Leo es un joven padre que vive tranquilamente en Madrid con su mujer, Alicia, y su hija pequeña, Dafne. Leo no es un mal tipo, aunque es malhumorado, algo seco y, también, homófobo, aunque no lo reconoce. Su vida apacible y feliz está a punto de cambiar... Una terrible tragedia le va a golpear de frente y Leo se va a ver obligado a cambiar muchas de sus ideas para ayudar a su hija a salir de su peor trauma.
Achero Mañas, que sorprendió de forma tan fulminante con la genial "El Bola", se recuperó del patinazo de "Noviembre" en 2010 con "Todo lo que tú quieras", una película que abandona toda la verborrea aleccionadora y barata de su segundo y fallido filme para volver a desnudar sentimientos y realizar un nuevo retrato social ya más depurado y lúcido. La película se centra en dos asuntos: el machismo y la homofobia, y pone a pensar al espectador sobre todos esos "roles" socialmente impuestos y tranquilamente aceptados en muchos ambientes por la herencia religiosa que occidente lleva encima (y que se resiste a irse) que dicen que los hombres han de comportarse de una forma y las mujeres de otra y que instaura tópicos insultantes sobre los homosexuales (especialmente sobre los homosexuales masculinos, históricamente mucho más visibles y tal vez por ello más ridiculizados que los femeninos). Un impresionante Juan Diego Botto (magnífico en todos los aspectos) lleva el peso del filme, que es intimista, pausado, pero con los picos de drama perfectamente colocados para que impacten en el espectador. El actor da vida a un padre de familia que se ve desbordado por una inesperada tragedia y que ha de cambiar su rol tradicional de "macho dominante" para salvar a su hija de los terrores de la soledad y de su primer gran trauma. Le ayudará un igualmente espléndido José Luis Gómez, un secundario de total lujo que da vida a un homosexual que duele y que sangra, que ha cargado toda su existencia con el sanbenito del "maricón" y que no ha dejado de vivir despreciado por ello en todas partes.
"Todo lo que tú quieras" es un efectivo ejercicio de cambio de papeles en la sociedad moderna que desvela (sí, a algunas personas hay que desvelarles estas cosas todavía a estas alturas) que detrás de cualquiera de estos papeles todos somos simplemente personas. El protagonista, homófobo al inicio del filme, malhumorado y poco dado a la comprensión de los demás, cambia su vida a raíz de lo que se ve obligado a aceptar. La tercera película de Achero Mañas es uno de los alegatos a favor de la diferencia y de la tolerancia más directos del último cine español, y huye de moralinas y de juicios baratos a la hora de afrontar los asuntos que trata. Muy buena película; un regreso muy notable de este poco prolífico director.
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