima, de combates cutres y de escupitajos a la cara del fan de los videojuegos. También era lamentable en lo técnico, para colmo. Escenarios exteriores que eran campos de extrarradio que parecían sacados de "Humor amarillo", interiores de cartón-piedra dignos de los "Power Rangers", vestuario de carnaval, luchas y coreografías de puta pena y efectos especiales horripilantes completaban el resto del despropósito. "Street Fighter: La última batalla", que tuvo una enorme e invasiva cantidad de merchandising, muñequitos y nuevos videojuegos, fue un éxito comercial gigantesco. La sola franquicia a la que pertenecía y el tener a Van Damme de cabeza de cartel en aquellos años supongo que lo hizo todo. No tuvo, por suerte, e imagino que debido a las críticas despiadadas y justas que recibió, ninguna secuela. Por suerte también, ese mismo año se estrenó "Street Fighter: The Animated Movie", que aunque fuera de Japón generalmente fuera directa al mercado del vídeo, nos quitó todo el mal sabor de boca de esta cosa infame y de puro manicomio.


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