1973. Anna es una trabajadora social que está pasando por una mala época tras la muerte de su marido, que la ha dejado sola al cargo de sus dos hijos pequeños, que también le echan muchísimo de menos. Un día, visita a una familia conflictiva, de un barrio problemático, para saber por qué no envían a sus niños al colegio. En su casa, encuentra una situación extraña... Y una terrible maldición.
Nueva entrega de la ya larga y bien expandida saga de "Expediente Warren": "La Llorona". Ahora se trata de una historia independiente de un fantasma que poco tiene que ver con la trama principal, en la línea de "La Monja". Dirigida por el debutante en el largometraje Michael Chaves, tiene todos los tópicos de siempre y no es una gran maravilla de su género, pero por lo menos está hecha con menos desgana que la mencionada "La Monja", que era un auténtico e infame despropósito. El concepto de "La Llorona" da mucho juego: el fantasma de turno es verdaderamente carismático y espeluznante, y hay sustos muy, muy bien explotados, hechos con cariño y con inteligencia (el del paraguas me parece absolutamente genial: me dio muy, muy mal rollo). Luego, el argumento y su resolución son lo más simple del mundo, y hay tres mil lugares comunes, y lagunas de guión, y personajes muy desdibujados que hacen cosas muy estúpidas para alargar la trama de forma tonta, pero tampoco da nada vergüenza ajena. Actores bien (también los niños), ambientación bien, efectos especiales bien, y un cierto humor que no desentona con el conjunto. Posiblemente, sea ésta hasta ahora la entrega de la serie que menos relación tiene con todas las demás, pero eso permite también que el director de rienda suelta a cosas diferentes y experimente un poquito más. "La Llorona" no es la quintaesencia de su género, pero es muy digna dentro de las barbaridades que se acometen diariamente en él y entretiene mucho.
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