Porco Rosso

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lunes, 29 de enero de 2018

EL INSTANTE MÁS OSCURO de Joe Wright - 2017 - ("Darkest Hour")


Mayo de 1940. Adolf Hitler avanza implacable por Europa y ningún país es capaz de hacerle frente y se suceden las derrotas y las rendiciones. En Inglaterra, el primer ministro Neville Chamberlain es forzado a dimitir a causa de su incompetencia para hacer frente sin titubeos al dictador. Al día siguiente, a la vez que Alemania invade Francia, Bélgica y Holanda, le sucede Winston Churchill, un hombre en el que muchos tampoco confían pero que no está dispuesto a retroceder ni un sólo milímetro ante la amenaza mundial que supone el régimen nazi... Este hombre está a punto de dar a su país y al mundo una gran sorpresa.


El polifacético Joe Wright ha pasado en los últimos años por una etapa de obras más fallidas o mediocres que le han hecho perder la brillantez de sus primeros filmes. Su versión de "Anna Karenina" fue una metedura de pata muy ambiciosa y arriesgada, con muy buenas intenciones pero metedura de pata con todo, y su incursión en las aventuras con "Pan" no fue del todo mal pero podría haber ido mucho mejor. Con "El instante más oscuro" vuelve a la calidad que le hizo famoso y se sumerge por vez primera en el género del biopic. Es cierto que este filme, que narra la intervención más crucial de Winston Churchill en la organización de la defensa de Inglaterra frente al ataque de los nazis en la Segunda Guerra Mundial, es uno de esos llamados "filme de actor". Es decir, está hecho claramente para el lucimiento del actor protagonista. Que lo clava, y eso es suficiente, porque a pesar de sus intenciones la trama cumple y se ve potenciada por este actor, que es un Gary Oldman para el recuerdo, soberbio, totalmente inmortal tanto en la caracterización (asombrosa) como en la interpretación (de puro estudio). Oldman es "El instante más oscuro" en más de su cincuenta por ciento. Se come la pantalla, se come al espectador: lo devora todo. Pero también está ahí Wright dirigiéndole con maestría, dirigiendo también a un plantel de secundarios que es igualmente espectacular, poniendo un ritmo dinámico, ordenando información y hechos con equilibrio y sabiduría, colocando el contexto histórico con lucidez, retratando los conflictos sin simplismos y sin demagogias, poniendo al drama y al humor en la misma balanza y creando una ambientación de diez con una fotografía de diez. La puesta en escena exquisita lo termina de realzar y redondear todo.


Sí, definitivamente estamos ante una película que es una descarada película de Oscar que busca a muerte el Oscar y todos los premios por añadidura que se pueda llevar por delante. Sí, su concepción es fácil de llevar a cabo y parte ya con bastantes ventajas desde la salida para gustar a públicos tanto amplios como mínimamente exigentes. Tampoco hay nada malo en ello, oigan, y la verdad es que este director siempre ha sido amigo de cambiar de género constantemente y de arriesgarse sin parar, lo cual es muy, pero que muy loable. Y Gary Oldman es uno de los mejores actores de su generación y nos vuelve a dejar, una vez más, con la boca abierta. Bienvenidos sean los dos y bienvenida sea esta colaboración impecable.


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