Porco Rosso

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viernes, 31 de julio de 2015

EL ARTE DE PASAR DE TODO de Gavin Wiesen - 2011 - ("The art of getting by")


George Zinavoy es un estudiante de secundaria de Nueva York que, a pesar de tener un gran talento para el arte, no lo desarrolla. Está algo obsesionado con la idea de que algún día morirá y no cree que nada tenga sentido, por lo cual pasa de todo y sus notas cada vez van a peor. Las cosas sin embargo empiezan a cambiar cuando conoce a Sally, una chica de su instituto bastante diferente a él. Entre ellos, empieza una relación especial que, tal vez, vaya a salvar a George de su apatía total y su falta de ganas de vivir.


A "El arte de pasar de todo" le pasa lo que a películas como la para mi supersobrevalorada "Juno": tienen tantas pretensiones y abarcan al final tan poco y con tanta pedantería vacía que se caen con todo el equipo. Aquí tenemos, por enésima vez, a un joven pijo que está descontento con la vida y que pasa de todo y que, adivinan, encontrará a alguien que le hará descubrir las cosas que merecen la pena. El joven de marras es cínico y soberbio, y el autor del filme, Gavin Wiesen, debutante entonces en la gran pantalla, nos lo retrata como un auténtico genio incomprendido cuando lo cierto es que no es más que un niñato nada interesante y poderosamente hostiable. Que sí, que de eso va la historia también, de cómo este niñato cambia y entra en la madurez y todo eso, pero es que el personaje, el protagonista de la cinta, simplemente no es como he dicho interesante. Pero nada de nada. Su compañera, y amiga, y amante en potencia y todo eso tampoco lo es. Los dos están excelentemente interpretados por Freddie Higmore y Emma Roberts, pero nada más. Dos interpretaciones no salvan ni dos caracteres como he dicho nada interesantes y una trama llena de tópicos. Porque está llena de tópicos: secundarios que representan a una sociedad "que no entiende al protagonista" (vaya por dios) y que son muy típicos y de poca entidad, actos de pasotismo muy tontunos, jóvenes que se comportan de forma predecible y una trama que, nada más empezar, uno se la sabe de memoria (es que es cierto, es que es cien por cien adivinable de la A a la Z).


Para colmo, la película encima es pedante y pretenciosa. Es una suerte de versión cutre de "El guardián entre el centeno" con ínfulas y mil veces menos capacidad crítica. Los diálogos intentan desvelarnos el sentido de la vida y hay poesía barata y desencanto de diseño por todas partes, y referencias culturales de "sacar del embase y meter en el microondas y listo para consumir". Al final todo es bastante aburrido, sin sorpresas. Y es cierto que, como he dicho, los dos actores están excelentes y, además, a nivel técnico "El arte de pasar de todo" está esencialmente bien rodada y tiene una bonita fotografía y algunos homenajes al cine de Woody Allen en su retrato de la ciudad de Nueva York. Tal vez por eso no la envío a "Grandes bodrios", pero eso no quita que no sea recomendable por lo vista que está y por lo poco que muestra y enseña.


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