Porco Rosso

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domingo, 14 de febrero de 2016

MULLHOLLAND DRIVE de David Lynch - 2001 - ("Mullholland Drive")


Betty llega a Los Angeles con un sueño: convertirse en actriz. Se instala en la casa de su tía y se dispone a comenzar su nueva vida cuando conoce por casualidad a una mujer que parece haber sido víctima de un trauma que la ha dejado amnésica. Betty decide ayudarla a encontrar su identidad... Y, sin imaginarlo, se sumerge en un monstruoso juego de horrores y oscuridad.


De la misma manera que digo que no me entero de nada en "Carretera perdida", digo que "Mullholland Drive" me parece una de las películas metafóricas más acertadas y abarcables de David Lynch. Llegada justo después de la magistral "Una historia verdadera", paradigma perfecto de la película "antilynchiana" del director, éste vuelve en ella a las andadas de su personal estilo, el que le ha hecho más famoso y característico. Volvemos a tener una historia onírica donde la metáfora visual es la protagonista y donde el tiempo narrativo convencional se disloca una y otra vez para dejar al espectador la interpretación final de la obra. Para muchos esto es un timo, y para otros es una delicia. Para mi es una delicia cuando el filme se comprende bien y cuando, a pesar de sus constantes juegos y simbolismos, presenta una cierta lógica y unos simbolismos, valga la redundancia, abiertos. Todo esto no ocurría en la mencionada "Carretera perdida", pero sí en obras del director como la también inolvidable "Cabeza borradora" (que para mi es un retrato cruel de la caída en la mediocridad del obrero pobre del mundo moderno) o en ésta cinta, que es un retrato del Hollywood más oscuro y que devora los sueños de los que van a trabajar en su seno. El propio David Lynch la definió como "una historia de amor en la ciudad de los sueños" y sus intenciones en la obra son claras: denunciar cómo la maquinaria del sistema de la industria audiovisual más potente del mundo, que por cierto está podrida hasta los cimientos, se come a las personas. Lynch nos lleva por medio de la metáfora constante a través de este mundo y, además, reflexiona sobre los sueños y sobre la identidad. Hay lagunas en su relato, sus lagunas conscientes de siempre, y arcos argumentales que se quedan colgando, pero es algo a lo que este creador nos tiene acostumbrados y que aquí, la mayoría de ellos por lo menos, encajan en el sentido general de collage.


"Mullholland Drive", mezcla de thriller negro, drama psicológico y película de terror, fue inicialmente planeada como una serie de televisión y se rodó un piloto en 1999 en el que se incluía una gran parte del metraje que contiene el filme. Los productores de la televisión rechazaron la serie y David Lynch les propuso rodarla como un largometraje y completarla, a lo que sí aceptaron. Este filme fue el que lanzó la carrera de Naomi Watts y de Laura Helena Harring (especialmente de la primera, que se ha prodigado mucho más) y, además, obtuvo numerosos premios y ha llegado a ser reconocido como otro de los imprescindibles de la carrera de su director. Desde luego que lo es. Aparentemente demasiado críptico y cerrado, cogerle el truco y descifrar libremente sus juegos perversos es una tarea que produce gran gusto cinéfilo.


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