Porco Rosso

Porco Rosso

martes, 31 de julio de 2012

JARHEAD de Sam Mendes - 2005 - ("Jarhead")



Principios de los años noventa. Guerra del Golfo. Un grupo de jóvenes patriotas estadounidenses se alista en los marines para luchar por su patria contra el poder asesino de Sadam Hussein. Un largo entrenamiento les espera en su tierra, un entrenamiento que les forma como grandes guerreros. Después, cuando son enviados al frente, se asientan en Arabia Saudí esperando órdenes de ataque. Todos están ansiosos de matar iraquíes, de usar sus armas, de demostrar los feroces hombres que son. Pero las órdenes tardan... Y cuando por fin llegan, todos descubren una guerra anodina, una guerra sin batallas, una guerra aburrida y que además va a terminar más pronto de lo que creen.


En "Jarhead", su tercera película, Sam Mendes volvía a cambiar completamente de registro para experimentar con el género bélico y rodar la cinta que posiblemente y hasta la fecha mejor ha expuesto la mediocre cotidianeidad de una guerra cualquiera, la cotidianeidad de esos soldados que apenas llegan a pisar el campo de batalla y que por ello se sienten decepcionados (no olviden que provienen de la sociedad norteamericana, muy enfermita con todo esto del patrioterío y las guerras). Un grupo de personajillos mediocres se alista en el ejército para llegar a ser grandes marines. Todos guardan en su interior cascadas de violencia contenida que han de salir de alguna manera. Todos están obsesionados con el Sueño Americano de servir a la patria matando enemigos. Todos quieren disparar sus gatillos. Todos quieren sentir correr la sangre. Pero no hay nada en el desierto: esto no es una Guerra Mundial, no es Corea ni es Vietnam. Es el Golfo, y todo ha cambiado mucho desde entonces. La guerra se desarrolla de otra manera, y a los sufridos patriotas no les da tiempo ni de cargar el arma por segunda vez. Todo pasa deprisa y sin novedades entre instrucciones, guardias y fiestas y deportes improvisados, y los jóvenes se frustran: nunca matarán a nadie, nunca saldrán de la mediocridad, nunca regresarán a los USA siendo unos ganadores.


No encontraremos en "Jarhead" grandes escenas de violencia o acción: sólo una eterna retaguardia y un combate decepcionante. Y es que, como he señalado, la guerra de "Jarhead" no es la de "Apocalipse Now" ni la de "Platoon", ni la de "Salvar al Soldado Ryan" o "Hermanos de sangre". Mendes triunfa retratando lo que pocos han retratado tan bien hasta la fecha: la vulgaridad que se esconde hasta en los conflictos bélicos más implacables. Los irakíes mueren a destajo mientras su país es reducido a cenizas entre sus tiranos y los tiranos extranjeros, pero los norteamericanos no tanto: hay bajas, por supuesto, pero no hay épica, no hay grandes hazañas, no hay retornos gloriosos. Políticamente el tercer filme de Mendes no se posiciona a favor ni en contra de ningún bando (descomprometimiento por el que fue criticado), pero sí que queda retratada a la perfección la absurda locura cotidiana de la guerra "entre bambalinas", y creo que va a ser mítica, con el tiempo (si no lo es ya) la escena en la que ese soldado loco por entrar en acción es frustrado en el último segundo por sus superiores, tras lo cual arranca a llorar histéricamente. Sí, se ha librado de tener que matar a un hombre, se ha librado de ensuciarse las manos y de arriesgar su vida... Pero nunca será nadie. Los "Cabezabotes" que dan nombre a la obra son en su gran mayoría catetos, mediocres, fracasados, pringados a los que les quedaba el ejército como única opción para destacar en la sociedad más competitiva del mundo. Si el ejército les falla, sus vidas se hunden. "Jarhead" retrata eso como pocas películas lo han conseguido. Quedan además los excelentes actores que dan vida a estos "loosers" (encabezados por un genial Jake Gyllenhaal) y la esplendorosa fotografía de Roger Deakins que sumerge de lleno en esos paisajes desolados y bellamente infernales donde sólo mueren los irakíes y casi nadie más.


lunes, 30 de julio de 2012

EL CASTILLO DE DRAGONWYCK de Joseph L. Mankiewicz - 1946 - ("Dragonwyck")


1844. La joven y bondadosa Miranda, hija de una humilde y muy religiosa familia de granjeros, es invitada por un rico primo lejano a pasar una temporada en el lujoso Castillo de Dragonwick, en donde vivirá a cambio de cuidar de la hija de este familiar, ya que su mujer está muy enferma. Pronto, entre Miranda y su primo, el excéntrico Nicholas Van Ryn, surge una atracción especial... Nicholas, sin embargo, es tan atractivo como misterioso y guarda un oscuro y terrible secreto.


Director, guionista y co-productor de todas sus películas, Joseph Leo Mankiewicz es uno de los grandes directores del Hollywood dorado. De extensa y variadísima formación literaria y profundo creyente de la idea de que el guión es lo más importante de cualquier película por encima de todo lo demás, debutó como guionista junto a su hermano mayor Herman J. Mankiewicz (co-escritor de “Ciudadano Kane” junto a Orson Welles) en la industria del cine llegando a ser uno de los más geniales de su época. Tras ganar un Oscar con el argumento de “El enemigo público nº1”, se pasó a dirigir sus propios escritos y debutó con “El castillo de Dragonwyck”. Se le colocó en el lugar de los “directores literarios” por sus soberbios guiones, construidos e hilvanados con limpieza sin par, cargados de diálogos ágiles y rápidos, de situaciones ingeniosas, de giros originalísimos e inesperados y constantes vueltas de tuerca y todos con una intensidad dramática o una genialidad cómica e irónica poco antes vista (no hacía ascos a ningún género). Cultivó el romántico con “El fantasma y la señora Muir”, la comedia de situaciones con “El mundo de George Apley” o “La gente hablará”, el drama con “Carta a tres esposas”, “Odio entre hermanos”, “Un rayo de luz”, “Eva al desnudo”, “La condesa descalza”, “El americano impasible” o “De repente, el último verano”, el thriller negro con “Solo en la noche”, “Escape”, “Operación Cicerón”, “Mujeres en venecia” y “La huella”, el drama histórico con “Julio César” y “Cleopatra”, el musical con “Ellos y ellas” o el western con “El día de los tramposos”. Llamado “cineasta de la feminidad” por sus magistrales retratos femeninos (de los mejores de la época) y por su genial dirección de actrices, estuvo siempre Mankiewicz preocupado por la sociedad de su tiempo, lo que se evidencia en sus retratos brillantes y a la vez decadentes, satíricos, críticos e incluso malévolos de las clases altas, intelectuales o del mundo del espectáculo, al igual que en sus dramas psicológicos, raciales o escépticos con el sueño americano. Se retiró prematuramente del cine en 1973 al considerar que ya había dado todo lo que tenía que dar. Murió, rodeado de sus amados libros, en 1992.


Todos los genios tienen sus comienzos, y no tienen por qué ser necesariamente buenos. El enorme Joseph L. Mankiewicz, antes de entregar sus grandes obras maestras y de regalarnos una de las más grandiosas filmografías de la historia del cine, debutó en 1946 con esta "El castillo de Dragonwyck", que, a pesar de contar con un excelente reparto y una cuidadísima ambientación que alterna lo glamuroso y lo siniestro sin fisuras, se muestra como una película muy irregular en todos los sentidos y lastrada por una gran multitud de asuntos que intenta tratar sin centrarse en ninguno (aparte, es otro vehículo para la exaltación del Sueño Americano maniqueo a más no poder). La película narra la historia de una bondadosa joven que abandona su lugar de nacimiento, el campo, para vivir en el castillo que da nombre al filme y casarse con un primo bastante disoluto y finalmente diabólico. Por medio de esta trama se articula una intriga algo predecible en la que se mezclan como he señalado un montón de asuntos: la lucha entre la rectitud moral personificada en la religión cristiana y la depravación que trae la frivolidad de la riqueza, la contraposición entre la humildad campesina y la hipocresía de las clases altas, la lucha de clases entre los ricos terratenientes y los agricultores, el asesinato, la drogadicción (metida con calzador y sin saber muy a cuento de qué)... Y, a su vez, hay una mezcla de género en el filme completamente heterogénea que no termina tampoco de cuajar porque Mankiewicz no se decanta por ninguno: hay comedia romántica, hay filme romántico a secas, hay cuento gótico, hay thriller, hay historia de fantasmas, hay drama social... Y no hay nada de todo esto a la vez.


"El castillo de Dragonwyck" es errático en todos los aspectos, y por eso termina por decir bien poco más allá de la mencionada moralina norteamericana exaltadora de la religión y las buenas costumbres. Los personajes tampoco destacan: o son buenos o son malos sin mucho término medio, y eso que los actores que los interpretan están como siempre geniales: Gene Tierney, Vincent Price o Walter Huston se comen la pantalla, pero no es suficiente para salvar un conjunto que quiere abarcar mucho y que al final abarca poco y no demasiado bien. El filme no es un bodrio y se puede ver y hasta puede resultar distraído, pero está lejos de ser bueno y por supuesto a millas de ser uno de los grandes de su creador. Tampoco hay que esperar mucho más: es un debut, y Mankiewicz supo tras él empezar una escalada sin prisa pero sin pausa directa hacia la gloria.

domingo, 29 de julio de 2012

MORIR TODAVÍA de Kenneth Branagh - 1991 - ("Dead again")


Mike Church, un detective de Los Angeles especializado en desapariciones, comienza a cuidar en su propia casa a una mujer misteriosa que ha perdido la memoria hasta que alguna persona la reclame o hasta que recupere sus recuerdos. La mujer tiene una pesadilla recurrente: alguien, en los años cuarenta, la apuñala con unas tijeras.  Pronto, y contra todo pronóstico, surge entre ellos una cierta atracción... Y pronto, sin embargo, comienzan los problemas: Mike parece estar también presente en los traumáticos recuerdos de su extraña inquilina.


El primer patinazo de Kenneth Branagh como director fue, para mi por lo menos, su segunda película, esta "Morir todavía" que homenajea al cine negro del Hollywood clásico y, sobre todo, al cine del maestro del suspense Alfred Hitchcock. Después de una maravilla indiscutible como "Enrique V" y antes de otras grandes películas como "Mucho ruido y pocas nueces", "En lo más crudo del crudo invierno" o su versión de "Hamlet", Branagh se va por las ramas con este rollo macabeo de amor del más allá que mezcla, sin concretar ningún género, el mencionado thriller, la comedia romántica y el rollo fantástico familiar de postín. La cuidadísima estética (sobre todo en las excelentes escenas en blanco y negro) no ayuda a sacar del agujero a una intriga bastante ridícula en la que dos amantes que murieron de forma truculenta en los años cuarenta se encuentran en nuestros días para volver a unir sus caminos y descubrir quién fue el causante de sus desgracias. Ya de por sí la trama parece tonta dicho esto, pero lo es más, pues está conformada por un conjunto de escenas ridículas con hipnosis de risa, espiritistas baratos, psicólogos aún más baratos, diálogos a veces ridículos, persecuciones bochornosas y una construcción de la historia cien por cien predecible en el peor de los sentidos.


Los homenajes al cine del mencionado Hitchcock que la película introduce constantemente tienen su gracia (desde el ama de llaves al estilo "Rebeca" hasta las tijeritas asesinas de "Crimen perfecto" pasando por los recuerdos deformados de "Recuerda") pero el toquecito "freaky" no salva todo lo antes expuesto, que además viene todavía más lastrado por las actuaciones nada creíbles de un reparto completamente desperdiciado. Kenneth Branagh (de nuevo como protagonista), Emma Thompson, Derek Jacobi, Robin Williams, Andy García... Todos son buenos actores (algunos más que buenos, excelentes) pero todos están desganados e incluso horribles (ese Jacobi, siempre tan genial, autoparodiándose al estilo de "Yo, Claudio" da vergüenza ajena). Y queda ahí todavía un desenlace espantoso con disparos pueriles, tijeras asesinas y psicópatas trasnochados que deja un malísimo sabor de boca. En fin, menos mal que Branagh se redimió y menos mal que "Morir todavía" no es más que un patinazo puntual ya muy olvidado dentro de su filmografía en líneas generales muy destacada. Sólo para completistas del actor y director.

sábado, 28 de julio de 2012

EDEN LAKE de James Watkins - 2008 - ("Eden Lake")


Steve y Jenny son una joven pareja inglesa que se retira unos días a un hermoso lago cercano a un pequeño pueblo para descansar y dedicarse al ocio en un ambiente de tranquilidad y sosiego. Nada más llegar, tienen un pequeño percance sin demasiada importancia con un grupo de adolescentes chulos y antipáticos del lugar. No les hacen mucho caso. Y, sin embargo, este leve efrentamiento les va a costar muy caro...


Del inglés James Watkins me encantó el entrañable y efectivo homenaje a los filmes de terror de la Hammer que ha sido la estrenada este mismo año "La mujer de negro", pero todavía aún más me ha sorprendido su primer largometraje, "Eden Lake", una cinta también de terror poco convencional que denuncia ese hecho del que tantas noticias escuchamos y que tanta indignación crea: el hecho de que existen niños absolutamente salvajes y malévolos y el hecho de que a veces sus propios padres, los que les deberían educar, son todavía peores y la causa absoluta de que ellos sean tan brutales. En un planteamiento que recuerda a clásicos como "Perros de paja" de Sam Peckinpah, "Eden Lake" presenta a una pareja normal y corriente (conformada por unos excelentes Kelly Reilly y Michael Fassbender) que se va a pasar unos días de descanso y ocio a un bonito lago cerca de un pequeño pueblo y que, tras una pelea con unos niñatos "porculeros" y desvergonzados (simplemente "porculeros" y desvergonzados en un inicio), terminan sumidos en el peor de los infiernos. Se pueden imaginar que lo que comienza como la referida "niñatada" termina derivando en una implacable persecución. Y no voy a contar nada más para no revelar nada más, pero sí voy a decir que Watkins sabe, en muy poco metraje, dibujar una trama cargada de malos presentimientos para posteriormente desplegar toda una locura juvenil de órdago que, sin efectismos y con poquísimas trampas de guión (alguna hay, pero insignificante) lleva al espectador a sufrir una angustia que pocos filmes logran crear.


"Eden Lake" es brutal, cruel, sangrienta, sucia y sádica, y el retrato social que muestra es desesperanzado como pocos, sin ganadores (ni siquiera los supuestos ganadores pueden salirse con la suya demasiado tiempo) y sin un futuro para nadie, ni para los muertos, por supuesto, ni para los vivos. Acompañan el ritmo cargado de tensión y conscientemente tajante en los hechos de la historia, la excelente fotografía que una vez más pone a la hermosa naturaleza indómita al nivel de la peor de las pesadillas y las actuaciones tanto de la referida pareja protagonista como de los niñatos que se enfrentan a ellos, que bordan a auténticos psicópatas adolescentes (un punto especial para el papel de Jack O'Connell, que clava al personaje más despreciable y repulsivo de la función). Excelente propuesta de terror serio y social es "Eden Lake". Pero, eso sí, véanla con las tripas vacías y el ánimo estable.

viernes, 27 de julio de 2012

THIRTEEN de Catherine Hardwicke - 2003 - ("Thirteen")


Tracy es una joven de trece años de Los Ángeles completamente normal y buena estudiante que, al llegar a séptimo curso, se siente absolutamente fascinada y poseída por Evie, mayor que ella y posiblemente la chica más popular del instituto. Tracy se acerca a ella e inesperadamente se hacen amigas. Tracy y Evie, que se sienten "cool" y superiores a todos los demás, comienzan juntas una vida de juergas, superficialidad, alcohol, sexo, flirteo con las drogas y también mentiras y crueldades que las va a poner a ellas y a sus familias al borde del abismo. 


Catherine Hardwicke despuntó a principios de la pasada década con dos obras geniales sobre los jóvenes norteamericanos y sus relaciones personales: la comentada "Thirteen" y "Los amos de Dogtown". Posteriormente, su carrera se ha tornado tristemente irregular con la curiosa aunque solamente solvente película religiosa "Natividad" (que narra la historia del nacimiento de Jesús de Nazaret), la también irregular primera entrega de la saga "Crepúsculo" y el infame horror de "Caperucita Roja. ¿A quién tienes miedo?".


"Thirteen", la primera película que dirigió Catherine Hardwicke y cuyo guión escribió junto a la actriz y escritora Nikki Reed (basado en la propia experiencia de la intérprete cuando tenía trece años), es una de las mejores películas sobre adolescentes norteamericana por méritos propios de los últimos tiempos y uno de esos filmes sobre jóvenes que, junto a otros famosos como "Kids" de Larry Clark, se ganó a pulso la polémica por su crudeza y brutalidad a la hora de retratar el mundo de la primera crisis que vive todo ser humano. Una muy joven Evan Rachel-Wood da vida de manera espectacular a una niñata (con todas las letras) que, como tantas niñatas y niñatos de su edad, empieza a ser un auténtico quebradero de cabeza para su madre (una absolutamente maravillosa Holly Hunter) al flirtear con las drogas y el alcohol peligrosamente, al despertar en lo sexual sin información y sin responsabilidad y al entrar en la horrible "edad del pavo" en la que tantos jóvenes se vuelven desconsiderados, egoístas, hipócritas, mentirosos, conspiradores y crueles con los que les quieren y, por supuesto, inseguros, depresivos y violentos. Hardwicke, con un estilo directo y a veces cortante, se mueve por las diversas etapas de la mencionada "edad del pavo" de la protagonista describiendo a la perfección su ambiente y sus relaciones personales con un realismo crudo. Todos nos podemos identificar con los personajes (todos hemos sido adolescentes gilipollas en mayor o menor medida) de "Thirteen", que además está ambientada en un círculo familiar problemático marcado por unos padres separados, por una madre ex-alcohólica que lucha para sacar adelante a sus hijos y además a un novio ex-drogadicto en rehabilitación y por una mala amiga popular y malévola (la propia Nikki Reed en otro papel excelente) con una familia también en descomposición.


Y, como he mencionado, están bien presentes y en todo momento en el filme las drogas, el alcohol, el sexo (en los USA y hasta más allá si es con menores la polémica está servida), el hastío vital, la decepción, el mundo familiar que se derrumba y la auto-laceración y los intentos de suicidio. También, por supuesto, quedan el amor y la entrega (esa Holly Hunter que lo da todo por todo el mundo y que lo aguanta todo por su hija) y la superación de ese primer gran palo que a todos nos han dado y que, supuestamente, ha de hacernos madurar (pero no hay ni demagogia ni sentimentalismo barato en el filme al tratar este asunto, eso ténganlo también por seguro). Limpia, tajante, realista y creíble y, aunque parezca lo contrario en un principio, alejada de todo efectismo cutre (esto no es "Generación Ni-ni", no se preocupen), "Thirteen", disparada por un espléndido trío de ases femenino, es una magnífica disección de todo lo que supone estar perdido, perdidísimo, cuando se es un "teenager". Qué lástima que la directora de esta excelente película haya acabado sumida en la mediocridad generalizada.

lunes, 23 de julio de 2012

EL CABALLERO OSCURO. LA LEYENDA RENACE de Christopher Nolan - 2012 - ("The Dark Knight Rises")


Hace ocho años que Batman ha desaparecido y Bruce Wayne lleva una vida completamente normal, aunque sumida en la tristeza por todo lo que perdió, tristeza que no le abandona y que ni el paso del tiempo puede erosionar. Gotham, por suerte, vive una época de paz y prosperidad total gracias a su sacrificio. Sin embargo, esto va a durar poco: una misteriosa e infalible ladrona que roba grandes fortunas ha aparecido en la ciudad y, también, un misterioso terrorista enmascarado gigantesco y brutal llamado Bane que esconde unos oscuros propósitos. Puede que haya llegado el momento para Wayne de enfundarse de nuevo su traje... Puede que el último gran combate de su vida esté a punto de llegar. 

ATENCIÓN: EN LA CRÍTICA HAY UN SPOILER TOTAL Y ABSOLUTO



Ya es oficial: podemos decir sin problemas que la mejor saga cinematográfica de superhéroes de la historia es, hasta este momento, la trilogía de Batman que acaba de cerrar Christopher Nolan. ¿Por qué? Porque es una trilogía seria, tremendamente seria (no es que no haya películas de superhéroes serias, pero lo cierto es que el género está tristemente muy marcado por demasiados bodrios pueriles), porque ha dado una nueva dimensión al concepto del superhéroe anclada en el realismo más puro que se ha visto dentro de todas las franquicias de las casas de DC y Marvel y de más allá, porque ha creado a los personajes más profundos y mejor desarrollados de la historia de este género, porque ha conjugado la espectacularidad más dinámica y épica con el mejor trasfondo psicológico, moral y social y porque caracteres como su actualizado Batman, su inolvidable y ya legendario Joker, sus por fin dignificados Dos Caras y Bane (ambos salieron, respectivamente, con poquísima o nula fortuna en los bodriazos de Joel Schumacher "Batman Forever" y "Batman & Robin" respectivamente), su mítico Comisario Gordon, su Catwoman cargada de química o su Ra's Al Ghul lleno de balas en la récamara, por poner unos cuantos ejemplos, son ya una parte indispensable del panteón de la ficción moderna: todos al nivel de icono de, por poner otros ejemplos, Luke Skywalker y Darth Vader, el Capitán Kirk y Mr. Spock, los "losties" de "Perdidos" o los miembros de la Comunidad del Anillo. "El Caballero Oscuro. La leyenda renace" (horrendo título para la película en España) es la culminación de la saga, culminación que no llega al nivel de la perfecta "El Caballero Oscuro" pero que la cierra sin fisuras y con una historia que engancha sin problemas y que hace que casi tres horas de metraje se pasen en un soplido.


Es bien cierto que las expectativas estaban altísimas. La mencionada "El Caballero Oscuro" se transformó en un clásico de culto instantáneo el mismo día de su estreno y hechos como la triste muerte de Heath Ledger el mismo 2008 y casi medio año antes de que la película llegase a las salas han hecho de ella, para bien o para mal, una leyenda. A esto hay que sumarle los cuatro años de tensa espera y especulaciones sobre cómo terminaría la trilogía: es suficiente para poner el listón del fin de la saga por las nubes. Yo, personalmente, no me he sentido decepcionado por "El Caballero Oscuro. La leyenda renace", y aunque pienso, como tantos otros, que la mencionada segunda parte del tríptico es la mejor de todas (y es que el listón estaba bien alto), creo que la tercera sigue siendo genial en todos los aspectos. Todos los conflictos personales de Batman se cierran en esta película, y de manera definitiva: el personaje encuentra una nueva vida y puede pasar página a su traumático sacrificio por el bien de Gotham, ciudad que vuelve a verle como el héroe que es, mientras que vuelve a enfrentarse al concepto de justicia férrea y brutal que tenía su primer gran enemigo, Ra's Al Ghul, aquí personificado en sus descendientes (aunque con excelente cameo sorpresa de Liam Neeson). Se cierran también las vidas de los que le rodean: el Comisario Gordon vuele a ser insobornable y a dejar bien claro por qué cree en lo que cree, Lucius Fox y Alfred vuelven a abrir los ojos del héroe y a revelarse como compañeros indispensables, el Espantapájaros vuelve a hacer de las suyas en un momento bastante divertido e hilarante y la memoria de Rachel y Harvey Dent/Dos Caras tiene el peso justo y suficiente en la trama. Sí, queda el Joker... ¿Qué ocurrió con él? Pues hombre, yo imagino que, al igual que el Espantapájaros, anduvo por ahí liándola cuando Bane abrió las prisiones... Es una pena que el personaje del mítico payaso asesino no quede cerrado, pero no es culpa de nadie. Al parecer, también tenía inicialmente un papel principal en esta tercera parte de la saga, pero la prematurísima muerte de Ledger cambió todos los planes y, menos mal, no se ha optado por cambiar al actor. Una pena, pero como he dicho, lo ocurrido no es culpa de nadie.


El otro elemento que hace de esta tercera aventura del nuevo Batman una maravilla son sus nuevos personajes, tanto protagonistas como antagonistas. Bane, interpretado de manera maravillosa por Tom Hardy (que actorazo, tan eclipsado hasta ahora), tiene el porte necesario para aterrorizar al público con su fuerza bestial y su inteligencia retorcida (nada que ver con aquella bestia babeante e imbécil de "Batman & Robin"). ¿Que no es el Joker? Pues claro: es OTRO villano, con OTRAS motivaciones y OTRA forma de actuar. Muchos han criticado que no llega a tener el carisma del payaso. Para mi sí tiene carisma, aunque se trata de otra clase de carisma. ¿Hay que comparar a Ra's Al Ghul con el Joker o con Dos Caras? Absurdo, ¿no? Pues lo mismo aquí. Bane es un antagonista al nivel de todos los de la saga: de órdago, con una historia desarrollada, con un interés creciente y con una capacidad brutal para poner a Batman en jaque mate (y lo consigue como nunca nadie lo ha hecho antes). Por otra parte, la sorpresa de Talia Al Ghul está excelentemente cuadrada y Marion Cotillard le aporta al personaje la enjundia justa para el cierre circular de la función. Siguiendo con las novedades, Catwoman es una heroína en la línea realista del propio Batman, con una química excelentemente desplegada con el héroe y personificada en una Anne Hathaway comedida que en ningún momento queda ridícula. Es difícil construir e interpretar a una Catwoman que no caiga en el histrionismo gratuito, y Hathaway lo logra, como lo logró aquella también fascinante mujer gata de Michelle Pfeiffer del genial "Batman Vuelve" de Tim Burton. Y todavía más meritorio es el hecho de saber colocar con acierto y sin que quede ridículo a uno de los personajes más odiados por fans y no fans de la franquicia de DC: a Robin. El Chico Maravilla aparece en "El Caballero Oscuro. La leyenda renace", y a todo el que haya visto el filme le deja con un palmo de narices. Sí, Nolan lo ha conseguido: ha metido a Robin en su saga, lo que nadie se esperaba, y lo ha hecho sin vestirlo con mayas chillonas, sin hacer de él un adolescente irritante, sin convertirlo en un lastre para el superhéroe o para la seriedad del filme. Bien por Nolan, y bien por el genial Joseph Gordon-Levitt.


Queda ya la ambientación casi postapocalíptica que el filme tiene (magistral), esa siempre acertada combinación de thriller y filme de acción que caracteriza a la saga, esas espectaculares escenas de lucha (la paliza de Bane a Batman en la oscuridad y sin sonido ninguno quedará para los anales), esos emotivos diálogos, el humor fino e irónico (desde los tiritos de Batman y Catwoman al cinismo sádico de Bane pasando por las eternas coñas de Alfred), la caracterización (Bane no parece salido de otro mundo, es perfectamente creíble), el coherente desenlace (a muchos no les ha gustado: yo creo que es el lógico y acorde al tono de la cinta) y la manera en que todo, absolutamente todo (bueno, menos el Joker, pero no se puede hacer nada) queda perfectamente ensamblado y cerrado. Y ese ritmo: la friolera de 164 minutos que el filme dura se pasa en un vuelo; es que ni se entera uno. Christopher Nolan lo ha vuelto a lograr. ¿Con un poco de menos maestría? Quizas, pero como he dicho el listón estaba demasiado alto. Esta trilogía ya tiene su lugar en la historia del cine.


sábado, 21 de julio de 2012

THE AMAZING SPIDER-MAN de Marc Webb - 2012 - ("The Amazing Spider-Man")


Peter Parker es un joven estudiante muy inteligente pero algo desubicado en su entorno que vive desde que era pequeño con sus tíos tras la desaparición misteriosa de sus padres, de los que empieza a hacer investigaciones. Pronto, descubre una oscura trama alrededor de sus progenitores... Y pronto se hace con unos maravillosos poderes que le van a transformar en un héroe y que le van a hacer entrar de lleno en una terrible conspiración que va a cambiar su vida para siempre.


El habitual director de videoclips Marc Webb únicamente ha dirigido dos películas hasta la fecha: "(500) Días juntos" y "The Amazing Spider-Man".


Para algunos cinco años es mucho tiempo; para otros, no es nada. Sea como sea, lo cierto es que reiniciar una saga como la de "Spiderman", cuya primera parte tiene ya una década de existencia pero cuya última entrega es de 2007, que como quien dice "está todavía ahí al lado", tiene sus inconvenientes. La sensación de "Deja Vu" está garantizada, y si no se sabe dar un giro de 180 grados a la trama del reinicio, el efecto todavía va a ser mucho peor. También, por suerte, tiene sus ventajas practicar este reinicio, especialmente cuando el trabajo del director de las tres primeras películas de la franquicia, Sam Raimi, ha sido tan decepcionante en líneas generales. Porque no es lo mismo, por poner un ejemplo muy socorrido, hacerle sombra a los excelentes y míticos dos primeros "Batman" de Tim Burton (olvidémonos de los dos siguientes de Schumacher, por favor), con "Batman Begins" (que además llegó ya ocho años después de aquella "cosa" que fue "Batman & Robin"), lo cual Christopher Nolan consiguió (y acaba de cerrar maravillosamente su trilogía del Hombre Murciélago), que hacerle sombra a los flojísimos "Spiderman" del director de "Posesión Infental". Y es que, qué quieren que les diga, la trilogía del Hombre Araña de Raimi a mi me parece lastrada por su excesiva infantilidad, por sus villanos flojos (el Doctor Octopus se salva algo más, pero tampoco tanto), por su Spiderman que no es Spiderman, por sus escenas vergonzosas, por su Mary Jane sin alma, por su humor sin gracia ninguna. "Spiderman" y "Spiderman II" me parecen filmes muy fallidos por todos estos aspectos, y de "Spiderman III" mejor ni hablo ya: está al nivel de la mentada "Batman & Robin" de Joel Schumacher, es decir, por los suelos. Y bueno, Marc Webb no crea una película perfecta, pero supera con creces a Raimi en un sólo filme, lo que no era nada difícil pero lo que de una forma u otra se agradece.


"The Amazing Spider-Man" tiene esa poderosa sensación de "Deja Vu" que he señalado impresa a fuego, y de hecho sigue un esquema idéntico a la primera de sus antecesoras en algunas partes: la muerte del Tío Ben, la transformación de Spiderman en todas sus consecuencias, el villano que vuelve a ser traicionado por la eterna empresa del eterno Norman Osborn (que aquí parece reservarse para la segunda parte), la historia de amor (ahora con Gwen Stacy)... Todo muy visto... Pero infinitamente mejor llevado. Para empezar, es preciso señalar que el Spiderman del segundo filme de Webb SÍ es el verdadero Spiderman o, por lo menos, se parece infinitamente más tanto en físico como en comportamiento al héroe que el del pánfilo bajito y sin gracia que fue el pobre Tobey Maguire: Andrew Garfield es mejor actor, tiene un físico más acorde con el de Peter Parker, es más cínico y cachondo y es más estilizado para las escenas de acción. Por otra parte, el villano de turno, aunque adolece de seguir el mismo camino del desaprovechadísimo Duende Verde al que dio vida Willem Dafoe, tiene más carisma y llega más al público (entre otras cosas porque es un excelente actor -Rhys Ifans- y, al contrario de lo que se hizo con Dafoe, otro enormísimo actor pero en el filme de 2002 tapado con una máscara cutre, cuando se transforma en el Lagarto los efectos especiales no borran su rostro y le permiten lucirse más). Finalmente, la Stacy de Emma Stone hace en una sola película mucho más de lo que hace la Mary Jane de Kirsten Dunst, que en toda una trilogía no evolucionó casi nada y sólo servía para ser rescatada una y otra vez por Parker. Sólo por estas tres cosas, "The Amazing Spider-Man" tumba al "Spiderman" de hace diez años. Quedan ahí, además, una ambientación más oscura (bueno, esa es la moda...), unas escenas de acción  muy divertidas, una Tia May que no da vergüenza ajena y que no es un secundario cómico y un humor más comedido y fino y no basado en la ridiculización constante de Peter Parker.


El reinicio de las aventuras del Hombre Araña también tiene sus fallos, por supuesto. Por ejemplo, el Lagarto no tiene el conflicto interior lo suficientemente desarrollado (pasa demasiado rápido de la bondad a la maldad y viceversa) y la trama de los padres de Peter Parker parece quedarse en el aire (aunque imagino y espero que en la segunda parte se desarrolle del todo). Pero como remake "The Amazing Spider-Man" supera a sus antecesoras, y con creces (y lo dice uno que no es nada partidario de remakearlo todo a lo bestia y sin dejar tiempo de "respiro", como parece ser que va a ser la moda en los próximos años o décadas). No era nada dificil en mi opinión, pero lo cierto es que ensombrecerlas las ensombrece, y resulta una película medianamente interesante y muy divertida para presentar algo ya tan visto.

viernes, 20 de julio de 2012

SPIDERMAN III de Sam Raimi – 2007 – (“Spiderman III”)


Spiderman ha llegado a ser un gran héroe en la ciudad y a Peter Parker las cosas le van mejor que nunca. Sin embargo, no le ocurre lo mismo a su novia Mary Jane… Parker además va a verse las caras con dos nuevos enemigos: el nuevo Duende Verde, que además es su mejor amigo, Harry, y el poderoso Hombre de Arena. Pero hay algo más: un extraño ser ha poseído su traje y lo ha vuelto de color negro. Spiderman va a tener que enfrentarse también a sí mismo y al terrible secreto que su nuevo uniforme esconde…


El bodriazo de “Spiderman III” fue la última (menos mal) entrega de las aventuras del Hombre Araña que dirigió Sam Raimi hasta el excelente y por suerte más serio reinicio de la franquicia que hemos tenido este mismo año. El director de "Posesión Infernal" anunció en su día que iba a desarrollar en esta escoria fílmica una trama más seria centrada en la lucha interior del superhéroe; por eso nadie pudo dejar de sorprenderse cuando la película de marras llegó a las salas hace ya cinco años: ¿Dónde está esta seriedad? ¿Dónde está esta lucha interior? Si “Spiderman” y “Spiderman II” resultaban fallidas por infantiles, esta tercera parte ya no es sólo infantil, sino que además es ridícula y estúpida. La historia narra cómo Peter Parker se enfrenta su lado oscuro y a tres nuevos villanos: el nuevo Duende Verde (su amigo Harry), el Hombre de Arena y Venom, cuya aparición parece que no estaba inicialmente prevista pero que según rumores fue forzada por los productores de la cinta por si no llegaba nunca a rodarse una cuarta entrega (efectivamente, así ha sido, aunque no hay que descartar que el villano de la larga lengua salga en la nueva saga). En dos horas y media insufribles se van sucediendo estos enfrentamientos que desembocan en un espectacular pero burdo clímax que se nota completamente improvisado. El ritmo de la trama está mal llevado, con poco equilibrio entre las escenas de acción y las que no lo son. Además, su motor está cimientado casi exclusivamente en constantes y tontísimas casualidades. Por si fuera poco, está encima llena de lagunas argumentales y hechos inverosímiles que la lastran aún más si cabe: no se explica absolutamente nada sobre Venom –se da por hecho que los espectadores ya conocen su historia y no se dice nada sobre ella, un error de bulto-, el Hombre de Arena hace cosas sin sentido y revive a los pocos días de haber supuestamente muerto, a Harry le da de lleno una de sus bombas y sólo le desfigura una parte de la cara, una fotografía burdamente trucada con Photoshop del Spiderman del traje negro se hace famosa sin que nadie se percate de su clarísima falsedad…. Y así otras tantas chorradas incoherentes.


Sin embargo, lo peor de la película son sus personajes, los más planos y absurdos de toda la saga. Peter Parker está peor desarrollado que nunca, y su “parte oscura” es de auténtico chiste: para Raimi mostrar esta parte sombría del héroe consiste en despeinarlo, pintarle ojeras, volverlo un gamberrete y ponerlo a bailar por las calles, a provocar a tías macizas y a decir frases como “me gusta ser malo”. De auténtica y dolorosa vergüenza ajena (por favor, alguien debería enseñarle a este hombre que esto es "Spiderman", no una película gore de cachondeo). Pero llega el turno de los villanos y todo sigue hundiéndose: el Duende Verde ya no es un duende (bueno, tampoco lo era mucho su padre), sino un simple niñato armado con tecnología punta (ni tiene máscara ni tiene conflicto interior ni tiene posesión ni tiene doble personalidad), el Hombre de Arena está insertado en la historia con calzador y cambia de bando constántemente sin mucha coherencia (el antagonista más anodino de todos los de Raimi) y Venom es simplemente patético: sólo tiene protagonismo en la media hora final y el simbionte que lo trae a la Tierra aparece de casualidad precisamente junto a Spiderman ¡Pero que casualidad!. Por si fuera poco, aparece también, interpretada por Bryce Dallas Howard, Gwen Stacy, la primera novia de Parker que en los comics moría a manos del primer Duende Verde en un papel idiota que nada tiene que ver con el de su personaje original y que instaura el triángulo amoroso más pueril que he visto en mucho tiempo. Por supuesto, también tenemos una gran bandera americana colocada de manera gratuita, como ya la tuvimos en el primer “Spiderman”. Lo dicho: una porquería de cierre de trilogía. Por una parte, me alegra de que Raimi haya dejado una saga para la que ha quedado claro que ha sido muy incapaz. Con todos sus fallos, su reinicio la trata por lo menos con dignidad.

jueves, 19 de julio de 2012

SPIDERMAN II de Sam Raimi – 2004 – (“Spiderman II”)


Peter Parker compagina como buenamente puede su vida como universitario y como Spiderman. Las cosas no le van bien con las personas a las que más quiere: se siente alejado de su amada Mary Jane y cada día que pasa se le hace más patente la desconfianza que siente por él su antes mejor amigo Harry, que le intuye el asesino de su padre, Norman Osborn. Por si fuera poco, ha de enfrentarse a un nuevo y poderoso enemigo con terribles propósitos: el Doctor Octopus, tan inteligente como ágil y poderoso y con un cuerpo lleno de brutales tentáculos.


Dos años después del gran éxito de “Spiderman” llegó a los cines su secuela, una película que, sin ser una maravilla en mi opinión, mejoraba en algunos aspectos los fallos de su primera parte y que, como ésta, volvió a arrasar en las salas. Repite en “Spiderman II” casi todo el equipo de la anterior entrega, y no hay cambios ni en el reparto principal ni en la dirección. Raimi enmienda en parte la infantilidad que imprimió a “Spiderman” y la mediocridad total de su planísima trama y consigue una historia más seria y compleja, unas mejores y hasta cierto punto más imaginativas escenas de acción y, lo que es más importante, un villano con algo más de carisma y más parecido al original de los comics en todos los aspectos que el olvidable Duende Verde cutremente robotizado de la anterior: el mítico y espectacular Doctor Octopus, al que da vida con gran solvencia Alfred Molina. Por desgracia, siguen quedándosele cosas en el tintero que de nuevo impiden que la película alcance la cota de “seriedad” que su protagonista se merece, por lo que todo el conjunto vuelve a caer en el error de base de la primera “Spiderman”, el de la mencionada infantilidad que se respira en toda ella.


Peter Parker, a pesar de los esfuerzos del director por mostrarle como un perdedor atormentado, sigue siendo el personaje infantil de aquella porque sigue sin tener el cinismo, el humor irónico y el cierto pesimismo que caracteriza al verdadero héroe/antihéroe de las viñetas. Por otra parte, los diálogos no han mejorado (siguen resultando pueriles y desaprovechados) y la trama se mueve entre momentos realmente acertados en los que se aprecia la mejoría antes comentada (los que desarrollan la creciente enemistad de Parker con su amigo Harry –el futuro nuevo Duende-, los que muestran el conflicto interior del Doctor Octopus –un poco mejor desarrollado que el del primer Duende-, la excelente escena del tren…) y otros verdaderamente ridículos, como algunos de su antecesora (la “lucha” de la tía de Parker contra Octopus -¿se supone que tiene que hacer gracia?-, el inicio del filme que muestra a Parker haciendo chorradas –hay maneras más sutiles de mostrar que las cosas no le van bien-…). “Spiderman II” resulta un filme entretenido en todo momento, aunque sigue, en mi opinión, siendo fallido, ya que Raimi, una vez más, no se lo tomó en serio. El horror de “Spiderman III”: mañana.

miércoles, 18 de julio de 2012

SPIDERMAN de Sam Raimi – 2002 – (“Spiderman”)


Peter Parker, un joven tímido y débil pero inteligente y sobresaliente en los estudios, ve cómo su vida cambia radicalmente cuando una araña modificada genéticamente le pica y le otorga la fuerza, la agilidad, la velocidad y los poderes de una de ellas. Peter se transforma en Spiderman, personalidad secreta tras la que defiende a los débiles del mal. Sin embargo, terribles hechos cambian su vida en otros aspectos: su tío Ben es asesinado y una amenaza como ninguna otra aparece en la ciudad de Nueva York… El Duende Verde, su primer gran enemigo, que resulta ser una persona más relacionada con él de lo que parece en un principio.


Después de bastantes series para televisión de animación y de actores reales de muy diverso acabado y de alguna que otra desafortunada "película" que es mejor olvidar, “Spiderman”, uno de los superhéroes más importantes y famosos de la casa Marvel y uno de los grandes iconos del mundo del comic de todos los tiempos fue llevado a la gran pantalla, por primera vez con una cierta dignidad, por Sam Raimi. El gran éxito de esta adaptación propició dos secuelas (una mediocre pero entretenida y otra del todo despreciable) que han dejado la saga del autor de "Posesión Infernal" en una trilogía que ha sido seguida por un reinicio excelente que ahora está en los cines y del que hablaré el sábado (ya saben, reiniciar sagas que a veces no tienen ni una década es la nueva moda de los próximos años del Hollywood falto de ideas y de ganas de arriesgarse de siempre). La adjudicación de las primeras tres adaptaciones de las aventuras del Hombre Araña a Raimi ha propiciado una cierta polémica que todavía continúa entre los fans y entre el público en general: muchos las detestan, otros tantos las adoran y otros cuantos las ven sólo aceptables. En mi opinión, las tres son cintas fallidas, aunque las dos primeras pueden resultar distraídas. Es bastante decepcionante que un director como Sam Raimi, de filmografía irregular pero muy curtido en el cine fantástico, en adaptaciones de historias de las viñetas y gran amante de Spiderman, haya optado en sus nuevas creaciones por rodar lo que otros tantos directores sin personalidad han rodado (los de bazofias como “Daredevil”, "Elektra", “Los 4 Fantásticos” y su secuela, las dos entregas de “El Motorista Fantasma”, "X-Men III"…): tres películas para niños que no rescatan en ningún momento el concepto “serio” de superhéroe que sí que lograron llevar a las salas creadores como Richard Donner con los dos primeros "Superman", Tim Burton en los dos primeros “Batman”, Christopher Nolan con las soberbias "Batman Begins" y "El Caballero Oscuro" (en dos días veremos estrenada su tercera entrega del Hombre Murciélago), Ang Lee en la injustamente infravaloradísima “Hulk”, Bryan Singer con la también injustamente infravalorada "Superman Returns" y, últimamente (por suerte, parece que cada vez se están tomando más en serio a estos personajes), John Favreau con el primer "Ironman", Vince Vaughn con "X-Men: Primera generación" y Joss Whedon con "Los Vengadores".


“Spiderman” y sus dos secuelas son películas de acción con protagonistas planos, antagonistas planos y tramas planas que vuelven, una vez más, a presentar al clásico superhéroe que no pasa de ser un simple cartón con traje de colores que lucha contra el mal. Hay que decir que las elecciones en el reparto son acertadas: todos los personajes, entre los que destacan Tobey Maguire como Peter Parker, Kirsten Dunst como Mary Jane, James Franco como Harry Osborn y Willem Dafoe como el Duende Verde (el villano de turno de la entrega que comentamos hoy), son físicamente bastante parecidos a los de los comics (bueno, Tobey a lo mejor no tanto). Pero todo queda ahí. “Spiderman” no comienza nada mal: sabe mantener el interés e incluso resulta emocionante en todo su primer segmento, segmento que culmina con la terrible muerte del tío de Parker. Hasta aquí Raimi sabe llevarlo todo con pulso, soltura y bastante fidelidad al original. Sin embargo, a partir de la mencionada muerte todo se desinfla irremisiblemente. ¿El principal fallo? Los personajes: Spiderman es un héroe cínico, descreído por momentos y a veces un directo antihéroe que no para de hacer chistes y de burlarse con ironía de todo lo que le rodea a pesar de vivir atormentado por un pasado triste y un presente incierto. No es así en estas películas: Spiderman es un “niño bueno” sin ningún carisma que tras la muerte de su tío se queda estancado y no evoluciona en toda la saga. Su primer enemigo tampoco ayuda: Willem Dafoe es un soberbio actor, pero con el disfraz "ultratecnológico" (en realidad bastante cutre) que le han colgado no puede desarrollar un villano que habría dado muchísimo juego si hubiera sido como el original en el que se basa, un duende auténtico, y no un simple hombre con una armadura estilo Power Ranger.


Ni el protagonista ni el antagonista tienen poder para llevar la trama a buen puerto, pero además, ni un solo secundario aporta algo digno de elogio (ni siquiera Mary Jane y Harry Osborn) y las escenas de acción son simplonas y sin imaginación. “Spiderman” podría haber sido una excelente película, y no lo ha sido porque ni el mismo Raimi se la ha sabido tomar en serio. Por cierto que, teniendo al Duende Verde como villano, se podría haber llevado a la pantalla la saga de la muerte de Gwen Stacy, la primera novia de Spiderman (no, no fue Mary Jane), que falleció por culpa del referido Duende en uno de los momentos más duros, desencantados y dramáticos de los comics. Extrañamente, al personaje de Gwen no nos lo encontraremos hasta la tercera y horripilante entrega y con una concepción que nada tiene que ver con la original. Mal, Raimi, mal, y muy decepcionante por tu parte. Y lo peor es que no mejora con las demás cintas de la trilogía.

martes, 17 de julio de 2012

EL ILUSIONISTA de Neil Burguer - 2006 - ("The Illusionist")


Finales del siglo XIX. Viena. El ilusionista Eisenheim triunfa en la ciudad con su asombroso espectáculo de magia. Todos le admiran: tanto las clases bajas como las altas. Sus virtudes han llegado a los oídos del príncipe heredero Leopold, que no cree en nada que no pueda ver y que pretende demostrar que sus números son un fraude. Para ello, encarga al inspector de policía Uhl la tarea de espiarle para desmontar todos sus trucos. Pero Eisenheim no es un hombre que se deje espiar. Una guerra va a comenzar entre él y el príncipe, una guerra en la que también se va a ver involucrada Sophie, la prometida de Leopold, que ya conoce a Eisenheim desde hace tiempo...…


Neil Burger, director y guionista, se inició en el séptimo arte rodando spots publicitarios. Sólo ha dirigido cuatro películas de ficción todavía, todas básicamente solventes: "Entrevista con el asesino", "El ilusionista", "Tipos con suerte" y "Sin límites".



En su segunda película como director, Neil Burger adapta el relato corto de Stephen Millhauser "Eisenheim, el ilusionista" y desarrolla una obra romántica de intriga de aura fantástica bastante irregular en líneas generales pero esencialmente divertida. La película narra, en clave de thriller, el enfrentamiento entre un príncipe de un Imperio decadente y en peligro (Rufus Sewell) y un famoso ilusionista (Edward Norton) por una mujer (Jessica Biel, a la que el segundo quiere por amor y el primero por intereses políticos), enfrentamiento que corre paralelo a la investigación de uno de los agentes del príncipe (Paul Giamatti) por desenmascarar al ilusionista y por averiguar si sus trucos son verdadera magia o una farsa. En el enfrentamiento, el príncipe ostenta el poder (por medio de la represión y del miedo), mientras que el ilusionista tiene de su parte el favor del pueblo y hasta el de una gran parte de las clases altas. La trama principal (que no puedo detallar porque destrozaría el filme a quien no lo haya visto) mantiene un ritmo aceptable y logra interesar, aunque tampoco apasionar. Utilizando la magia como metáfora de la relación entre la verdad y la mentira, trata Burger esta misma relación proponiendo un juego en el que nada es lo que parece ser y en el que todos los personajes tienen algo que ocultar. El desenlace guarda un punto de giro interesante aunque bastante predecible (de hecho, se empieza a intuir sobre la mitad del filme) por culpa de un guión simple y nada sutil. En manos de, por ejemplo, otros directores comerciales contemporáneos como M. Night Shyamalan (en sus buenos tiempos), David Fincher o Christopher Nolan, habría dado todo mucho más juego (lo siento, las comparaciones son odiosas, pero ahí están).


"El ilusionista" es una película artesanal correcta, distraída y básicamente amena que, con una trama más y mejor desarrollada y a la que si se le hubiera echado más imaginación en su intriga y en las vueltas de tuerca que contiene, podría haber resultado una obra más que interesante. La cinta es, en todo momento, anodina, a pesar de su mencionada corrección. No implica al espectador ni en los juegos que propone ni en la floja historia de amor que late en ellos. Una de las razones principales pueden ser sus protagonistas, grandes actores todos pero que aquí no terminan de despegar en ningún momento (claro que Norton interpreta a un personaje esquivo y silencioso, pero se puede dar vida a un personaje esquivo y silencioso con carisma, y esta vez, raro, él no lo consigue -como tampoco Giamatti cuaja como el investigador entrañable y algo escéptico ni Sewell como el villano de turno-). La otra razón puede ser su realización, nada arriesgada y muy fría a pesar de la poesía que trata de desplegar. Por otra parte, los diálogos son realmente malos y algunos directamente infantiles. En el punto bueno de la obra, encontramos una bella y evocadora banda sonora, una época muy bien representada, unos encuadres que homenajean a los libros de cuentos clásicos y un ambiente onírico lleno de lirismo bellamente retratado en tonos de fotografía de principios de siglo. "El ilusionista" es una película del todo irregular que, a pesar de todo, logra destacar como una opción por lo menos aceptable para pasar un buen rato.