Porco Rosso

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viernes, 4 de diciembre de 2015

ENEMIGOS PÚBLICOS de Michael Mann - 2009 - ("Public enemies")


Estados Unidos. Años treinta. La Gran Depresión se ceba con el país y, en este ambiente de pobreza, el atracador John Dillinger, al frente de su banda, se hace de oro con sus arriesgadas operaciones. El agente Melvin Purvis, del FBI, dirige el operativo para darle caza. Sin embargo, Dillinger es un ladrón diestro y muy escurridizo y, además, se está convirtiendo en un hombre cada vez más popular debido a su código moral que le impide matar y al hartazgo de la gente pobre con respecto a los empresarios y políticos... Entre él y Melvin surge un brutal juego de persecuciones. Sólo uno puede ganar.


"Corrupción en Miami" fue a todas luces una obra fallida, limitada, poco personal y definitivamente un borrón en la filmografía de Michael Mann. Un borrón por suerte es olvidable. "Enemigos públicos", su siguiente obra, volvió a ser magistral. Volvía a repetir en el thriller, su predilección esencial, pero se trasladaba ahora a los Estados Unidos de los años treinta, la época de la Gran Depresión, para narrar la historia del mítico atracador John Dillinger y para tratar de nuevo uno de sus asuntos predilectos, el de "ladrón contra policía", que tan buenos resultados de dio en su magistral "Heat". Ahora los protagonistas de la persecución son Johnny Depp y Christian Bale y, aunque hay que decir que el primero eclipsa claramente al segundo, la química entre ambos funciona. Depp está fabuloso. Siempre fue un buen actor y, aunque últimamente se ha prodigado excesivamente dando vida a "freaks", cuando sale de tanto encasillamiento brilla. Aquí está soberbio como Dillinger: el papel de ganster con código moral, apuesto, exquisito e inteligentísimo le viene como anillo al dedo. Aunque el mencionado Christian Bale y otros secundarios de lujo como Marion Cotillard están a todas luces excelentes, él se los come con su sola presencia. A ello ayuda un Michael Mann sembrado, que sabe sacarle todo el jugo en la dirección actoral y que a nivel de narrativa trata el thriller conservando siempre el ritmo, la intriga, el interés y alternando las escenas de acción (excelentes todos los atracos y persecuciones) con las intimistas de forma perfecta.


Se nota la maestría tras las cámaras del director de "El dilema" y su sentido del espectáculo realista a la hora de rodar, coreografiar, mantener siempre una fina tensión perfectamente hilada y desplegar tiroteos y juegos de acción cruzados. Es un genio y cada vez va a mejor, como el buen vino. Y, además, construye personajes con hondura y una trama que le sirve para, aún moviéndose en un trasfondo histórico, hablar de problemas de nuestros días; esencialmente, de esta eterna crisis económica que ya se acerca a la década de azote y que en 2009, el año del estreno del filme, ya estaba agudizándose a lo bestia en todo el mundo.


La historia de John Dillinger de "Enemigos públicos" habla del amor, de la lealtad, de la vida peligrosa, de la muerte, de la justicia, pero también habla del desapego del ciudadano con respecto al poder establecido. En la Gran Depresión, con más de media población de los Estados Unidos viviendo en la pobreza cuando no directamente en la miseria, Dillinger es visto como una suerte de héroe nacional. El pueblo, harto de los desmanes de los "ladrones legales", le prefiere a él. El gangster, gracias a su código de honor también, se convierte en una suerte de Robin Hood moderno (aunque no repartía su dinero como éste), en un personaje famoso, con glamour y carisma a raudales, más querido que cualquier político, empresario u "hombre de bien". Michael Mann hila fino. Y sobra decir que la ambientación del filme es una delicia, al igual que su fotografía. Excelente es "Enemigos públicos" en todos los aspectos.


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