Porco Rosso

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lunes, 18 de enero de 2016

UNA MUJER, UNA PISTOLA Y UNA TIENDA DE FIDEOS CHINOS de Zhang Yimou - 2009 - ("San qiang pai an jing qi")


Wang tiene un bar de tallarines a las afueras de una ciudad del desierto y su esposa lo engaña con Li, su empleado. Wang es avaricioso, egoísta y calculador, y su mujer no se queda atrás. Un día, ella compra una pistola para asesinarle y hace que Li la esconda mientras tanto. Wang sospecha de lo que ocurre y contrata al policía Zhang para que mate a la pareja adúltera. Pero las cosas no salen como esperaba y todo se descontrola... Y todos entran en un infierno de equívocos y violencia.


Zhang Yimou siempre ha intentado innovar y abrir nuevas puertas dentro de su filmografía. A veces la cosa le ha salido bien y otras le ha salido regular y hasta mal. Con "La maldición de la Flor Dorada", su tercer filme hasta la fecha de artes marciales chinas, de 2006, metió bastante la pata (casi por primera vez en su carrera) y con la obra que le siguió, "Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos", le ocurrió más de lo mismo, por desgracia. La película que nos ocupa es un remake libre del debut de los hermanos Coen, la inolvidable "Sangre fácil" (una de las películas preferidas de Yimou), ambientado en la China del pasado y casi mítica que ya había retratado en sus tres anteriores cintas. Interesante a priori, pero tristemente mal ejecutado. Tenemos por una parte una factura visual preciosa, impecable, brillante, verdaderamente seductora (menudos paisajes, menudo vestuario, menudos interiores, menuda riqueza ornamental, menudo uso del color... el maestro no decepciona a nivel estético nunca) y tenemos por otra una trama bastante errática que no se concentra en ningún género en concreto en ningún momento. Tenemos trazos de comedia de situaciones, tenemos comedia negra. tenemos algo de acción suelta (o retazos por lo menos) y tenemos drama y pasiones desatadas. Todo mezclado y todo difuso. Todo sin demasiado sentido global, todo deslavazado y desequilibrado. El espectador cae pronto en el sopor y en el desinterés. Amén de que, aunque la adaptación sea libre (y para eso también son las adaptaciones en parte), el rastro de los Coen no está por ninguna parte y, lo que es más importante, su esencia fatalista y su humor cínico tampoco.


Los personajes que protagonizan la historia tampoco ayudan: son estrambóticos como los de la obra original, pero están excesivamente exagerados y tan deformados e histriónicos resultan que pierden todo el interés (no hay ni rastro tampoco de aquellos seres perdidos y de ese amor ambiguo y criminal de la "Sangre fácil" original: en su lugar hay personajillos grotescos que berrean y hacen el cazurro y ponen caras feas y gesticulan como en una mala película muda). Zhang Yimou arriesga bastante, lo cual es siempre muy loable, pero esta vez no acierta en casi nada. Las comparaciones a veces son odiosas, pero independientemente de esto "Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos" no pasa el corte, con todo el dolor de mi corazón porque el director de "Sorgo rojo" es uno de mis cineastas preferidos. Un patón de Zhang Yimou, que por suerte volvería al buen camino con su siguiente obra, la extraordinaria "Amor bajo el espino blanco".


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