Porco Rosso
martes, 18 de febrero de 2014
DÉJAME ENTRAR de Matt Reeves - 2010 - ("Let me in")
Owen es un niño tímido y apocado que no tiene amigos y que es acosado y maltratado constantemente por sus compañeros del colegio. Owen se siente atraído por Abby, su nueva vecina, una chica misteriosa que se acaba de mudar a su vecindad. Entre Owen y Abby empieza a surgir algo especial... Sin embargo, a la vez, empiezan a ocurrir extraños incidentes en el barrio de ambos...
Una película como la versión de 2010 de "Déjame entrar" nos sirve perfectamente para analizar la ahora tan de moda "cultura del remake". Nunca he sido partidario de realizar remakes, pero, en ciertas ocasiones, pueden resultar enriquecedores, especialmente cuando la nueva versión llega muchos, pero muchos muchos años después de la clásica para complementarla con una visión extra de lo narrado en aquella (y cuando el director, además, es un autor y no un simple artesano). Por ejemplo, mientras escribo se me ocurre el ejemplo de la excelente versión de "Nosferatu" que el maestro alemán Werner Herzog rodó en 1979; una versión que renovaba el mito del clásico del también alemán Murnau de 1922 respetando el material original pero aportando novedades al conjunto. Y hablamos, además, de que existe una diferencia de 57 años, más de medio siglo, entre ambos filmes: el remake está justificado, y además es que no es un remake cualquiera; es un fantástico remake. Caso bien distinto es el del "Déjame entrar" sueco de 2008 y el "Déjame entrar" americano de 2010. Caso que es el de muchas películas y muchos remakes más. Hollywood se apropia de cualquier idea venida de otro país y la "remakea" cuándo y cómo le da la gana. Ok. En su derecho están si lo pagan. Pero es que hacer una película igualita a la original tan sólo dos años después del estreno de ésta y encima quitarle las escenas más "impactantes" o "políticamente incorrectas" de aquella tiene delito.
Objetivamente, no se puede decir que el "Déjame entrar" de Matt Reeves, ese director que despuntó con la buena "Monstruoso" en 2008, sea una película mala. No, no lo es: es correcta, los actores están bien (especialmente los niños, una vez más -unos muy jóvenes entonces Chloe Grace Moretz y Kodi Smith-McPhee que están fantásticos-) y técnicamente cumple. ¡Pero es que leches, es un calco de la de Thomas Alfredson! Y, como he dicho, para colmo ha sido víctima de la mutilación de algunas escenas consideradas menos correctas para las grandes salas. Encima, casi cachondeo. ¿Qué sentido tiene ver una película de 2010 que calca a otra de 2008? Reconozco que soy bastante freakie y en su día vi esta "nueva" "Déjame entrar". Pero, con todo lo freakie que soy, tengo que decir que fue una pérdida de tiempo (por suerte, no de dinero). Este remake, como tantísimos otros, es absoluta, completa y delirantemente innecesario y un ejemplo perfecto de las tonterías que hace la industria masiva tantas veces. Vean la versión sueca y pasen de este calco. "Déjame entrar" de 2010 es una película sin sentido.
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