Porco Rosso

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miércoles, 22 de abril de 2015

GOSHU, EL VIOLONCELISTA de Isao Takahata - 1982 - ("Sero hiki no Goshu")


Goshu es violoncelista y, dentro de poco, va a dar un concierto con la orquesta con la que toca. Sin embargo, últimamente no está concentrado en los ensayos y su director, preocupado, se lo hace saber. No sabe por qué, pero parece no sentir de repente nada por la música y sus ejecuciones no tienen pasión y están llenas de fallos. Goshu va a conocer a unos animales que le van a dar una nueva visión que va a cambiar su arte: un gato, un pájaro, un mapache y unos ratones.


Isao Takahata alcanza la maestría con "Goshu, el violoncelista", su última creación antes de fundar junto a Hayao Miyazaki el mítico Estudio Ghibli. El filme, de apenas una hora y pico de duración, es una fábula sobre la creación musical que se extiende perfectamente a cualquier tipo de creación y que toca, viniendo de Takahata, también ecologista como Miyazaki, la relación del ser humano con su entorno y con los animales. Con una animación que todavía no había alcanzado la maestría que este autor desarrollaría a partir de la siguiente e inolvidable "La tumba de las luciérnagas" pero que se presenta ya muy rica y llena de matices y de realismo (además de contar con unos escenarios llenos de detalles), "Goshu, el violoncelista" se estructura como un cuento clásico para niños en todos los aspectos: su trama es lineal, su historia se despliega sin florituras y es directa y el mundo de los humanos se fusiona sin preguntas con el de los animales para que los dos puedan interactuar. Como todos los buenos cuentos clásicos, está por supuesto orientado tanto para los más pequeños como para los adultos. Goshu, que toca el violoncelo, es incapaz de perfeccionar su arte y, en su camino, se va a cruzar con un grupo de variopintos animales que le van a enseñar el valor de cuatro ingredientes esenciales para poder desarrollarlo de forma redonda: el sentimiento de la música, el tesón para practicar sin parar, el sentido del ritmo y el poder curativo de toda melodía se lo van a mostrar respectivamente un gato, un pájaro, un mapache y unos ratones.


"Goshu, el violoncelista" es un ensayo animado sobre la práctica de cualquier arte; cualquiera que se dedique a ello, ya sea la música, la escritura, la pintura o cualquier otra disciplina, podrá reconocerse en el protagonista. En última instancia, el arte tiene un valor universal: puede ser mejor o peor, puede gozar o no de éxito o de reconocimiento en su tiempo, pero es esencial para la vida del artista a pesar de todos los disgustos que pueda causarle su práctica y, además, y aunque el propio artista no sea consciente de ello en muchas ocasiones, es esencial para las vidas de otras personas. Magnífica fábula de un director que ya comenzaba a despuntar como uno de los maestros imprescindibles de la animación japonesa.


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