Porco Rosso

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martes, 28 de enero de 2014

LA PRINCESA MONONOKE de Hayao Miyazaki - 1997 - ("Mononoke Hime")


El joven príncipe Ashitaka cae presa de una maldición tras acabar con el dios jabalí Nago y, para buscar una forma de curarse, se ve obligado a abandonar su pueblo en dirección a la tierra de la que proviene este dios. En su camino, va a descubrir un mundo en peligro a causa de fuerzas misteriosas... Y de la acción destructora del ser humano. Ashitaka va encontrar también, sin embargo, su camino en la vida.


A pesar de la grandísima fama de la que gozó la soberbia "Porco Rosso", fue tal vez "La Princesa Mononoke", llegada a países como España en plena fiebre del manga (en su etapa de madurez además, a finales de los años noventa, cuando el cómic en general empezó a ser reconocido como se merecía), la película que terminó de localizar en occidente (tal vez de forma algo tardía, pero es normal) a Hayao Miyazaki como el gran y reconocido maestro de la animación que es a nivel mundial. Volvemos a tener sus asuntos de siempre (la ecología, la defensa del medio ambiente y el férreo antibelicismo) esta vez en el marco de una Edad Media japonesa mítica y legendaria poblada por seres fantásticos. Volvemos a tener la imaginación desbordante a nivel visual que caracteriza a su autor (con una de las galerías de monstruos y entes sobrenaturales más carismáticas de su carrera, que ya es decir), volvemos a tener unos escenarios recreados con un esplendor sin par y volvemos a tener una animación absolutamente maravillosa de un realismo, detalle y fluidez que se puede calificar como legendaria. Y volvemos a tener una trama original y encantadora con diálogos ejemplares en la que se enfrentan dos mundos contrapuestos: el de la naturaleza y el de los humanos que necesitan "aprovecharse" de ella por diversas razones (perfectamente extrapolable a nuestros días y al drama de la explotación del planeta por parte de agentes sin escrúpulos).


"La Princesa Mononoke" tiene una trama en la que la aventura pura, las escenas bélicas y el intimismo romántico se complementan sin fisuras y unos personajes que desprenden carisma desde el primer minuto y que despliegan dilemas universales (la integridad, el amor, el odio, la amistad, el respeto, el hastío de un mundo injusto...) excelentemente recreados. Las escenas de acción y de batallas son, una vez más, puros prodigios: vibrantes, impactantes, capaces de sentar escuela tanto en la animación como en la imagen real. Y, como he dicho, es un filme cargado de contenido y de referencias a nuestro tiempo; el de 1997 y el de ahora, 2014. No ha perdido, tristemente, actualidad. Si alguien no ha visto otra de las grandes obras del sensei de la animación japonesa... ¿A qué está esperando?


1 comentario:

  1. Una total y absoluta obra magistral de Miyazaki. De las mejores películas de animación y de aventuras que he visto. Simplemente imprescindible.

    ¡Un saludo!

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