Porco Rosso

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jueves, 9 de mayo de 2013

CHICO CONOCE CHICA de Leos Carax - 1984 - ("Boy meets girl")



Alex y Mireille tienen 23 años, han nacido en 1960 y viven en París. A Alex le ha dejado su novia Florence: le ha dejado por su mejor amigo. Mireille acaba de salir de una relación fallida con otro hombre, Bernard, que también la ha dejado. Ambos se conocen en una fiesta. El amor surge y Alex está seguro de que ya amaba a Mireille desde antes de saber de su existencia.


Leos Carax es todavía para muchos uno de los "niños" terribles del cine francés moderno. Con una filmografía breve y personalísima, se ha encargado de reciclar las tradiciones cinematográficas de toda la historia del séptimo arte de su país y de una considerable parte de Europa y de más allá para parir una obra única y tremendamente ecléctica en lo estético y en lo narrativo que bebe esencialmente de la Nouvelle Vague pero también del cine de Robert Bresson y de la trascendencia de lo cotidiano que hay en todas sus obras, del simbolismo y de las metáforas de Jean Cocteau, del misticismo y el malditismo realista de Carl Theodor Dreyer, del cine mudo y de la gesticulación romántica de Charles Chaplin, del cine psicológico de Ingmar Bergman o del cine independiente norteamericano (de autores como John Cassavetes especialmente). Todas sus películas traspiran una poderosa aura tan romántica y lírica como fatalista. Sus personajes, hijos malditos de la generación que vivió el desencanto post Mayo del 68, viven existencias rebeldes, bohemias o al límite, siempre perdidos, marginados o automarginados, a menudo poseídos por el “amour-fou” y hastiados y desesperanzados con una sociedad terrible y deshumanizada. Muy poco prolífico, únicamente ha dirigido cinco películas hasta la fecha: la historia de amor "Chico conoce chica", el thriller/drama de ciencia-ficción "Mala sangre", el drama romántico "Los amantes del Pont-Neuf", el drama "Pola X" y la inclasificable y recién estrenada "Holly Motors".


"Chico conoce chica" es la maravillosa joya independiente que lanzó a la fama a Leos Carax con sólo veinticuatro años y que le permitió ser catalogado por una notable parte de la crítica contemporánea como “el único cineasta francés auténtico de los ochenta” (en mi opinión dijeron una enorme y soberana chorrada producto de la masturbación emotiva del momento). El filme es la primera muestra de la entonces singular propuesta estilística de su autor: rodado en un blanco y negro duro y crudo por momentos brutal, recoge una grandísima serie de influencias que le dan un aura personalísima. Toma el pulso narrativo abrupto y nervudo del primer Godard (además de su imaginación visual –empleada y explotada con una gran economía de medios-), una ambientación oscura y onírica (casi pesadillesca por momentos) de gran calado expresionista, unos simbolismos y metáforas emparentados a veces con el surrealismo, unos planos cercanos “bergmanianos” o “cassavetianos” que capturan el alma de los protagonistas, un aura cotidiana mística y con aires de cierto malditismo sobrenatural que resulta una extraña mezcla de las de las que encontramos en los filmes de Dreyer y de Bresson y unas interpretaciones conscientemente sobreactuadas herederas del cine mudo.


Quedan en "Chico conoce chica" una violencia directa muy palpable en su ambiente y un desencanto general hacia el mundo, el mundo del mencionado acomodamiento y casi nihilismo post Mayo del 68. Sus dos protagonistas, unos excelentes y aterradores en su desolación Denis Lavant y Mireille Terrier, enigmáticos y hundidos marginales, encuentran, tras unas relaciones anteriores fallidas, el amor, un amor exacerbado que creen verdadero y que puede salvarles y a la vez hundirles. Les rodea una ciudad tan mágica como maligna (una sombría y a la vez romántica París) y una galería de personajes estrambóticos y feístas (geniales todos) que representan, como ellos, el hastío, la ambigüedad y la locura de toda una época, retratada con músicas tan dispares como las de Serge Gainsbourg o David Bowie. Maravilloso debut de un autor inigualable.

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