Porco Rosso
jueves, 5 de junio de 2014
BLADE de Stephen Norrington - 1998 - ("Blade")
Blade y su amigo y maestro Whistler se dedican a dar caza a la peor amenaza que acecha a la humanidad: los vampiros, que viven ocultos entre los hombres y que tratan de controlarlos en secreto. Sin embargo, por vez primera los propios vampiros están también en peligro. Uno de ellos, Deacon Frost, ambicioso y despiadado sin límites, planea hacerse con un poder milenario inimaginable que le permitirá ser el señor casi invencible del mundo tanto humano como vampiro. Blade va a tener que pararle los pies.
Stephen Norrington es un director mediocre que, desde el año 2003, no ha dirigido nada. Su filmografía se compone del filme de terror y ciencia ficción "Máquina letal", de la comentada "Blade", del drama "El último minuto" y de la cinta de acción "La Liga de los Hombres Extraordinarios".
"Blade" fue el filme visagra entre las "viejas" sagas de superhéroes del cine y las "nuevas". En 1997 Joel Schumacher terminó de cargarse el fabuloso mundo de Batman de Tim Burton con la infame "Batman & Robin" y en 1998 "Blade", el cazavampiros de Marvel (muchos se olvidan de que, efectivamente, este personaje pertenece al universo de Spiderman, X-Men, Los Vengadores y compañía) era un éxito de taquilla y abría el paso a la llegada, pocos años después, de las primeras películas de los mencionados Spiderman o X-Men. El hoy devaluado y anclado en papeles de filmes de acción menores Wesley Snipes, que en ese momento se encontraba en la cresta de la ola del cine comercial tras películas como "Los blancos no la saben meter", "Demolition Man", "Asalto al tren del dinero" o "Fanático" (y que incluso en aquellos años también hacía de vez en cuando papeles de más enjundia en películas de Abel Ferrara o Spike Lee) fue el elegido para ser Blade y, la verdad, supo aportarle carisma (que después de la trilogía de este personaje su carrera perdiese para siempre el interés es otra cosa). Blade era un cazarvampiros chulo, testosterónico, "tuneado", con armas y objetos para fanfarronear por todas partes, con frases lapidarias chorras y, por supuesto, con un buen corazón. Vaya, era una vez más el héroe de acción habitual de los ochenta y los noventa. Fue efectivo y hoy es un clásico de este tipo de cine y del de superhéroes, y nadie se imagina, por lo menos hasta ahora, a otro Blade que no sea él.
"Blade", dirigida por el mediocre Stephen Norrington, no es ninguna maravilla a pesar de ser entretenida y de ser ciertamente importante, aunque a menudo no se lo reconozcan, en la transición que he comentado hacia el cine de superhéroes "actual". La película tiene lagunas de guión por todas partes, escenas cogidas con alfileres, diálogos malos, improvisaciones y errores de bulto que son directamente de concepción (Blade a plena luz del día por la calle armado hasta los dientes y todo el mundo pasa de él... Joder, es duro). Los personajes también son bastante planos (los buenos, los malos, y ya). Sin embargo, las escenas de acción cumplen (y la del prólogo en la discoteca vampírica se ha convertido en un clásico del cine de superhéroes con el paso del tiempo) y el ritmo también. Hay que señalar de la misma manera que Kris Kristofferson tiene el carisma suficiente para apoyar al héroe y que Stephen Dorf, que también se ha devaluado mucho y que realizó años después de "Blade" papeles en películas verdaderamente infames (hoy parece ir, poco a poco, remontando el vuelo de nuevo tras trabajar con creadores como Lee Daniels, Michael Mann o Sofia Coppola) entrega el mejor villano de toda la saga. No es que los otros dos sean especialmente maravillosos, pero Dorf supo interpretar a un vampiro esnob y exquisito, conspirador y sexy, con mucha solvencia (al César lo que el del César). "Blade" no es ninguna maravilla, pero tiene su página en la historia del cine de superhéroes.
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