Porco Rosso

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martes, 30 de junio de 2015

EXODUS: DIOSES Y REYES de Ridley Scott - 2014 - ("Exodus: Gods and Kings")


Moisés es uno de los príncipes de Egipto y lleva una vida llena de lujos en el palacio de los faraones, su familia. Su mejor amigo es su hermano Ramsés, con el que tiene un vínculo especial. El imperio egipcio vive una etapa de prosperidad y de gloria militar: es una gran potencia y construye grandes monumentos que pasarán a la historia. Sus esclavos son los judíos, cuyo pueblo ha caído en desgracia porque, según dicen, su Dios parece haberlos abandonado. Moisés está a punto de conocer algo sobre su pasado que va a cambiar su vida para siempre... Está llamado a ser un héroe y un libertador.


Y después de la gran obra maestra que fue "El consejero"... ¡Exacto! Ridley Scott se saca de la manga otra vez una nueva película mediocre que pasa a engrosar su lista de inexplicables cintas artesanales olvidables y fallidas. Vuelve una vez más al cine histórico, uno de sus géneros predilectos, e incursiona a la vez también en el bíblico, que estuvo de moda durante mucho tiempo en el Hollywood dorado y que cada vez ha ido a menos salvo eventuales resurrecciones que no han sido demasiado seguidas por la moda. Tenemos en "Éxodus: Dioses y Reyes" la enésima versión de la historia de cómo Moisés se enfrentó al faraón y sacó al pueblo judío de su esclavitud en Egipto. Nos la sabemos de memoria, pero siempre se le puede dar a una historia, por muy vista y refrita que esté, una vuelta de tuerca que sorprenda o que resulte por lo menos interesante. Ridley Scott lo intenta desde luego, aunque falla, con una versión del Dios del "Antiguo Testamento" ambigua y algo atípica: es un Dios extraño, arbitrario, aleatorio y bastante cabrón como el clásico Dios de la primera parte de "La Biblia", pero que permite sin embargo que Moisés discuta con él en igualdad de condiciones y que incluso le eche en cara su mala leche y su poco compromiso con su pueblo durante siglos de penurias.


Este Dios, en algunos momentos, queda hasta verdaderamente discutido en la mente de Moisés (y no digo más para no hacer spoilers). Sin embargo, el sustento filosófico y/o religioso de dicho Dios es bastante flojo: no queda nada claro en ningún momento qué quiere Ridley Scott expresar con su personaje, y por eso el sustrato ideológico de la película es fallido. La trama tampoco ayuda: está cortada a tajos, es abrupta, tiene saltos temporales del tamaño del Océano Pacífico que no están bien cerrados y, para colmo, los personajes no ayudan; quitando el de Moisés, un solvente Christian Bale, ni un sólo secundario aporta algo a la trama. Es que ni siquiera lo hace su rival Ramsés, un desdibujado Joel Edgerton, y si hablamos de personajes como Aaron, Josué, la mujer de Moisés y su hermana Miriam (que encima desaparece a mitad de la película y no se vuelve a saber nada de ella), ya podemos olvidarnos de que se desarrollen un mínimo.


Por todo ello, "Exodus" aburre. No es interesante, simplemente. Se sigue con cierta comodidad porque su aspecto visual es fantástico, lo cual viniendo de Ridley Scott es algo por suerte que casi nunca suele fallar. Verdaderamente, su representación realista y sucia del Egipto de los faraones es una delicia, y hay momentos como la batalla contra los hititas que son excelentes. Pero con semejante trama contada a trompicones, con semejantes personajes planos y con semejante indefinición ideológica, "Exodus" se cae con todo el equipo. Y sí, las comparaciones son odiosas, pero no le llega ni a la suela de los zapatos a "Los Diez Mandamientos" de Cecil B. DeMille, por muchos homenajes que le haga.


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