Porco Rosso

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martes, 1 de diciembre de 2015

EL QUIMÉRICO INQUILINO de Roman Polanski - 1976 - ("Le locataire")


Trelkovsky, un joven tímido y apocado, algo solitario pero bueno y agradable que vive en París, se muda a un apartamento en el que su anterior inquilina, una mujer, se suicidó. El piso es normal y corriente y los vecinos de los demás departamentos también parecen serlo. Sin embargo, Trelkovsky empieza a sentir que algo extraño late en el edificio y empieza a ser testigo de misteriosos acontecimientos... Pronto se sumerge en una extraña paranoia que no deja de invadir sus pensamientos y pronto se siente en peligro en este ambiente cada vez más enrarecido.


Después de la soberbia "Chinatown", una película que era bastante menos "polanskiana" que el resto de su filmografía, Roman Polanski volvía a su habitual concepción kafkiana del cine con otra de sus más grandes y personales obras: "El quimérico inquilino", basada en la novela homónima de Roland Topor, la cual no he podido leer pero que parece que el director polaco adaptó de forma bastante libre. "El quimérico inquilino" es una película que vuelve sobre los pasos de las asfixiantes "Repulsión" o "La semilla del Diablo" o de la fallida e infumable "¿Qué?": tenemos una vez más a un personaje perdido e indefenso en un mundo que no comprende y que está poblado por personas hostiles. Ahora el mismo Polanski es el protagonista de la función: entrega un papel magistral, desvalido y loco, que nada tiene que envidiar a los actores no ocasionales como él, que se dirige a si mismo además con la maestría de siempre. Trelkovsky es un joven apocado, tímido, algo solitario, que se traslada a vivir a un apartamento de París en el que su anterior moradora se suicidó. A partir de aquí, empiezan a suceder cosas extrañas. El bloque de pisos es oscuro y compacto pero también terriblemente cotidiano. Su ambiente está enrarecido pero tampoco es claramente amenazante, y sus vecinos son estrambócitos pero tampoco parecen ser peligrosos y llevan vidas completamente normales y corrientes. ¿Qué ocurre pues, para que nos sintamos tan mal y para que Trelkovsky viva con esa perpetua sensación de peligro que va aumentando más y más? Pues que Roman es un director como la copa de un pino y un maestro de la sugerencia, de lo kafkiano y de la deformación de la realidad más pesadillesca.


"El quimérico inquilino", a pesar de un desenlace desconcertante (y magistral sin embargo) que puede decepcionar a muchos, es una espléndida fábula sobre la paranoia del mundo moderno, sobre las sociedades de vecinos donde todo se sabe y sin embargo todos sus socios viven a espaldas de los demás, sobre la soledad del hombre poco dotado socialmente y sobre varias frustraciones e hipocresías. Es un filme con miles de interpretaciones y del que se puede hablar sin parar. A muchos no les contenta que deje tantas cosas en el aire, pero a otros, a pesar de esto, nos seduce su juego de pistas y pistas falsas, su disloque de la realidad y la mentira, su capacidad para hacernos reflexionar sin parar sobre asuntos como la identidad y también para angustiar y a la vez hacer reír (porque "El quimérico inquilino" es una comedia negra, negrísima, a pesar de todo, y porque la fusión que realiza de esta comedia con géneros como el terror o el thriller cotidiano es magistral y no tiene ni una sola hebra suelta). Roman Polanski en estado puro: del mejor. Imprescindible película de culto.


1 comentario:

  1. Posiblemente, mi película preferida de Polanski. Paranoica, fascinante, incómoda y retorcida, creo que es la película que mejor define al director. Una genialidad.

    Saludos.

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