Porco Rosso

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lunes, 19 de octubre de 2015

INTRUDERS de Juan Carlos Fresnadillo - 2011 - ("Intruders")


En Madrid, Juan, un niño de siete años, tiene constantes pesadillas: cada noche sueña que un hombre sin rostro lo ataca. En Londres, Mia, una adolescente de doce, tiene también sueños en los que otro hombre sin cara llamado Carahueca la persigue. ¿Tienen algo que ver ambas historias?


En la poco prolífica y espaciada carrera de Juan Carlos Fresnadillo su tercera película hasta la fecha, "Intruders", es la única que ha pinchado, pienso. "Intacto" era un debut apreciable y el filme de zombies "28 semanas después" me parece un ejercicio de estilo genial a pesar de contar con un desenlace que no me convence mucho (aunque esto es sólo una apreciación personal). "Intruders", película en la que el director retorna al terror, tiene algunas buenas ideas que no cuajan en un final integrador y decente. Vaya, es lo que le pasa a una gran parte de sus hermanas de género, antiguas y modernas. La trama tiene ideas interesantes (dos historias paralelas, dos maneras de vencer al más allá -la religiosa y la psicológica-) pero también bastantes tópicos (un monstruo sin originalidad, un terror poco explotado y basado en el efectismo, unos efectos especiales derivados de esto último bastante cutres en su estilo -parecen sacados de un videoclip de una banda gótica-, y unos personajes que empiezan con cierta garra pero que se desinflan -a pesar de que están todos muy bien interpretados por un plantel actoral bueno-). La historia del filme peca además de previsible, o por lo menos así la he visto yo (la conexión entre las dos tramas se vislumbra bastante pronto) y, como he dicho, su desenlace no está bien hilvanado; tiene flecos por todas partes, imprecisiones, trampitas (algunas hasta pueriles) y engañabobos que dejan al espectador con la miel en los labios y hasta un poco con cara de tonto.


Ya lo digo y lo repito: lo que le pasa a "Intruders" le pasa y le va a seguir pasando a miles de películas de terror, uno de los géneros más difíciles de llevar a buen puerto y a la vez uno de los géneros más demandados en las salas y tal vez por ello también uno de los más devaluados. Es un fallo al que estamos acostumbradísimos. Sin embargo, no es perdonable. Y menos a un director que se ha desenvuelto hasta ahora muy bien (ahí está la mencionada "28 semanas después", secuela que fue todo un reto de rodar y que en sus escenas de acción supera a su también excelente antecesora). Veremos a ver qué hace Juan Carlos Fresnadillo en su cuarto filme y esperemos que esto sólo haya sido un patinazo olvidable (que por otra parte, todos los directores lo tienen alguna vez).


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