Porco Rosso

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viernes, 25 de enero de 2013

DJANGO DESENCADENADO de Quentin Tarantino - 2012 - ("Django Unchained")


1858. En los Estados Unidos se está cociendo una contienda que va a enfrentar a sus ciudadanos por el polémico asunto de la abolición de la esclavitud. El esclavo Django es liberado por el cazarrecompensas alemán King Schultz, un hombre progresista y honorable que le da una nueva vida a su lado. Pero Django no es feliz: como tantos otros negros, su amada Broomhilda sufre el cautiverio en una plantación sureña. Schultz le va a ayudar a liberarla... Sin embargo, ambos van a tener que enfrentarse a hombres extremadamente racistas y malvados que no les van a poner las cosas nada fáciles.


Siempre he pensado que Quentin Tarantino está bastante sobrevalorado y todavía lo pienso, sobre todo porque hay gente que le tacha prácticamente como el "inventor del Séptimo Arte" o como un revolucionario de la cámara cuando no es ninguna de las dos cosas de ninguna de las maneras. Sin embargo, siempre he pensado también que es uno de los mejores directores americanos que hay hoy y con "Django Desencadenado" me ha sorprendido gratísimamente: creo que ha entregado su mejor película desde "Pulp Fiction" porque esta primera incursión suya en el western mezcla sin fisuras, como aquella, el drama y la comedia, la seriedad y el frikismo puro, la referencia y el homenaje constante con las nuevas ideas. Volvemos a tener una historia de venganza en la que una persona o grupo de personas bastante malévolas van a recibir su merecido ("Kill Bill", "Death Proof", "Malditos Bastardos") y volvemos a tener una estética tan heredera del western clásico como del menos clásico y del de "series consideradas menores" que no deja de tener un pie en la modernidad (en la excelente banda sonora se puede ver claramente) y volvemos a tener a unos personajes tan freaks como tiernos y creíbles excelentemente interpretados y una historia cargada de violencia y de diálogos inteligentes e imaginativos y, por supuesto, de escenas aisladas que quedarán para el recuerdo. "Djando Desencadenado" es lo de siempre, lo que siempre hace Tarantino, pero reinventado y fresco, fresquísimo.


La trama de la película, que pasa sobradamente de las dos horas de duración, fluye con una agilidad pasmosa y consigue que no se mire el reloj ni un solo momento, y lo hace gracias a la mencionada combinación de drama y comedia y a las referencias y autoreferencias que la salpican sin cesar. Tenemos una historia de amistad extraordinariamente tierna (Django y el Doctor Schultz quedarán para los anales como pareja mítica del western), tenemos otra de amor más que solvente, tenemos a villanos verdaderamente despreciables, tenemos escenas de acción y tiros y otras intimistas y otras directamente delirantes (cómo no), tenemos diálogos como he dicho inteligentes y siempre estimulantes y tenemos un desenlace apoteósico. Y por supuesto, un plantel de actores y actrices de infarto: Jaime Foxx está genial como el protagonista y lo mismo se puede decir de Kerry Washington como su amada, y secundarios como Don Johnson, Franco Nero o el propio Tarantino haciendo de él mismo una vez más están graciosísimos. Pero sobre todo hay que quedarse con el trío de ases que conforman el villanísimo Leonardo Di Caprio, un cabronazo asqueroso que pone los pelos de punta y al que todos torturaríamos hasta la muerte con gusto; el repulsivo Samuel L. Jackson, que borda al "negro colaboracionista" y extremadamente patético y acomplejado de su raza y, sobre todo, al laureado (y con razón) Christoph Waltz, que clava al mejor personaje de la película, un cazarrecompensas abolicionista ambiguo pero progresista y honorable cuya relación con Django llega a emocionar (qué química tienen él y Foxx; genial).


Y quedan, por supuesto, montones de escenas para el recuerdo, porque los filmes de Tarantino son muchas veces puras colecciones de escenas míticas o por lo menos fílmicamente estimulantes: ahí está la liberación de Django del prólogo, el dilema moral con el padre y el hijo del protagonista y su amigo, la primera entrada en acción de Django o los dos tiroteos finales, sangrientos y dinámicos y con nada que envidiar a los de clásicos como "Grupo Salvaje" y a la vez cachondísimos y excelentemente coreografiados. Pero me quedo, sobre todo, con una escena, la más larga del filme: la conversación durante la cena (con ese paréntesis de amo y esclavo conversando como amigos de toda la vida que destila buen hacer) que pone al espectador en una tensión insoportable y le prepara para lo que intuye que va a llegar en el momento menos esperado. "Django desencadenado" recupera el mejor Tarantino de todos. Una de las grandes sorpresas del año que se acaba de terminar.

3 comentarios:

  1. Solo por ver a Christopher Waltz ya he decidio ver la película, aunque tendré que esperar a encontrarla en versión original. Así son las cosas.

    Saludos

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  2. cierto. Pese a ello me sorprende que se valore tanto a Tarantino cuando roza la parodia (Django, Inglorious) y cuando pretende ser mas serio se le ignora. Almenos nunca dejará de sorprendernos y darnos estas escenas míticas que mencionas.

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  3. Félix S. Trabanco12 de febrero de 2013, 9:32

    Desde Jackie Brown (excelente film) este hombre no ha vuelto a hacer nada digno en mi humilde opinión, y este film lo corrobora. Además detesto a Sergio Leone, por lo tanto yo de este film que homenajea la estupidez del eurowestern no podía esperar nada bueno.
    Un saludo.

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