Porco Rosso

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lunes, 20 de octubre de 2014

HISPANIA. LA LEYENDA de Ramón Campos - De 2010 a 2012 - ("Hispania. La leyenda")


Siglo II antes de Cristo. Roma ha enviado al ejército del prétor Servio Sulpicio Galba a poner bajo férrea mano a las tribus de Hispania. Ambicioso, despiadado e inhumano, Galba comienza una campaña de terror para someter a todo el que muestra la más mínima rebeldía contra la república y empieza a ordenar actos de cruel barbarie y opresión por todo el territorio. Sin embargo, no se imagina que un hombre humilde llamado Viriato está organizando a los nativos para enfrentarse a él... Este hombre clama una cosa más: venganza. Viriato está llamado a ser uno de los héroes más grandes que nunca se ha enfrentado al Imperio Romano.


Es muy recurrido eso de que en España a las series españolas el público más exigente (o más "freakie" si quieren llamarlo incluso, a pesar de las múltiples acepciones que tiene hoy la palabra) no las apoya. Es cierto en líneas generales, desde luego, pero es bien cierto también que en este campo los productos patrios dejan, en más de un noventa por cierto (sin exagerar) mucho, pero que mucho que desear. Salvo honrosas excepciones como la reciente y soberbia "Crematorio" o la todavía en parrilla "Isabel", hay poquito, pero muy poquito salvable en nuestro panorama de la pequeña pantalla. ¿Por qué? Dicen que por presupuesto. Que aquí no tenemos los medios de la HBO. Que aquí no se puede hacer un "Juego de Tronos" o un "The Walking Dead". Pero no, eso es una excusa en la mayor parte de los casos. El problema del mercado de las series españolas es lo poco que arriesgan en todos los aspectos, lo repetitivo y anquilosado de sus propuestas, el poco caso que se le hace al papel de Internet en todo esto (le guste o no a los estreñidos de siempre la red ha sido básica para la promoción de series y para el propio mercado del DVD desde el "boom" que comenzó con "Perdidos" hace ya diez años) y sobre todo las eternas y férreas concesiones al público menos exigente de los exigentes, ese público que se traga cualquier cosa que le echan en la tele para pasar el rato y que le importa un pito ver a famosos echándose en cara sus miserias que a romanos dándose de leches. Aquí no puede haber un "Juego de Tronos" o un "The Walking Dead", pero tampoco puede haber un "Breaking Bad" o un "True Detective", donde no hay que recrear ni zombies, ni mundos imaginarios, ni monstruos, ni grandes batallas: aquí tiene que haber por fuerza una historia de amor o un trío o un cuarteto, tiene que haber por huevos un secundario cómico (o varios y si son de porte enrollado-castizo mejor), tiene que haber porque sí un malo malísimo que es malo porque es malo y tiene que haber obviedades obvias en el peor de los sentidos desde el guión de partida. ¿Soy duro? Hay que serlo. Es lo que hay.


"Hispania. La leyenda" es el ejemplo perfecto que ilustra todo lo que falla en las series españolas. Surgida prácticamente a la vez que la exitosa "Spartacus" (posiblemente se buscaba aprovechar algo de su tirón, lo cual me parece lógico), la serie narra la épica lucha de Viriato contra los romanos. ¿Por qué no retratar la vida de este personaje histórico que fue uno más de esos héroes que supo poner contra las cuerdas al imperio más poderoso de su tiempo? Si se hacen películas y series del mencionado Espartaco o del genio de la guerra cartaginés Aníbal Barca (del que por cierto dicen que viene una serie en camino producida por Halle Berry)... ¿Por qué no se van a hacer de Viriato? Por supuesto, y tristemente, todo lo prometedor de la propuesta termina tirado por los suelos. ¿Por qué? Por lo de siempre: el guión. Se le puede perdonar a "Hispania" el tener millones de imprecisiones históricas (series geniales como "Spartacus" o "Roma" las tienen, y películas como "Gladiator" o "Braveheart" o incluso clásicos como "Ben-Hur", "Cleopatra", "El Cid" o el propio "Espartaco" de Stanley Kubrick). Se le puede perdonar la falta de presupuesto y que las escenas de acción sean más flojas o las batallas menos espectaculares. Se le puede perdonar hasta el infumable formato de capítulos de una hora y diez minutos. Lo que no se puede sin embargo perdonar es un guión que es, con todas las letras, una basura.


Ver a personajes tan planos, tan tontorrones, tan buenos buenos y tan malos malos recitando unos diálogos pedestres y estúpidos a veces (escuchar frases como "Aníbal sí que se lo montó bien" sacadas de la boca de un pastor ibérico dan ganas de apagar la pantalla y salir corriendo) es todo un ejercicio de serenidad budista. Intentar deglutir una historia que no avanza, que está constantemente detenida en los mismos conflictos, dando vueltas sobre sí misma, es pedir mucho al espectador exigente. Ver a personajes del Mundo Antiguo hablando en términos de nuestros días nada disimulados y simplificados hasta la náusea da vergüenza ajena. Chuparse historias de amor gratuitas y ñoñas y desvaríos sin puta la gracia de secundarios cómicos infames no está pagado. La serie sólo tiene veinte capítulos (y la tercera temporada únicamente está compuesta por tres), pero se hace verdaderamente interminable. Ni siquiera algunos excelentes actores como Lluis Homar, que da vida a un villano de altura (eso no se puede negar, el personaje de Galba es excelente; prácticamente el único que se salva de la quema y el único que resulta interesante y que tiene algo de profundidad en su búsqueda enfermiza del poder en Roma), ayudan a levantar un mínimo el conjunto.


"Hispania. La leyenda" es un bodrio, nos pese o no, y demuestra que, incluso cuando salimos de las habituales comedietas costumbristas que tanto éxito tienen en nuestras televisiones, la cagamos. Y no es ensañamiento con un producto sólo porque sea español: ahí están maravillas como las mencionadas "Crematorio" o "Isabel", series que no tienen nada que envidiar a las de, por ejemplo, la también mentada HBO. Pero son dos en un mar de mediocridad infinito. Curiosamente, "Hispania" tuvo un spin-off protagonizado por Galba en 2012 llamado "Imperium" que mejoró bastante el panorama a pesar de que fue cancelado el mismo año tras haber tenido sólo seis capítulos. De esta otra serie hablaré mañana, porque contra todo pronóstico se salva de la quema.


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