Porco Rosso
jueves, 29 de mayo de 2014
LA VIDA DE ADÈLE de Abdellatif Kechiche - 2013 - ("La vie d'Adèle")
Adèle va al instituto y tiene dudas sobre su sexualidad. Ha salido con chicos, ha tenido experiencias sexuales con ellos y no le terminan de llenar. Un día, ve por la calle a una chica con el pelo azul... Y se queda prendada de ella. Adèle se sume en una etapa de total confusión y una noche decide aventurarse a salir por ambientes gays. Allí, vuelve a ver a la chica del pelo azul...
El franco-tunecino Abdellatif Kechiche, aunque lleva dirigiendo desde el año 2000, ha despuntado con "La vida de Adèle". No he visto ninguna de sus películas anteriores, así que no puedo opinar de su filmografía, que a priori me resulta interesante. Se compone del drama sobre inmigración "La faute à Voltaire", del drama romántico "La escurridiza, o cómo esquivar el amor", del drama sobre el paro "Cuscús" y del drama histórico "La Venus negra".
A pesar de que sus largas y sin concesiones escenas de sexo la han hecho muy famosa, "La vida de Adèle" se ha convertido de forma fulminante y por méritos propios en una de las películas clave del último cine gay europeo. Abdellatif Kechiche, basándose en el cómic de Julie Maroh "El azul es un color cálido", narra en ella una simple historia de amor que se ramifica en el tiempo; la historia de un primer amor que pasa más allá de la adolescencia y que es la principal escuela vital de su protagonista, la Adèle que da nombre al título de la cinta y que descubre su homosexualidad cuando está en el instituto. De tres horas de duración, "La vida de Adèle" se pasa en un vuelo: el director despliega la trama con fluidez pasmosa, con ritmo, con el interés perfectamente dosificado en cada etapa de la vida de la protagonista y con el drama perfectamente equilibrado para no caer en efectismos ni en ñoñerías (los diálogos son naturales además, y nada pretenciosos pero cargados del justo significado). Asuntos como el confuso despertar de la homosexualidad, el camino iniciático del primer amor, la amistad y la familia, la ruptura de reglas sociales, el paso del tiempo, el descubrimiento de la propia sexualidad, el fin de la pasión o el desconcierto ante la llegada de la vida adulta y sus frustraciones aparecen tratados con lucidez y coherencia.
Por supuesto, la obra es, como era de esperar, un llamamiento en contra de la homofobia que sigue latiendo en muchos estratos de la sociedad y que no necesariamente son los más "adultos", homofobia a la que Abdellatif critica. Hay algo que hace, además, especialmente grande a "La vida de Adèle": las absolutamente soberbias actuaciones de sus dos protagonistas, Adéle Exarchopoulos y Léa Seydoux, que entregan dos papeles extremadamente sentidos y emotivos y que despliegan tanta quimica entre ellas que están capacitadas para poder rodar unas escenas sexuales largas, muy largas, y que son capaces de poner los pelos de punta (en todos los sentidos, desde el más puramente erótico hasta el que toca la fibra emocional más sensible). "La vida de Adéle" es una joya, una maravilla preciosa que no puedo dejar de recomendar.
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Sinceramente, para que se hagan películas lésbicas como ésta prefiero que no se haga ninguna… porque mucho decir que visibilizan y normalizan pero parece que nadie ve que en realidad estamos en lo de siempre: las relaciones entre mujeres se convierten en objetos de morbo masculino y en escenitas degradantes de tetas y coños antes que en cualquier otra cosa, y eso es más un retroceso que un avance.
ResponderEliminarSoy lesbiana y estoy muy harta de escuchar tantas alabanzas absurdas a esta película que no es más que el desahogo pornográfico de las obsesiones de un director déspota. Fui a verla ilusionadísima porque el cómic me había encantado y tenía las esperanzas de encontrarme con algo igual de bueno o quizá mejor, pero no puedo expresar mi sorpresa al encontrarme tamaña basura… Quince minutos de porno lésbico completamente gratuito e injustificado que ensucian el resto del metraje y actúan a modo de llamada de atención desesperada (así como llamada a la recaudación, a la audiencia y a la crítica masculina) para disculpar tres horas insustanciales, desaprovechadas y vacías, con lo que podía haber dado de sí una temática inicial tan fantástica. El director sólo se preocupó de rodar tijeras y cunnilingus, no hay rastro de la profundidad de la novela gráfica, de su estética cautivante, de su buen gusto, de su sensibilidad, de su despliegue en cuanto a temas y motivos… sólo sexo explícito, poses ridículas y morbo facilón para arrastrar a la gente a verla y convertirla en vouyers.
Sin esas largas escenas de sexo la película habría ganado en dignidad y fuerza, precisamente es contraproducente a su causa este excesivo regodeo. En lugar de estas escenas (o de gran parte de ellas) se podría haber aprovechado metraje e incluir, por ejemplo, una escena de ataque homófobo de los que están tan tristemente vigentes en Francia u otros países europeos, eso sí contribuiría a una mayor sensibilización del público y no una escena como la de las tijeras con la que la película cae en el ridículo, se descalifica a sí misma y le da la razón a quienes afirman que es pornografía mostrada sólo con el propósito de excitar. ¿Cuál es la intención si no de regodearse de tal manera? ¿Si no vemos ocho orgasmos no entendemos la pasión entre ambas protagonistas? ¿O la “necesidad” de meter estos quince minutos de sexo salvaje era porque si no nadie aguantaría tres horas soporíferas viendo a una actriz con cara de empanada? Mucho más importante y vital para la trama era la escena suprimida en el montaje final de los padres de Adèle echándola de casa cuando la pillan en la cama con Emma, que en el cómic marca un punto de inflexión importantísimo en la vida de la protagonista y así debería haber sido igualmente en la película para entender mejor su desamparo y su soledad. ¿Por qué se suprimió entonces? ¿Para darle más minutos al sexo? Resulta incomprensible.
Me pregunto cómo es posible que nadie (o muy pocos) vean lo que es en realidad esta película: una fantasía pornográfica de un director heterosexual, basándose en un juicio apriorístico de cómo follan dos lesbianas que no es más que su propio deseo puesto en imágenes (y además tiránicamente, en plan “vosotras tocaos hasta la extenuación que yo filmo mientras babeo). De haber sido dos hombres los protagonistas (o un hombre y una mujer), el director jamás se habría recreado así en una escena sexual entre ellos y la película no habría sido tan brillante para los críticos. Si la pareja hubiera sido heterosexual y si el sexo, aunque realista, hubiera sido tratado de manera más sutil, de esta película ni se habla. Y mucho menos se la premia. Pero claro, a los críticos heterosexuales les ha gustado mucho y por eso ganó Cannes…
ResponderEliminarPor eso, lo que me escama de todo esto (aparte de que me es imposible simpatizar con un señor que ha hecho que sus actrices se sientan poco menos que abusadas…) es que el director ha reducido una historia compleja sobre el amor, la amistad, la intimidad… en una larguísima escena de sexo hecha desde el punto de vista de un observador masculino que reduce a las lesbianas y a las mujeres en general en objetos hipersexualizados cuyas prácticas sexuales deben ser aquellas que despiertan los deseos del público. Como siempre, se reduce a las mujeres (lesbianas o no) a lo mismo. Objetos. Objetos con los que vender, comerciar, excitar… objetos masturbatorios y poco más.
Esta película no hace ningún favor a la causa homosexual, más bien todo lo contrario
Si me extiendo tanto y me expreso con tanta vehemencia es porque quiero que mi punto de vista (que es el de muchas lesbianas también) ayude a entender por qué tanta indignación justificada con esta película, por eso insisto en dar explicaciones de lo que considero que es un enfado lógico (el que también siente la propia autora del cómic) y no una pura histeria “porque sí”.
ResponderEliminarTe recomiendo encarecidamente la lectura del cómic original para que compruebes la diferencia por tí misma en todo cuanto afirmo: claro que hay sexo, de hecho nadie niega la necesidad de que lo haya, pero está tratado de una manera completamente diferente: con buen gusto, sensibilidad y respeto. Son escenas estéticas y realistas, no tan facilonas, exageradas y burdas como en la película, donde la mirada masculina y casi onanista se delata por sí sola. La autora, Julie Maroh, también expresó su indignación al respecto. Conste, insisto, que en ningún momento se discute sobre no mostrar sexo en la película, de hecho es necesario y está justificado que se muestre, pero no ASÍ. El problema no es con el sexo explícito siempre que esté justificado y bien presentado. El problema es cuando se ha decidido mostrar una escena sexual larguísima con el único propósito de crear morbo gratuito y polémica para después querer tomar al espectador por tonto, hacerse el ingenuo y pretender venderlo como “arte”. Eso es lo indignante. Más que una relación sincera y realista entre dos mujeres parece una fantasía pornográfica bastante tópica (e incluso ridícula por determinadas posturas) de un hombre heterosexual.
Ten por seguro que si Kechiche hubiera dirigido “Brokeback Mountain” o una historia de amor con dos hombres como protagonistas, ni de coña se habría recreado tanto. Es por este cúmulo de circunstancias por el que las lesbianas nos sentimos tan ofendidas: se nos reduce siempre a lo mismo, al mismo papel de objetos destinados a dar placer o morbo a la audiencia… Es curioso que las mayores alabanzas procedan, justamente, de hombres heterosexuales; las mujeres, heteros o lesbianas, la ponen bastante peor y son mucho más críticas. Será quizá porque la cosificación sexual de la mujer es algo tan enquistado en nuestra sociedad, en todos los ámbitos, lo tenemos tan admitido, que ni se permite darle la vuelta cuando alguien lo cuestiona (y entonces, de hacerlo, se nos tacha de histéricas, mojigatas o estrechas de mente, como si confundiéramos “abiertos de mente” con “necesidad de mostrar sexo explícito”) y, como siempre, se visibiliza a las lesbianas sólo para la consecución del placer masculino; se las muestra como objetos sexuales en la pantalla con la hipócrita excusa de que es necesario ver esas escenas pornográficas para entender la vida de la protagonista. Y así, la vida de Adèle se queda reducida a “La vida sexual de Adèle”. Una película fácil, vulgar, pornográfica, con todo lo que podía haber dado de sí (no se dedica apenas atención a la lucha interior de la protagonista, a los conflictos con sus padres y amigas ni la solución a los mismos, no se incide en la necesidad de una mayor visibilización y normalización, etc.)… Creo sinceramente que Kechiche no quiso desarrollar con la misma extensión y profundidad ningún otro tema más que el sexual, disfrazando tal cantidad exagerada de escenas pornográficas bajo tres horas de “cine” y “arte”. El director parece que sólo se dirige a un público específico para que alabe su obra. Podía haber hecho una verdadera maravilla, pero se dejó cegar por el recurso más fácil y explícito. Es verdaderamente una lástima.
Comparto la indignación, la cual no se debe a ningún fanatismo militante ni es una mera “pataleta porque sí”. Muchas lesbianas estamos muy hartas de escuchar tantas alabanzas sobre esta película. Si alguien quiere hacer porno, que lo haga, pero que no lo justifique haciendo ver que defiende algo o a alguien y sobre todo que se atreva a llamarlo por su nombre y a no disfrazarlo de otra cosa. Está claro que a los hombres heterosexuales el tema lésbico les encanta y les atrae muchísimo, pero se les ve mucho el plumero para que luego lo nieguen con tanta hipocresía… Lo que ha rodado Kechiche no es arte, es simplemente pornografía para canalizar sus propias fantasías y disfrazarlas a través de tres horas de “pasión”, “filosofía de los cuerpos” y “sensibilidad”, y si algo me molesta especialmente en esta vida es que traten de venderme una moto falsa o que quieran hacerme comulgar con ruedas de molino.
ResponderEliminarEl tema de la justificación a toda costa del sexo explícito me parece muy cansino de puro evidente. Es más: creo que forma parte de una corriente pseudoprogresista que confunde tías en pelotas con apertura de mente. Y no me lo trago: una tía desnuda en una peli de autor está tan desnuda como una tía desnuda en una peli de Pajares. De hecho, la actitud del cine de Pajares me parece más honesta… El cuadro del tipo que se excita viendo sexo entre dos mujeres es tan antiguo como el mundo, y “La vida de Adèle” no hace sino alimentar la fantasía de la que se nutren las películas porno de toda la vida. No entiendo con qué derecho este director se ha atrevido a utilizar a las lesbianas a través de una película que no es más que una apropiación machista y morbosa de su sexualidad.
En ningún momento digo que el sexo sobre en una película o que haya que taparlo. El sexo puede ser explícito y necesario en una película, claro que sí, pero cuando se muestra de manera tan evidentemente morbosa, degenerada (con respecto al cómic) y vulgarizada como aquí pues sí, me sobra, porque ver unas tijeras de 10 minutos no creo que me aporte nada al resto del argumento, ni a mí ni a nadie, salvo mera excitación o morbo… eso es lo indignante, que en ellas el director está lejos de ser ingenuo o esteta al haberlas rodado, sino morboso. Nuestra indignación (mía y de muchas lesbianas) radica en el hecho de que la mirada de este director es bastante hipócrita, porque nos quiere vender unas escenas sexuales supuestamente filmadas con realismo, belleza y sensibilidad cuando lo que vemos es pura recreación pornográfica con fines comerciales. El sexo lésbico vende, y eso el director lo sabía y por eso lo ha explotado, por eso todas las justificaciones de estas escenas nos parecen cuentos y engaños bastante perversos. Creo que muchos tíos han visto la peli sólo buscando las escenas porno, es más, esas escenas ya aparecen insertadas desgraciadamente en muchas páginas porno de internet o incluso el vídeo entero de 10 minutos se puede encontrar fácilmente si se quiere ver porno lésbico…
Eso es lo triste. Nos ha costado mucho que a las lesbianas se nos respete (y aún nos sigue costando diariamente) para que nos tengamos que ver expuestas de este modo y se nos visibilice sólo para fomentar el mito erótico frente al público mayoritariamente masculino, lo cual además resulta de muy mal gusto y muy frustrante, porque sentimos que es como si al exponer nuestro disgusto nos increparan: “¡Encima que os visibilizamos y de una manera artística además, os quejáis cuando deberíais aplaudir, sois unas histéricas y unas puritanas!”. Es casi como cuando las mujeres se ven “obligadas” a agradecer ese piropo que reciben por la calle sin haberlo pedido. Sinceramente creo que el día que veamos penes en pantalla con la misma frecuencia con que vemos coños y tetas podremos empezar a hablar de igualdad… y hasta que no vea una película de este mismo director que se recree durante diez minutos en dos hombres gays practicando un “justificadísimo” y “bellísimo” sexo anal seguiré pensando que Kechiche es un vulgar onanista y sólo ha buscado plasmar su propia fantasía.
ResponderEliminarEl arte, al menos como yo lo entiendo, y el verdadero talento de un director, está en su capacidad para mostrar algo verídico sin tener que echar mano de los recursos más fáciles, sino sugiriéndolos o al menos no haciéndolos tan absurdamente explícitos. La película habría ganado así en fuerza, poder de sugerencia, universalidad y sobre todo mensaje, sin quedarse en una superficialidad tan vacua y concesiva. Pero claro, sin estas escenas tan provocadoras no habría causado tanto entusiasmo en la crítica, de hecho habria pasado bastante desapercibida. No puedo por ello dejar de pensar que la de Kechiche es una visión muy cosificadora, aprovechada y morbosa sobre las lesbianas y que con el diamante que tenía entre las manos podría haber hecho una obra verdaderamente maravillosa pero se quedó en lo fácil, lo cual me parece muy triste. Existen multitud de alternativas y estrategias a la hora de comercializar una obra. Implicar y ofender a una serie de personas, e incluso a la autora de la obra literaria, es un mal recurso que demuestra, además, mucha prepotencia e interés por parte del director, preocupado más en vender un producto por el camino más burdo y facilón, reduciéndolo a un mero espectáculo morboso para llamar la atención, que en extraer y saber plasmar un mensaje más profundo.
A Paula: me hablas como si fuese una mujer y soy un hombre.
ResponderEliminarA Paula y a Emma: soy bisexual y me encantaron las escenas de sexo. Me parecieron una maravilla y su ternura me puso los pelos de punta. Me habría parecido lo mismo con dos tíos o con un tío y una tía. No veo cosificación por ninguna parte: el sexo es bello y la pornografía es bella si se hace bien. No he leído el cómic y no sabía lo de la escena en la que los padres la echan de casa, pero como bisexual creo que la película es claramente antihomófoba. Y bueno, me da igual que la gente se masturbe o no: yo no me siento cosificado si en una película aparecen dos tíos teniendo sexo y alguien (heterosexual o no) siente deseo de masturbarse mirándolos, la verdad...
También he de decir que vi esta película con una amiga bisexual y con varias amigas suyas lesbianas y a todas les encantó. Respeto las opiniones, pero no comparto las vuestras. A mi esta película me parece una maravilla.
Leí que la parte sexual fue improvisada por las actrices. :) Yo también soy lesbiana, y a mi sí me encantó la peli, y me la recomendaron distintas amigas que también les gustó ;)
ResponderEliminarEn mi opinión creo que está bastante lejos de ser una porno hecha para heterosexuales.
Saludos.
Quienes tenemos verdadera sensibilidad despreciamos profundamente esta película, tan absurda y ofensiva como si hubieran puesto a Ingrid Bergman follando a cuatro patas en Casablanca... La vida de Adele no es más que pornografía comercial y facilona disfrazada de hipócrita intensidad.
ResponderEliminarMuy bien Cora: tú decides quien tiene verdadera sensibilidad y quien no, ¿no? Pos fale, pero si no te gusta la peli no vengas a dar lecciones de sensibilidad ni de moral; no la veas más y punto, pero déjanos disfrutarla a los que nos ha encantado, heterosexuales, homosexuales y bisexuales.
ResponderEliminarUna habitación con vistas. La cámara gira hacia el interior y se ve a un tío en la cama.
ResponderEliminarEs Abdellatif Kechiche tocándose la polla y hablando por teléfono con su mejor amigo y consejero espiritual.
- Tío, no paro de pensar en tías en bolas, en plan rollo bollo.
- Pues nada, móntatelo a lo Medem: haz una peli que vaya de bollos, y que estén bien buenas. Y de paso que te pajilleas tú se pajillea media humanidad, que el rollo bollo tiene mucho público.
- Ya, pero si hago lo que estoy pensando va a parecer que hago porno. Y yo tengo un nivel, tío.
- No hay problema. Haz que hablen de vez en cuando y que digan cosas poéticas. Tú eres Kechiche, no haces porno, haces poesía.
- Ya, pero sólo con eso no va a colar. Pienso tenerlas un montón de rato en bolas, necesito algo más.
- Bueno, puedes alargar la película indefinidamente con muchos primeros planos, así por mucho tiempo que las tengas en pelotas siempre podrás decir que también les sacas la cara de vez en cuando. Un primer plano de los mocos mientras la protagonista llora puede ser la hostia.
- Y eso para qué?
- Para nada; eres Kechiche, un poeta, un artista de la imagen, un creador. No tienes que dar explicaciones. La gente se preguntará el porqué de cada plano y harán sesudos análisis y se olvidarán de lo de las tías en bolas.
- Jo, tío, eres un crack. Me has salvado la vida. Mira que estaba como el pico una plancha con el tema éste.
- Pos nada, haz la peli. Oye, y de paso me haces un favor. Conozco a una nena que está buenísima, la jodida se llama Exarchopoulos, toma ya, Adèle de nombre. He intentado tirármela de todas las maneras posibles, pero nada, no consiente la hijaputa. Como tiene ínfulas de actriz, si la contratas por lo menos la podré ver en pelotas y pegarme un meneíllo. Qué me dices, chaval?
- Hostia, tío, eres el puto amo. Y ahora que lo pienso, me gusta el nombre de tu nena. Voy a titular la peli en su honor “La vida de “Adèle”.
- Ah, pues de puta madre. Un gran detallazo por tu parte. Oye, no estarás intentando tirártela, no? No te lo perdonaría en la vida. Pero bueno, si te la tiras luego me la pasas… y pelillos a la mar. Qué dices, hace el apaño?
Y así fue como el bueno de Abdellatif, con el fin único y exclusivo de echarse unas pajillas, nos la metió doblada y ganó la Palma de Oro en Cannes, además de un montón de aclamaciones de críticos que han sabido muy bien justificarle.
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ResponderEliminarQue pesada y cansina eres. Pues no veas la peli nunca más, pero déjanos en paz, por favor, con tu moral rancia de odio al hombre heterosexual. No llevas la razón ni la llevarás nunca, y miles de personas heteros, bi y gays (mujeres muchas) seguirán disfrutando de esta película por siempre. Yo mientras me seguiré masturbando (sexual y emocionalmente) con esta maravilla que es "La vida de Adéle". Saludos de un bisexual.
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ResponderEliminarSe acabó mi paciencia. Paula, cada nuevo comentario tuyo será borrado automáticamente (a ver si te crees que me he caído de un guindo: eres tú escribiendo con diferentes nicks la misma opinión una y otra vez). Si no te gusta la peli, no la veas nunca más, y ya está. Respeto tu opinión aunque no la comparta, así que te pido respeto yo ahora por las personas a las que sí nos ha gustado. Ya hay suficientes comentarios tuyos dando tus argumentos y uno más será eliminado, Y si no te gusta, no leas más mi blog. Esto es lo que hay. Fin.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
EliminarTe lo dije: eliminado el comentario. La vida de Adele es un peliculón, te guste o no, y es lo que hay :)
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