Porco Rosso

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miércoles, 5 de abril de 2017

GHOST IN THE SHELL de Mamoru Oshii - 1995 - ("Ghost in the Shell")


Año 2029. Japón. La agente Motoko Kusanagi trabaja para la Sección 9 de la policía, la especializada en crímenes cibernéticos. Ella y su equipo se enfrentan a una desconcertante misión: un pirata informático desconocido llamado el Maestro de Marionetas está pirateando los cerebros de las personas para usarlos a su antojo. Motoko y sus amigos, conforme avanzan en el caso, descubren que se encuentran ante un dilema que nunca habían imaginado presenciar.


Extremadamente prolífico, Mamoru Oshii es uno de los nombres clave de la animación comercial de Japón. Ha trabajado tanto con encargos y con adaptaciones de obras de otros autores como con creaciones propias, y su estilo se caracteriza por, en un tono realista pero cargado de lirismo, narrar historias con gran carga filosófica y moral y en las que advierte de los peligros del mal uso de la tecnología. Ha trabajado en series famosas como "Yatterman", "El maravilloso viaje de Nils Holgersson", "Lamu" o "Patlabor" y su filmografía principal, en la que alterna filmes animados con otros de acción real, destaca por los títulos "Dallos", "Lamu: La película", "Angel's Egg", la trilogía "Kerbero's Panzer Cop", "Patlabor" y "Patlabor II", "Talking Head", "Ghost in The Shell" y "Ghost in The Shell II: Innocence", "Avalon", "Open your mind", "Tachigui", "Rebellion: The Killing Isle", "Surcadores del cielo", "Assault Girls", "The Last Druid: Garm Wars" o "Nowhere Girl".


"Ghost in the Shell" es una de las películas animadas más importantes de los años noventa y una de las que terminó de asentar en occidente la "moda" del manga japonés tras el bombazo de "Akira" de Katsuhiro Otomo. No es para menos: es una de las películas de ciencia ficción más personales de la historia. Basada en el cómic homónimo de Masamune Shirow, Mamoru Oshii, en la que es una de sus adaptaciones más destacadas, mostraba uno de los mundos más precisos y realistas nunca creados sobre la relación entre el hombre las máquinas, mundo que además ha resultado ser profético en algunos de sus aspectos. Motoko Kusanagi es una detective de la policía que busca a un peligroso criminal informático conocido como el Maestro de Marionetas. La búsqueda será, además de física, espiritual. El filme retrata una humanidad cada vez más informatizada, más relacionada con la tecnología; un mundo en el que el ser humano, valga la redundancia, está a punto de perder su identidad. No en vano, el "villano" de la historia se dedica a piratear las mentes de las personas, la cuales tienen, prácticamente todas, algún añadido cibernético (memorias ampliadas, inteligencias mejoradas, prótesis corporales...). Kusanagi y sus compañeros se enfrentan a la reformulación de la definición del ser humano en el mundo moderno en definitiva, y plantean una enorme batería de preguntas al espectador, que se encuentra sin cesar ante dilemas éticos y filosóficos sobre su conciencia, sobre su autenticidad y su personalidad, sobre la vida y sobre retos futuros como la inteligencia artificial y la existencia o no de su supuesta "alma" o el mundo ultrainformatizado y deshumanizado en el que podemos llegar a ser números desprotegidos y manipulados por los gobiernos. Todo está envuelto en un drama de acción en el que está todo perfectamente equilibrado y que contiene unas escenas con una potencia y un realismo tremendos, en 1995 y hoy en día.


Inolvidables son la primera incursión de Kusanagi en el edificio durante el prólogo, la persecución a través de los barrios bajos o el desenlace con ese combate final absolutamente magistral y lleno de nervio y potencia. La animación es de una fluidez y un detalle que deja de piedra, y los escenarios, que retratan un mundo futurista y claramente ciberpunk sin caer sin embargo en lo gratuitamente barroco o abusivo (sin ser en definitiva copias cutres y devaluadas de "Blade Runner"), son una absoluta delicia. "Ghost in the Shell" es una de las películas clave de su década y no ha perdido actualidad. Profética, dura, cruda, lógica y coherente, es una obra imprescindible para todo amante de la buena ciencia ficción. Tuvo una secuela tardía en 2004 de buena calidad aunque desde mi punto de vista algo inferior y este año acaba de estrenarse un remake norteamericano del que hablaremos estos días.


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