Porco Rosso

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viernes, 12 de diciembre de 2014

AMERICAN GANGSTER de Ridley Scott - 2007 - ("American Gangster")


Finales de los años sesenta. Frank Lucas, el chófer de uno de los más grandes mafiosos negros de Harlem, hereda el imperio criminal de su jefe al morir éste y lo lleva a la cúspide de la prosperidad. Pocos le toman en serio por ser un hampón de color… Y por desgracia para ellos, empiezan a temerle cuando ya es demasiado tarde. Sólo alguien se enfrenta a él afrontando todas las consecuencias: el policía Richie Roberts, con una integridad a prueba de todo y que también ha de bregar con sus compañeros, la mayoría corruptos. A él tampoco le toman en serio... Hasta que sus investigaciones empiezan a dar peligrosos frutos.


Aunque pueda parecer algo extremista, pienso que “American Gangster” es, en mi humilde opinión, la mejor película de Ridley Scott desde “Blade Runner”. Si algo ha dolido a todos los que vieron a este director alzarse como una joven promesa con la segunda película mencionada y con otras como “Los duelistas” o “Alien. El octavo pasajero” es haberlo visto, con el paso de los años, ir cayendo lentamente en la mediocridad más olvidable (gracias además a bazofias que iban mucho más allá de lo meramente mediocre como "Tormenta blanca" o "La Teniente O'Neal"”), mediocridad de la que le han rescatado, en contadas ocasiones, algunas que otras obras medianamente destacadas aunque ni de lejos con una calidad y personalidad como las de sus inicios (“"“Thelma y Louise”", "“Gladiator", "Hannibal"”). “American Gangster” le supone un retorno total a su vieja grandeza, un soplo de aire fresco en su filmografía, la de un creador que en 2007, el año de su estreno, ya muchos consideraban en decadencia artística y cuyos últimos filmes habían resultado del todo irregulares (“"“Black Hawk derribado"”, "“Los impostores”", "“El Reino de los Cielos"” y "“Un buen año”"). 


Basada en hechos y en personajes reales, el filme narra la ya clásica persecución entre un poderoso mafioso y un policía férreamente íntegro (soberbios y carismáticos como nunca Denzel Washington y Russel Crowe) durante las turbulentas décadas de los años sesenta y setenta, que aparecen representadas y ambientadas de una manera exquisita (una vez más, Scott demuestra que es un esteta genial, imaginativo y minucioso como pocos). Dos mundos se enfrentan liderados por dos personajes radicalmente opuestos aunque intrínsecamente relacionados: los dos de humilde extracción social, ascienden en sus respectivos “cuerpos” luchando por unos ideales hasta cierto punto novedosos (por lo menos en todas sus consecuencias) que se abren paso en una sociedad en constante cambio que no les toma en serio. El mafioso Frank Lucas representa el triunfo del poder negro, la ascensión de una raza despreciada a las más altas cúspides sociales (ascensión en la que nadie cree por racismo o por prejuicios). El policía Richie Roberts representa el triunfo de la integridad por encima de todo (incluso de él mismo), algo que tampoco ha abundado en la historia de los USA ni en la universal. 


El filme sigue las andanzas del dúo por el lugar que ambos comparten, la calle, con un ritmo deliciosamente ágil que logra que las dos horas y media largas que el filme dura se pasen en un vuelo. Violencia, brutalidad, corrupción, sueños rotos o en alza, hipocresía e ideales enfrentados se dan cita en un juego recreado con gran genialidad que culmina en un inolvidable encuentro final entre los dos protagonistas (la mejor escena de todo el filme con diferencia) en el que chocan frontalmente dos visiones del sueño americano. “American Gangster” es una maravilla, una obra maestra del cine negro. Imprescindible. Curiosamente, y por suerte, Ridley Scott volvió tras ella a entregar películas más redondas, menos mediocres: "Red de mentiras" fue otra obra maestra, ahora del cine de espionaje; "Robin Hood" cumplió en el género de las aventuras de sobra y "El consejero" fue otra obra maestra del cine negro. "Prometheus" y la recién estrenada "Exodus" patinaron más desde mi punto de vista. Sin embargo, hacía mucho, mucho tiempo, que este director inglés no realizaba obras maestras. Esperemos que siga en el ruedo así.


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