Porco Rosso

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lunes, 11 de abril de 2016

SCHIZOPOLIS de Steven Soderbergh - 1996 - ("Steven Soderbergh's Schizopolis")


Fletcher Munson es un oficinista que trabaja para la una seudosecta religiosa-científica y que tiene una vida anodina y aburrida. El doctor Jeffrey Korchek es un dentista conservador pero que tiene una relación secreta con la mujer de Fletcher. La señora Munson, la esposa del primero, lleva una vida como la de su marido: monótona y sin alicientes. Por eso, se cuesta con el doctor Korchek. Las tres historias van a estallar a la vez y van a cambiar las existencias de sus protagonistas.


Siempre lo digo y siempre lo diré: Steven Soderbergh es un director irregular, demasiado prolífico a veces para poder madurar en condiciones algunas de sus obras, pero es también un director que, mientras dirige películas enteramente comerciales, se arriesga también siempre con proyectos diferentes y con experimentos cinematográficos, lo cual le honra. Después de "Los bajos fondos", dirigió "Gray's Anatomy", una película de gags sobre el humorista Spalding Gray que no he podido encontrar ni siquiera por las filas de Santa Internet (y tampoco su "secuela", "And Everything Is Going Fine", de 2010), e inmediatamente después "Schizopolis", una de esas obras que o se aman o se odian. Está rodada con cuatro duros, con cámaras "malas" conscientemente "malas", con una estética documental (y con trazas de documental) y de protagonista tenemos al propio Soderbergh realizando un "multipapel". Ah, y la película empieza diciendo claramente que "no nos vamos a enterar de nada". A unos les desquiciará, y a otros les desquiciará también pero les gustará a pesar de todo. Es el objetivo. Tenemos tres historias diferentes entrelazadas: la de un oficinista de una secta religiosa barata, la de un dentista algo conservador e infeliz y la de la mujer del primero, que se acuesta con los dos. Y hay un presentador de las historias (el que dice que no nos vamos a enterar de nada). Y Soderbergh da vida al oficinista y al dentista y también al presentador de marras. Y bueno, cada cual interpreta lo que quiere en el filme. Yo lo veo como una crítica social bruta y desquiciada a la falta de comunicación en la sociedad moderna. En el seno de la familia, del matrimonio, del trabajo. Pero también hay ataques a multitud de asuntos: al capitalismo en general, al mundo laboral de hoy, a la religión, a las seudociencias, a la soledad, al borreguismo, al fracaso del Sueño Americano. Todo muy mezclado, a veces críptico y a veces descarado, pero todo muy irreverente. Steven Soderbergh no se corta un pelo a la hora de meterle fuego a las convenciones de la vida "normal" norteamericana. Es loable y funciona, por lo menos cuando él mismo no nos quiere volver completamente locos con su narrativa desquiciada.


"Schizopolis" es una película, como he dicho, que o bien gusta o bien crea desprecio. Y es su intención. Steven Soderbergh quería una obra independiente en el más amplio sentido del término, radical incluso, sin concesiones, y por eso la rodó con medios económicos casi nulos y con una estética urgente y casi fea por momentos. Es cierto que se pasa con los datos, con los temas que trata, con el poco tiempo que tiene para cada uno de estos temas (abarca demasiado, creo) y con la locura consciente de la que ha querido impregnar sus relatos, llenos de consciente incoherencia. Este filme apenas tuvo recibimiento comercial. En los USA se estrenó, y por poco tiempo, en unos cuantos cines independientes y en países como España ni siquiera llegó a las salas. Su edición doméstica en VHS en su tiempo y en DVD posteriormente también tardó en llegar. "Schizopolis", antecesora de la más comercial "Un romance muy peligroso" en la filmografía de su director, es cine arriesgado y que sabe de antemano que no gustará a todos. Yo valoro mucho este tipo de películas, aunque para algunos sus resultados puedan resultar irregulares.


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