Porco Rosso

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jueves, 14 de agosto de 2014

EL ÚLTIMO MOHICANO de Michael Mann - 1992 - ("The last of the Mohicans")


1757. Ingleses y franceses luchan en Norteamérica por el control de sus territorios y colonias. Nathaniel Ojo de Halcón es un hombre blanco que fue adoptado por Chingachgook, uno de los pocos indios Mohicanos que quedan, y que vive con él y con su hermano en plena naturaleza. La guerra que se desarrolla en sus tierras no le interesa, a pesar de que tanto un bando como otro intenta atraerse la confianza de los nativos para reclutarlos como aliados. Su vida, inesperadamente, cambia para siempre cuando él y su familia salvan a Cora Munro, hija de un oficial inglés, de un ataque de la brutal tribu de los Hurones, supuestamente amiga de los franceses.


La confirmación definitiva de Michael Mann como el gran autor que es de cara al público le llegó, tras la algo olvidada "Hunter", en 1992 con su adaptación de la novela homónima de James Fenimore Cooper de 1826 "El último mohicano". Aunque su género preferido es de lejos el thriller, y sus primeras obras (exceptuando la horrible y también olvidada "El torreón") así lo eran, aquí se desmarca por vez primera (y lo haría pocas veces) de él para presentar una fantástica película histórica de aventuras épicas que fue uno de los más grandes éxitos de su década (tal vez amparado por el del "Bailando con lobos" de Kevin Costner de dos años antes).  Una vez más tenemos el asunto revisionista de la extinción de los indios de Norteamérica a causa de las invasiones y guerras europeas, pero también por culpa de las propias guerras internas y milenarias entre sus diversos pueblos. El planteamiento no es novedoso, pero Mann es un maestro del cine le echen el género que le echen y construye una historia maravilla en la que la pura acción y aventura se combinan con una fluidez pasmosa con el drama, con la historia de amor y con el cine bélico (y las escenas de batalla son magníficas, por cierto; toda la del fuerte es una representación destacadísima). Los personajes, espléndidamente interpretados (en especial por un Daniel Day-Lewis perfecto, como siempre, que ya estaba en la cresta de la ola tras geniales papeles como el que hizo en "Mi pie izquierdo"), están construidos con precisión y lucidez y hacen gala de hondos conflictos y tampoco resultan maniqueos.


La representación de la época que Michael Mann realiza es, por otra parte, preciosa: tanto en los escenarios interiores como en los naturales (una absoluta maravilla su retrato de la Norteamérica profunda más indómita y esplendorosa) despliega su maestría tras la cámara. El vestuario es riquísimo, por otra parte. "El último mohicano" fue criticada también por cambiar acontecimientos del libro en el que se basa y también carácteres de algunos de sus personajes. No he leído el libro, así que me ciño a la película, que, como he dicho, es magnífica en todos los aspectos. Michael Mann dirigiría después de esta obra las todavía mejores e igualmente míticas "Heat" y "El dilema", que terminarían de lanzar su carrera a las estrellas.


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