Porco Rosso

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miércoles, 19 de junio de 2013

LA MUCHACHA DE LA FÁBRICA DE CERILLAS de Aki Kaurismaki - 1990 - ("Tulitikutentaan tyttö")


Iris lleva una vida monótona y triste en Helsinki. Trabaja muchas horas en una fábrica de cerillas y con su escaso sueldo mantiene a sus padres, que no trabajan ni quieren trabajar y que además en casa la tratan como si fuese su esclava. Por las noches, Iris, que no tiene amigos, sale sola a las discotecas y a los bares soñando con encontrar el amor. Pero Iris no es guapa, y ya no es joven tampoco. Un día, Iris se cansa de todo... Y decide tomar una terrible decisión.


La tercera entrega de la "Trilogía Proletaria" de Aki Kaurismaki se desmarcaba de la línea del relato romántico/social redentor de las dos primeras para mostar una historia social sobre la desilusión total. Esta vez no existe un fondo optimista, ni una visión esperanzadora de la humanidad. Esta vez su personaje principal, por muy digno que es y por mucho que lucha contra sus circunstancias, no puede escapar de ellas, del camino triste que la vida le ha trazado. En un ambiente con algún toque kafkiano pero a la vez “profundamente "kaurismakiano" cimentado en el silencio, en el minimalismo costumbrista y en la sobriedad total a la hora de narrar cinematográficamente los acontecimientos se mueve la muchacha de la fábrica de cerillas (soberbia Kati Outinen, una de las actrices fetiche de Aki que aquí entrega uno de los grandes papeles de su carrera), una mujer físicamente no muy agraciada que ya ha llegado a la mediana edad pero que sigue viviendo como una adolescente: con el poco dinero que su trabajo basura le reporta, con unos padres ya viejos, tiranos y desaprensivos (a los que mantiene porque ellos no trabajan ni piensan hacerlo) y saliendo por las noches a “ligar”, cosa que por cierto no se le da nada bien.


Esta muchacha, a pesar de todo, conserva intacto su sueño de juventud: escapar del mundo deshumanizado en el que vive por medio del amor. Sin embargo, todo son desilusiones, todo son desengaños. Un día, se cansa de todo y toma la decisión más drástica de su vida, una decisión con la que va expresar su desprecio total hacia los que no le han dado nunca una oportunidad y hacia los que se han aprovechado de ella (y no es la que seguramente están pensando, no). Como "Sombras en el paraíso" y "Ariel", el metraje de este filme es de poco más de una hora y diez minutos. Suficiente para que Kaurismaki diseccione a la perfección, con todo lujo de detalles y sin ninguna piedad la sociedad finlandesa de su tiempo. Finaliza con "La muchacha de la fábrica de cerillas" una de las trilogías imprescindibles del último cine europeo. Y con un desenlace desolador como pocos.

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