Porco Rosso

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viernes, 7 de abril de 2017

GHOST IN THE SHELL de Rupert Sanders - 2017 - ("Ghost in the Shell")


Mira Killian es la mayor de la Sección 9, un grupo de expertos agentes del gobierno que lucha contra los criminales tecnológicos. Mira y sus compañeros se enfrentan a una misión como nunca antes han visto otra: alguien está pirateando las mentes de las personas. Pronto, descubren que alrededor de lo que está ocurriendo late algo mucho más oscuro de lo que esperaban...


No me gusta la cultura del remake a mansalva. Entiendo que algunos pueden ser interesantes, pero creo que cuando una buena obra está ahí, no hace falta copiarla, salvo en casos excepcionales, muy excepcionales (o la obra es muy antigua o la obra era un truño desaprovechado). Pero bueno, si el remake de marras está bien, tampoco lo voy a putear sólo por ser un remake. El de hoy no está bien sin embargo, y está hasta mal, muy mal. "Ghost in the Shell" es una de las películas animadas japonesas más importantes de la historia y era raro que Hollywood no le hubiese hecho antes una versión con actores. Insisto: si la hacen bien la puedo perdonar. Pero es que esta cosa no hay por donde cogerla. Toda la trama es inventada, una sombra patética de la trama original a la que le han puesto tres o cuatro de sus escenas calcadas para que los freakies tal vez no protesten. No hay mensaje filosófico ni retrato político, no hay desarrollo de personajes, los diálogos son cutres y toda la historia se reduce a una lucha típica de buenos contra malos (todo lo que no era el filme de Mamoru Oshii de 1995, ni de lejos). Los actores tienen carisma cero; es que ni Scarlett Johansson ni un invitado de lujo como Takeshi Kitano (que sólo habla japonés y todos le entienden por la puta cara) dan para nada más que para figurar. Y encima la estética es terrible, horrorosa, y además está hoy totalmente fuera de lugar: todo el realismo sofisticado de la obra original, con esas calles a caballo entre el siglo pasado y el presente que resultó bastante profético con el paso del tiempo es sustituido por un universo kitsch que no es más que una copia penca de "Blade Runner" devaluado. El futuro barroco de carteles luminosos y hologramas con el que se soñaba en los ochenta y en parte de los noventa ya está más que superado: si hoy en día tenemos miles de datos en un robotito de bolsillo, ¿a qué leches viene construir una sociedad supuestamente más avanzada que la nuestra donde todo es incómodo e invasivo, nada sutil ni minimalista?


En fin, es que no hay por donde coger a esta cosa infame y salchichera. Y si para colmo esperan los fans de la franquicia parecidos con la cinta original, ya pueden echarse a llorar: todo está al revés. Pero todo, todo, todo. Sí, se han lucido Rupert Sanders y sus chicos: no podían haberlo hecho peor, es que ni queriendo, oigan. Y ahora me voy al espacio de los "spoilers" para terminar con el destripe de esta infamia. En serio, no la vean: es puta basura de la más infecta y demoníaca, es "Ghost in the Shell para tontos", una adaptación masticadita para habitantes de pueblos de la Norteamérica profunda que en su vida van a ver nada que se salga de los estrictos circuitos más comerciales. Penosa.


ESPACIO CON SPOILERS: ¿Motoko Kusanagi es una ex adolescente problemática? ¿Y el Maestro de Marionetas es un emo hecho polvo que es capaz de dominar sistemas y sistemas él sólo y luego no se arregla su propio cuerpo o su propia voz? ¿Y ambos eran amigos de la infancia manipulados por un experimento del gobierno? ¿De verdad? ¿Y Motoko al final no se fusiona con él? ¿En serio? ¿Y todo el mundo puede ponerse el cuerpo que quiera y resulta que la gente elige cuerpos feos y destrozados con prótesis de hierro que los convierten en monstruos humanoides? Está TODO AL REVÉS. ¡TODO! Menuda bazofia. Que porquería, señoras y señores. Hollywood riza el rizo.


1 comentario:

  1. En un ejercicio de sinceridad confesaré la verdadera motivación que me impulsó a meterme en la sala donde proyectaban “GHOST IN THE SHELL”: Scarlett Johansson. Así es, lo estoy diciendo: esta mujer, desde “LOST IN TRANSLATION” y “MATCH POINT”, es una de mis debilidades. También, un poco extrañado, sentí curiosidad por la presencia de la excelsa Juliette Binoche y el mítico Takeshi Kitano como sus compañeros de reparto. En fin, que vi la película y previsiblemente, salí defraudado pese a un más que prometedor arranque con un desnudo cibernético de la Johansson en la noche de un Tokyo futurista lanzándose al vacío (como un ángel) desde la azotea de un superrascacielos. Una primera imagen que guarda simetría con la última. Y entre esos dos planos, la consabida trama de acción, peleas matrixeras, persecuciones, intrigas industriales y todo con la coartada de endilgarnos un “mensaje” de advertencia sobre los peligros que nos acechan con la tecnología avanzada en manos desalmadas, es decir, manejada por los humanos.
    Aquí, la que tiene “alma” es precisamente la máquina, si bien, lamentablemente, contemplando su arrebatador aspecto, tengamos que oír de sus labios casi al comienzo, “no siento mi cuerpo”. Lástima.

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