Porco Rosso

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viernes, 24 de noviembre de 2017

AYER NO TERMINA NUNCA de Isabel Coixet - 2013 - ("Ayer no termina nunca")


En un año 2017 alternativo España ha sido incapaz de hacer frente a su deuda y ha caído en picado hacia unos niveles de paro y de pobreza demenciales que la han hundido en una recesión terrible. Un hombre de mediana edad que emigró a Alemania vuelve a su ciudad, Barcelona, para solucionar unos asuntos... Con su ex mujer, que se quedó en el país y que ahora vive en la miseria. Entre ambos surge una gran discusión y rebrotan los estragos de un dolorosísimo pasado en común. Y, sin embargo, también aparece la esperanza...


Siempre he pensado que el cine social español verdaderamente combativo ha brillado bastante por su ausencia a lo largo de la historia de este arte, sobre todo en comparación con otros países. Lo sigo pensando, y es que, por desgracia, salvo honrosas excepciones, veo pocas, muy pocas películas verdaderamente comprometidas y que muerdan de verdad al sistema en este país. Por fin estamos saliendo de la peor crisis económica de la democracia y, desde 2008, el año en el que estalló, puedo contar con los dedos de una mano las obras cinematográficas que se han hecho sobre esta crisis terrible (y prácticamente ninguna de ellas se ha atrevido a ser valiente de verdad en su retrato). Imagino que, como pasa habitualmente, se harán cuando la crisis ya esté finiquitada del todo, y entonces servirán, como denuncia, para muy poco (casi se podrán calificar como películas históricas más que sociales, lo cual es muy lamentable). Por cosas como esta, alabo a Isabel Coixet por rodar en 2013 "Ayer no termina nunca". Eso sí, alabo el intento, porque por maldita desgracia la película es infumable. La directora se atrevió, en uno de los peores años de esta susodicha crisis (desde 2009 a 2013 fue sin ninguna duda la peor de sus curvas), una película que imaginaba una España alternativa que en el año 2017 había sucumbido al peso imposible de su deuda y nadaba en índices de paro y pobreza que ni Grecia llegó a imaginar en sus peores momentos y que por suerte no se ha materializado (estamos precisamente ya a punto de acabar este 2017 y aunque quedan secuelas de esta crisis no hemos nunca llegado a alcanzar el extremo demencial de esta ucronía). Hasta aquí todo bien. El problema viene cuando el filme, un diálogo entre dos actores (Javier Cámara y Candela Peña) en un único escenario, de estilo teatral, es una colección de conversaciones pedantes y pretenciosas, totalmente irreales, sobre todo y sobre nada, que terminan cayendo en eso mismo: en nada.


La crisis es el telón de fondo, y luego está el amor perdido y recuperado y la esperanza. No se solapan bien los dos asuntos y ambos se pierden en lo inocuo. La mencionada crisis, el supuesto asunto central de todo, acaba importando bastante poco y por ello la crítica social se diluye y no tiene ninguna efectividad. El amor y el desamor siguen adelante, pero con la referida pedantería. Aquí a Coixet no le han salido bien los diálogos, y no ha sabido articular unas conversaciones coherentes. No se centra en ninguno de sus temas, y otros que aparecen como la muerte lo hacen de pasada. En fin, es una pena, pero esto es lo que hay. La película resulta soporífera, aburridísima, infumable, nada interesante. Ni crisis, ni amor, ni paso del tiempo, ni futuro, ni leches. Todo es un batiburrillo de ideas interesantes con una premisa que se queda en una mamarrachada. "Ayer no termina nunca" es una obra preñada de buenas intenciones y pésimamente ejecutada. Me da mucha pena, porque como he dicho Coixet es de las pocas que se ha atrevido a hacer en este país una película sobre la crisis durante los peores años de la crisis. Pero lo que hay es lo que hay y no se puede rascar nada de esta plasta sin sentido. 2013 no fue un buen año para la directora: aún habría de estrenar otra película, de terror y de producción inglesa, llamada "Mi otro yo" que fue también un gigantesco despropósito. De ella hablaré mañana.


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