Porco Rosso

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viernes, 29 de julio de 2016

SÉ INFIEL Y NO MIRES CON QUIEN de Fernando Trueba - 1985 - ("Sé infiel y no mires con quien")


Fernando y Paco son los dueños de una editorial que no va muy bien de dinero y que, desesperados, han quedado para cenar con Adela Mora, la escritora de cuentos infantiles de más éxito del país, para tratar de convencerla para que publique con ellos. La noche de la cena, sin embargo, Paco delega todo el trabajo en Fernando y le pide encima su casa para tratar de seducir a un ligue. Un lío enrome se va a armar en las vidas de ambos... Y de sus mujeres.


No es tan mala desde luego como "Sal gorda", pero tampoco es tan buena, ni de lejos, como "Ópera prima". "Sé infiel y no mires con quien" es la cuarta película de Fernando Trueba y es la adaptación "a la española" de la famosa obra de teatro "Move over Mrs. Markham" de Ray Cooney y John Chapman. Y bueno, tal vez funcione en el teatro, porque en el cine funciona solamente regular o hasta muy regular. Es cierto que es una comedia desprejuiciada que no trata de dar gato por liebre y que presenta, en el contexto español de mitad de los años ochenta, cuando la democracia y la nueva sociedad post-franquista se estaba asentando, unos personajes liberales y sobre todo un retrato de la mujer igualitario que apuesta por ella y por su libertad frente a los convencionalismos más rancios de la dictadura en todo momento. Sin embargo, la película no va más allá de esto. Aunque intenta homenajear de forma sentida a la comedia brillante clásica norteamericana, no es una película fresca, no tiene personajes que encandilen (aunque están todos muy bien interpretados por un buen reparto), no tiene diálogos para el recuerdo y, a pesar de mostrar como he dicho un mundo muy liberal y muy abierto, tampoco se trata de una comedia especialmente inteligente o irónica y lo cierto es que alguna que otra vez se pierde en gags algo rancios basados en chistecitos sexuales que hoy han envejecido bastante y que están más superados que los chistes de la "mili". La factura técnica es impecable y el manejo que hace Fernando Trueba del ritmo y de la acción situada en interiores (en una gran parte) que le da el aura teatral de homenaje que necesita es acertada, pero la película se olvida al poco de verla y, de hecho, tampoco ha pasado a la historia dentro de la propia filmografía del director. Totalmente prescindible salvo para los completistas.


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