Porco Rosso
jueves, 15 de marzo de 2018
NADIE QUIERE LA NOCHE de Isabel Coixet - 2015 - ("Nadie quiere la noche")
1908. Groenlandia. La estadounidense Josephine Peary ha llegado a la isla helada desde Washington con el objetivo de encontrar a su marido, el explorador Robert Peary, que se ha adentrado en las inhóspitas tierras norteñas buscando ser coronado como el descubridor del Polo Norte. Josephine quiere también este reconocimiento, y es una mujer valiente y atrevida que, a pesar de los consejos de todos los que la rodean, que creen que ese lugar no es el idóneo para alguien del sexo femenino, va a sumergirse en estas oscuras e inhóspitas latitudes. Josephine está a punto de cambiar su vida para siempre, y también su concepción del mundo que la rodea.
"Nadie quiere la noche" es una de las películas más personales y a la vez "extrañas" de Isabel Coixet. Personal y extraña porque se aleja bastante del tono habitual de su autora pero, a la vez, es capaz de encontrar su propia voz en la descripción del periplo de un personaje real, una mujer llamada Josephine Peary, que en 1908 se interna en el Polo Norte en busca de su marido, Robert Peary (al que se le atribuye la conquista de dicho Polo Norte) y vive una serie de aventuras, bastante libremente retratadas por la directora, con la amante inuit de éste, Allaka. La historia del filme no es fiel a lo realmente ocurrido en todo, pero sí que extrae las líneas básicas para narrar la aventura de dos mujeres que, en un mundo brutalmente machista (tanto el norteamericano como el inuit), unen sus fuerzas para sobrevivir a un clima extremadamente hostil para que el muchos creen que no están preparadas. La Coixet más militante está de vuelta en un retrato de dos mujeres que, según las reglas de sus sociedades, deberían estar enfrentadas por ese supuesto "premio" que es el hombre. El filme, además de feminista, revisa el colonialismo con un ojo crítico y se posiciona contra cualquier tipo de racismo o creencia de supremacía cultural. Y lo hace por medio de unos personajes muy bien definidos y perfectamente interpretados por Juliette Binoche y Rinko Kikuchi (ambas espléndidas y con una química genial), por medio de unos diálogos lúcidos y justos y sin abusar de esa poesía a veces forzada que a Coixet tantas veces se le escapa (y que ha lastrado algunos buenos argumentos suyos en otras películas).
El filme adolece, eso sí es cierto, de una parte final un tanto reiterativa y lenta que puede llegar a cansar. La directora, en su afán por retratar el horror del aislamiento en las inmensas y oscuras regiones polares, se excede en el sopor consciente y angustiante que aplasta a las dos protagonistas en el iglú. No está bien equilibrado: el ritmo se resiente. A pesar de esto, "Nadie quiere la noche" no queda lastrada. Por cierto, sus paisajes son fantásticos y preciosos, y el acierto de las escenas rodadas en estudio, con un aura clásica entrañable y muy bien conseguida, es notable. Isabel Coixet, que había flojeado un poco en los años anteriores a este filme de 2015, nos vuelve a regalar otra de sus buenas películas. Recomendable biopic de interpretación libre y retrato de mujeres fuertes en una época en la que lo tenían todo en contra.
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