Porco Rosso

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martes, 12 de enero de 2016

SABOTAGE de David Ayer - 2014 - ("Sabotage")


John "Breacher" Wharton es el comandante de un escuadrón de élite de la DEA en el que reina la camaradería pero también la corrupción: sus miembros se aprovechan de sus puestos a veces para conseguir ventajas. En una de sus misiones contra un grupo de narcotraficantes se apoderan de una gran cantidad de dinero que encuentran en uno de sus pisos francos. Algo inesperado ocurre: alguien empieza a matarles uno a uno presumiblemente para quedarse con todo... ¿Quién es?


David Ayer, como he dicho cuando he hablado en otras entradas de sus películas, es un director que ha tratado casi siempre de darle un toque personal a dichas películas, incluso cuando han sido meros encargos. A veces lo ha logrado y otras veces la cosa le ha salido solamente regular o hasta mal. "Sabotage" es el ejemplo de esto último y su peor película con diferencia. Se trata de un thriller del montón, de esos que se olvidan a los pocos días de verlos, protagonizado por el Arnold Schwarzenegger que acababa de retornar al cine como gran protagonista desde su carrera política y vehículo exclusivo y descarado para el lucimiento de dicho retorno. La cinta es un despropósito de principio a fin con personajes tontorrones y tópicos interpretados por actores sobreactuados hasta la náusea (y con Arnie haciendo "de si mismo" pero sin ninguna gracia), con diálogos malos, con escenas de acción muy mediocres y con una trama de intriga sobre policías corruptos y mafiosos muy lineal y predecible y encima llena de lagunas y muy mal dibujada y peor cerrada. David Ayer trata una vez más el asunto de la mencionada corrupción, que se repite en sus anteriores tres películas, pero esta vez desde un prisma pueril y lleno de mamarrachadas y despropósitos (maromos y maromas drogadictos que sólo dicen palabrotas, un asesinato cutrísimo en su planificación y resolución, una reflexión penca sobre la amistad y la fidelidad, una supuesta denuncia social escrita por y para adolescentes...). El conjunto, por sus chapuzas y su poco o nulo interés, aburre mortalmente y no produce ninguna emoción. David Ayer y Arnold Schwarzenegger fracasan estrepitosamente en este intento de retornar al segundo a sus tiempos de gloria de buen cine de acción de los ochenta y los noventa. Ambos están en horas muy bajas, detrás de la cámara el primero y delante el segundo. Thriller de tres al cuarto lamentable y para olvidar.


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