Porco Rosso
miércoles, 4 de junio de 2014
BRAINDEAD de Peter Jackson - 1992 - ("Braindead")
Lionel Cosgrove vive con su sobreprotectora, remilgada y clasista madre en el lujoso caserón familiar. Está enamorado de Paquita, a la que ésta odia por ser de poder adquisitivo inferior. La vida para Lionel cambia cuando su madre es mordida en el zoológico por un mono-rata de la Isla de la Calavera y se transforma en un zombie. Lionel la encierra en el sótano para que nadie la vea, pero ella escapa y muerde a otros que también se transforman en zombies Lionel los encierra en el sótano a todos, y la vida prosigue normalmente... Aunque no por mucho tiempo.
Rodada con tres millones de dólares, Braindead, también conocida en España como Tu madre se ha comido a mi perro, fue la película que disparó a la fama y al reconocimiento a Peter Jackson por ser, además de una delirante y divertidísima comedia (hay que tomársela en todo momento como una comedia, lo que queda bien claro desde el primer minuto de metraje), por ser una de las películas más sangrientas de toda la historia del cine (incluso dentro del propio gore). La trama es así de absurda: la madre del protagonista es mordida en el zoo por un mono-rata de la Isla de la Calavera (la isla de King Kong) y se transforma en un zombie que el protagonista intenta ocultar de la sociedad en su sótano. La madre muerde a más personas y las transforma en zombies, y el protagonista ha de llevar una vida normal con todo el sótano abarrotado de monstruos que nadie puede ver. Por supuesto, los zombies escapan, y no tarda en llegar el desmadre de sangre, miembros y vísceras, coronado por una inolvidable escena final con monstruo enorme y repugnante incluido en la que se derramaron 30.000 litros de sangre artificial bombeada a cinco galones por segundo.
Braindead fue censurada en muchísimos países y en otros tantos fue expuesta con escenas cortadas. En Suecia hasta se alquilaba en los videoclubs con bolsitas para vomitar. Tampoco es para tanto (creo) La película tiene un contentido y una violencia completamente lúdicos: tanto el argumento (sobre madres sobreprotectoras y clasistas, amores no consentidos por estas madres y tíos malvados que buscan herencias ocultas) como la propia violencia sucia son una excusa para el desmadre y para que los espectadores se carcajeen sin parar. La sola idea de que el protagonista intente ocultar a los zombies de la sociedad ya es delirante (aunque muchos le han extraído dobles lecturas, así como al complejo de Edipo que se adivina entre el protagonista y su madre). En Braindead se corta, aplasta, mutila, destripa y destroza a un zombie de todas las formas posibles: hachazos, cuchillos, licuadoras, sierras y hasta segadoras de césped. El desenlace, a lo Grupo Salvaje de Sam Peckinpah, alcanza la media hora de matanza frenética e incesante. Posiblemente esta, la obra más famosa de Jackson, sea la película gore definitiva. Hasta ahora ninguna la ha igualado. Él mismo afirmó que no rodaría una película gore nueva hasta que apareciera otra más sangrienta que esta.
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