Fritz el gato ha cometido el peor error que podía cometer: ha pasado por el aro social y se ha casado y ha tenido un hijo. Sus días los pasa ahora tirado en el sofá fumando porros mientras su mujer se ocupa de la casa y del bebé y le regaña y le desprecia sin cesar. Fritz odia su nueva y miserable vida y se siente aplastado por ella... Y, gracias a la droga, escapa a otros mundos y sueña con sus otras vidas, con las vidas de libertad que podría haber tenido.
Robert Taylor es un artesano de la animación habitualmente autor de trabajos de encargo que ha dirigido películas como "Las nueve vidas de Fritz el gato", "El mundo maravilloso de Heidi", "La odisea del rock" o "Aladín y el Rey de los ladrones" y que ha trabajado en series como "Los Superhéroes", "Los pequeños Picapiedra", "La Tropa Goofy", "Bonkers" o "Los aventureros del aire".
El gran éxito de "Fritz el gato" propició la aparición de una secuela dos años después titulada "Las nueve vidas de Fritz el gato". Robert Crumb siguió sin estar de acuerdo con este retrato de su personaje y despreció el filme de nuevo, mientras que Ralph Bakshi ya se desvinculó de la dirección del proyecto, que cayó en manos del artesano Robert Taylor. La película es un irregular "deja vu" de su predecesora que ha perdido gracia y capacidad crítica. Fritz está casado, tiene un hijo y el "aburguesamiento" se lo come sin piedad y sin descanso y, por ello, escapa en su imaginación por mundos donde las cosas son de otra forma. Volvemos a tener los temas de siempre: drogas, alcohol, sexo, violencia, racismo, corrupción y decadencia de una sociedad que ya está plenamente sumergida en la década de los setenta, que desmitificó al optimismo de la década anterior (el propio símbolo de esto es Fritz, que se ha adocenado y ha pasado por el aro social por el que se esperaba que pasase). El filme se puede ver con un cierto interés, pero la sensación de que es todo una repetición de situaciones y personajes es poderosa (a pesar de capítulos excelentes como el de los nazis) y, además, como he dicho, la crítica social inmisericorde que había en "Fritz el gato" se ha suavizado bastante. La animación también ha empeorado un poco: se nota que Taylor es un simple artesano que toma sus trabajos como meros encargos con los que es preciso cumplir y se echa en falta la mano de Bakshi, que ya entonces estaba liado con otras películas más personales. "Las nueve vidas de Fritz el gato" se puede ver y los fans del personaje disfrutarán con ella, pero ha perdido toda la frescura y la capacidad de impactar de su predecesora.
La tengo que ver, me encanta el cine de animación, y más si es clásico como éste. Gran análisis, haciendo recaer el acento en cuestiones principales y accesorias.
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