Porco Rosso
miércoles, 11 de junio de 2014
HOLY MOTORS de Leos Carax - 2012 - ("Holy Motors")
Un actor se levanta por la mañana y se dispone a realizar su trabajo habitual: salir en su limousina-camerino para, alrededor de todo París, interpretar diferentes papeles; desde el de padre de familia hasta el de mendigo pasando por el de luchador, el de ejecutivo o el de asesino.
"Holy Motors" es una película muy difícil de comentar y que, por su propia condición, está sujeta a la más subjetiva de las subjetividades. Ocurre con cierto cine de, por ejemplo, Luis Buñuel. O Jean-Luc Godard. O Ingmar Bergman. O David Lynch. O en mayor o menos grado con las otras cuatro películas de Leos Carax, un autor que, habitualmente, se ama o se desprecia con el mismo fervor en los dos casos. Doce años tardó Carax en volver a ponerse tras las cámaras desde el fiasco de "Pola X" de 1999. El resultado fue para unos maravilloso y para otros decepcionante. Yo me sitúo a mitad de camino. "Holy Motors" es una colección de escenas visualmente preciosas en las que se realiza un recorrido por una suerte de historia del cine (no ordenada) y de sus géneros. El actor fetiche de Carax, Dennis Lavant, vuelve a su filmografía (en "Pola X" fue la única de todas sus obras en la que no apareció) para dar vida a un actor, valga la redundancia, que viaja a lo largo del día por todo París en una limousina-camerino para interpretar las mencionadas escenas; tenemos desde el cine más realista hasta el más metafórico pasando por dramas familiares, películas de acción con efectos especiales o incluso escenas musicales (la que protagoniza por cierto la cantante y también actriz Kylie Minogue es abstolutamente fantástica).
¿Qué nos quiere decir Leos Carax con esta película? Pues bueno... ¿Qué nos quiere decir Luis Buñuel con "Un perro andaluz"? ¿O David Lynch con "Carretera perdida"? ¿O Ingmar Bergman con "Persona"? Habrá personas que no estén de acuerdo conmigo, pero el tipo de película en el que se encuadra "Holy Motors" tiene una interpretación diferente para cada cual que la disfruta. Por eso, no me voy a molestar en descifrarla, por lo menos de una forma integral (lo que creo que es imposible).
Sí que voy a decir que, desde mi punto de vista, Leos Carax reflexiona sobre el arte en general y sobre el cine en particular, sobre la labor tanto interpretativa como directora, sobre la relación de todos los artes con la vida y sobre la relación entre lo real y lo ficticio y la propia personalidad del ser humano. La película es pretenciosa y tiene momentos muy pedantes (y bastantes autohomenajes ombliguistas, eso que al director tanto le gusta), pero también otros muy bellos y otros, como he dicho, "perfectamente feístas": cumple su objetivo de reflejar todas las caras (o una gran parte de ellas) del arte cinematográfico y cómo varía la relación del protagonista con este arte. La obra tiene también momentos perfectamente entendibles y otros absolutamente indescifrables. Es una de las claves de este tipo de cine, que, indudablemente, pone al espectador contra las cuerdas. A la belleza plástica indiscutible de "Holy Motors" se le anteponen sus metáforas cerradas (hermosas pero cerradas). ¿Qué les pareció a ustedes?
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