Porco Rosso

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jueves, 29 de junio de 2017

TAXI TEHERÁN de Jafar Panahi - 2015 - ("Taxi")


El cineasta iraní Jafar Panahi recorre las calles de Teherán, la capital del país y su ciudad, en un falso taxi con el que va recogiendo a diversas personas que le van dando su visión crítica de la situación por la que pasa su nación, sometida a una de las peores dictaduras religiosas del mundo.


Jafar Panahi, el incombustible, el valiente sin interrupción, el ejemplo de rebeldía y de lucha por la libertad. Le han criticado últimamente a muchos críticos, valga la redundancia, la condescendencia que han tenido con sus últimas películas y en especial con la última, esta "Taxi Teherán" que hoy comentamos, que se llevó el Oso de Oro de Berlín en su año, solo por la situación por la que está pasando. Yo creo que se lo merece, y además creo que premios como éste son premios a una de las personas más arrojadas y a uno de los más grandes guerreros de la justicia y de la libertad de los últimos años. Ya nos sabemos la historia: por sus ideas políticas y sociales, por su cine, por sus opiniones, Panahi fue condenado por la dictadura de su país, Irán, a estar dos décadas sin ejercer su oficio, sin salir de sus fronteras y sin poder conceder entrevistas en los medios extranjeros. Y él, en los cinco años que llevaba hasta 2015 en esta situación, se las ha apañado hasta ese momento para rodar tres películas y encima para sacarlas en secreto de su país y exhibirlas en festivales internacionales de renombre. Admirable. "Taxi Teherán", más simple que la anterior "Pardé. Closed Curtain", y menos críptica y simbólica, vuelve a los derroteros de "Esto no es una película" y nos entrega un documental de ficción en el que el propio director conduce un falso taxi a través de las calles de Teherán, la capital iraní y su ciudad, al que va subiendo toda clase de gente que va dejando su granito de arena, su opinión, su crítica al sistema. Algunas apariciones son impostadas (no hay otra forma de localizar a personajes tan interesantes) y otras parecen ser completamente casuales. El taxi es una prisión móvil que sirve de metáfora perfecta de la situación no sólo de Panahi, sino de su nación en general.


Contrariamente a lo que se pueda pensar, "Taxi Teherán" está rodada con humor, casi con candidez, y Jafar Panahi, al volante, se muestra como un individuo tranquilo y feliz a pesar de su condena, de apariencia optimista y que no denota en ningún momento ningún tipo de cansancio de su lucha contra su opresivo régimen. Se tratan los asuntos de la falta de libertad, de la pobreza, de la opresión, de la por desgracia marginación de la mujer iraní, relegada a la nada; del fundamentalismo religioso y de su fanatismo entre otros. Todo ante la cámara que registra a una variopinta cantidad de personajes con una gran frescura. "Taxi Teherán", rodada de forma sencilla por vocación y obligación, precaria pero rompedora en un país donde no se puede hacer nada sin que el ojo de los dictadores le vigile a uno y le censure sin descanso, es una obra de un mérito extraordinario, como las mencionadas "Esto no es una película" y "Pardé. Closed Curtain", un cine urgente y, aunque suene pedante y manido, necesario, que se revuelve contra una realidad terrible que azota a un país que en un momento de su historia fue una cuna de libertad y de cultura y que por culpa del fanatismo religioso se convirtió en una de las peores dictaduras del mundo. Imprescindible.


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