Porco Rosso

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viernes, 24 de abril de 2015

OH BOY de Jan-Ole Gerster - 2012 - ("Oh boy")


Niko es un joven de Berlín que se enfrenta al paso hacia una supuesta madurez que ve decepcionante. Nada le llena, ni las relaciones personales, ni la carrera de Derecho que ha abandonado, ni ningún futuro que pueda tener por delante. Niko está perdido en la vida y, en su deambular por la ciudad tras una noche de sexo esporádico, va a encontrar a personajes que, como él, no se encuentran a ellos mismos.


"Oh boy", el debut en la dirección del alemán Jan-Ole Gerster, es una maravillosa joyita. Narra lo que le ocurre a Niko, un joven de Berlín, a lo largo de veinticuatro horas en lo que se podría decir que es uno de esos días que todos hemos tenido y que hemos calificado como "el peor día de nuestras vidas". Niko, un absolutamente soberbio Tom Schilling que sufre de verdad y que transmite una angustia y una desolación maravillosamente terribles, es un joven que no encuentra su lugar en la vida y que deambula por su ciudad encontrándose a personajes extraños o fracasando en sus pequeñas tareas cotidianas. Es la historia que hemos visto miles de veces sobre el hombre moderno perdido en un entorno urbano y sin sentido y que se enfrenta al paso a una madurez decepcionante. Sin embargo, el director cuenta la historia con un pulso delicioso, de una forma sentida pero sin moralina, comprendiendo a su personaje pero también retratándole como el ser imperfecto y hasta por momentos tonto que es. Hay ternura por todas partes en "Oh boy", y también sinceridad de la de verdad. Niko ha dejado la carrera de Derecho, vive mantenido con el dinero de su padre, que es rico y que ha triunfado en la vida; no le llena nada de lo que hace a pesar de gozar de una posición social acomodada y de haber tenido toda clase de oportunidades y se siente nadando en el fracaso también en las relaciones personales. En su periplo callejero se encuentra con amigos, con extraños vecinos, con antiguas compañeras de colegio, con ligues esporádicos, con su decepcionado padre e incluso con viejos supervivientes de la era de los nazis.


Berlín, esplendorosamente retratada en un precioso blanco y negro y además a ritmo de buen jazz (la sombra de Woody Allen es alargada, desde luego) es la otra protagonista de este relato sobre la mencionada llegada a la madurez, sobre el fracaso, sobre la culpa, sobre el sinsentido de la vida en el llamado Primer Mundo y sobre el peso que tiene el pasado incluso en las personas más jóvenes. Jan-Ole Gerster, que homenajea también a la Nouvelle Vague francesa en su retrato berlinés sobrio y nervioso pero cargado de romanticismo, crea también unos diálogos realistas, cortos pero llenos de significado, muy destacados, y unas escenas callejeras locas y divertidísmas en las que no se corta tampoco en criticar a los esnobs que van de intelectualoides y que no son más que burguesitos llenos de contradicciones (otra marca heredada en parte de Woody Allen). Maravillosa es "Oh boy". Estaremos atentos a las siguientes películas de este director.


1 comentario:

  1. ¡Hola!

    No he visto la peli, así que me la apunto, gracias!

    Un saludo!

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