Porco Rosso

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jueves, 25 de junio de 2015

WINTER BUTTERFLY de Kim Gyu-Min - 2011 - ("Winter Butterfly")


El pequeño Jin-Ho vive con su madre en su pueblo de las montañas de Corea del Norte. Él sale todas las mañanas a cortar leña y ella vende esta leña. Con lo que sacan, apenas tienen para comprar algo de comida. La vida en el lugar está estancada: no hay información, no hay contacto con el resto del país y mucho menos con el resto del planeta, no hay educación, no hay sanidad, no hay trabajo y los soldados del régimen están corruptos y comen bien todos los días, por lo que los padecimientos de los lugareños no les importan lo más mínimo. Un día, Jin-Ho no vuelve a casa... Su madre pide ayuda a las autoridades, pero no le hacen caso. Comienza un infierno...


Ayer, cuando terminó la película, nadie aplaudió. No porque a nadie le hubiese gustado (nada más lejos de la realidad: a todos nos encantó), sino porque toda la sala estaba en estado de shock. "Winter Butterfly" fue el debut, en 2011, del director norcoreano Kim Gyu-Min. Sí, como lo oyen: norcoreano. Nació en Corea del Norte, y consiguió escapar de esta brutal dictadura, tal vez la peor de todo el planeta, a través de China y de Mongolia, tras lo cual pudo llegar a Corea del Sur, en donde se asentó y estudió cine para pasar a ser director. El Centro de Arte Contemporáneo de Málaga (CAC), proyectó ayer su primera película y el propio Gyu-Min estuvo con nosotros en la sala en un coloquio fantástico. Nos dejó sin habla: por su experiencia en Corea del Norte, terrible, y por lo que retrata en su filme. "Winter Butterfly" narra la historia de un niño y de una madre que viven en el campo norcoreano profundo y que, simplemente, tratan de salir adelante como pueden. Él, con apenas diez u once años, sale todas las mañanas en dirección a los bosques de las montañas para poder cortar madera y ella, agotada y destrozada por una vida de sufrimiento, vende lo que su hijo puede recoger para poder sacar un poco de comida. Viven en el aislamiento total de su pueblo: no hay información, no hay educación, no hay sanidad y, sobre todo, hay hambre, mucha hambre. Los únicos que comen bien son los soldados del régimen, que además están corruptos hasta la médula y que pasan tres kilos de los padecimientos de los lugareños, que llevan una existencia triste rezando para que les ayude al dictador del país, que es visto como un dios (un hecho que en cualquier país mínimamente democrático pone los pelos de punta).


Kim Gyu-Min retrata el campo norcoreano con un ojo brutal, sin concesiones. En parajes oscuros, sobrios de pura pobreza, viven seres cuya preocupación diaria es, simplemente, comer, y que sueñan con poder degustar algún día un simple guiso de pollo. El estilo del filme es cortante, tajante, escueto y brutal. Asistimos a un drama de violación de los derechos humanos más básicos impotentes, sufriendo, con el estómago revuelto. El hambre duele, la injusticia duele, la deshumanización duele, el fanatismo político duele, la falta de oportunidades total duele. "Winter Butterfly", con un desenlace además de pura antología, es una de las películas más duras que he visto en toda mi vida. Kim Gyu-Min nos pidió algo tras su coloquio: que, por favor, difundiéramos su película por las redes sociales para que todo el mundo supiese lo terrible que es la vida en Corea del Norte. Eso es lo que hago hoy, difundir esta maravillosa joya. No se la pierdan, por favor.


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