El periodista Andrezj y su mujer Krystyna se disponen a pasar unos días de descanso y ocio en el gran lago Mazury a bordo de su pequeño barco. En el camino, conocen de casualidad a un joven al que, sin saber muy bien por qué, invitan a ir con ellos. Rodeados de agua y de aburrimiento, pronto empiezan a surgir tensiones entre los tres, tensiones que van a pudrir su convivencia.
Gran maestro del cine polaco, Roman Polanski debutó como actor teatral en compañías ambulantes y más tarde cinematográfico en obras de los directores Wajda y Munk. Tuvo una vida muy dura y traumática: de ascendencia judía, pasó toda la Segunda Guerra Mundial en el ghetto de Cracovia y su madre murió en un campo de concentración nazi. Más tarde, tras rodar su obra maestra "La semilla del Diablo", su mujer, la actriz Sharon Tate, embarazada, fue asesinada en un brutal ritual de la "Familia Manson". Por último, se le prohibió la entrada en los Estados Unidos tras mantener relaciones sexuales con una joven de trece años (éste caso le ha vuelto a dar problemas recientemente, los que todos ya conocemos por las noticias). Su estilo es barroco y romántico, onírico, aunque no por ello deja de ser desmitificador y crítico, de gran agudeza social y hasta política. Su obra, a pesar de estar encuadrada en muchos países, no ha perdido salvo excepciones el estilo y la personalidad europea y polaca. Ha cultivado numerosos géneros y siempre ha aplicado su particular vuelta de tuerca, macabra, evocadora y con un particular y enrarecido sentido del humor, a veces muy negro. Sin embargo, se puede afirmar que Roman Polanski es, sobre todo, un auténtico director de "lo kafkiano".
Sus personajes, social o moralmente alienados, frustrados, se encuentran sumidos en un mundo absurdo, claustrofóbico, opresor y a menudo violento que no pueden comprender. Ocurre con la pareja en decadencia de su debut tras las cámaras, el drama "El cuchillo en el agua", con la joven sexualmente reprimida de "Repulsión", con el hombre mediocre y humillado de la comedia negra "Callejón sin salida", con la joven Rosemary de la cinta de terror "La semilla del Diablo", con los personajes de su adaptación de "Macbeth", con la joven perdida en el loco mundo de la inclasificable comedia surrealista "¿Qué?", con el detective de la negra "Chinatown", con el joven de la comedia de terror "El quimérico inquilino", con la mujer oprimida del retrato de época "Tess", con el marido que busca a su mujer en el thriller "Frenético", con la pareja del drama pasional "Lunas de hiel", con los tres únicos personajes de la teatral "La muerte y la doncella", con el músico judío que huye de los nazis de "El pianista" y con los dos matrimonios que discuten en "Un dios salvaje". Aun así, también ha tratado otros géneros en los que la claustrofobia y lo kafkiano no son los protagonistas: las comedias paródicas "El baile de los vampiros" y "Piratas", el thriller de terror "La novena puerta" o su versión del drama de "Oliver Twist".
"El cuchillo en el agua" fue la primera película de Roman Polanski, rodada en su Polonia natal y en la que ya se delineaban muy claramente las líneas básicas que iba a seguir gran parte de su futuro cine. Relataba la primera de la que iba a ser una serie de historias de tono kakfiano que aún no ha terminado las turbulentas vacaciones de una pareja burguesa que acoge en su pequeño barco a un joven al que conocen de manera fortuita y que termina disgregándola. Elementos puramente polanskianos ya los encontramos en los siguientes aspectos: los protagonistas son un grupo reducido de personajes (como en "Callejón sin salida", "Lunas de hiel", "La muerte y la doncella" o "Un dios salvaje") sumergidos en un ambiente cotidiano opresor en el que la calma absoluta está cargada de tensión y de oscuros presagios (el barco rodeado de un desierto de agua), ambiente que está retratado en un crudo blanco y negro con un toque onírico en el que se explota, para provocar el terror, el desasosiego o la directa desesperación, el miedo a lo desconocido, a lo que no se ve pero que se sabe que planea sobre los protagonistas. Claramente, Roman Polanski ya se presentaba como un genial adaptador de lo kafkiano a la pantalla. La trama, con toques de cine negro en algunos momentos (cómo recuerda a "El talento de Mr. Ripley"), somete a los tres personajes a un terrible juego de engaños y falsedades que les acaba destrozando interiormente. El joven al que la pareja acoge es el ser que rompe la armonía (o mejor dicho monotonía) en la que se encuentran casi voluntariamente sumidos, el que destapa la verdad que late tras las apariencias: la de una pareja hundida y acabada que o no quiere reconocerlo o no quiere mostrarlo al exterior. Polanski no enjuicia: sólo enseña acciones físicas, y por medio de estas acciones los espectadores han de averiguar lo que sus seres piensan y sienten. Polanki desnuda a los tres protagonistas sin descripciones psicológicas, y los muestra en toda su perfidia, perfidia que proviene de un brutal hastío vital que llega a tocar la pura desesperación y que viene marcado por la desigualdad y la injusticia social y por la envidia entre las clases. Los silencios y los tiempos muertos cobran una importancia vital: simbolizan este hastío y preparan el estallido de violencia que ha de venir tras su prolongada exposición. El sexo aparece como algo oscuro (otro elemento "polanskiano"), un arma tanto o más peligrosa que el cuchillo al que el título hace referencia. El aura malsana que lo envuelve lo ensalza en todo momento, así como la cruda violencia que se muestra sin concesiones.
Se ha debatido mucho sobre los significados que puede encerrar "El cuchillo en el agua". Detrás del minucioso proceso de descomposición del microclima que disecciona, muchos han querido ver una radiografía de la Polonia de su tiempo, un ataque al estancamiento social que padecía o al hastío de las nuevas generaciones de un país sin oportunidades (y de hecho, el enfrentamiento social entre el joven pobre y el periodista acomodado -que fue a su vez un joven pobre en el pasado- queda bien patente). El primer filme de Polanski es uno de los más pesimistas retratos humanos que nunca ha dibujado y, de hecho, a las autoridades polacas no les gustó demasiado cuando llegó a las salas. Tampoco hizo demasiada gracia su estilo anticomercial, rebelde y heredero en algunos aspectos visuales del cine de los autores de la Nouvelle Vague francesa. Una obra genial en todos los aspectos y un debut verdaderamente sorprendente que inauguraba una gran carrera tras la cámara.
Una de mis películas pendientes del inquietante Polanski desde hace time,¡jop!¡Que buena pinta tener! :(
ResponderEliminarPor cierto, hoy me han traido desde Villabona (no lo tenían en mi biblio, pero todas las bibliotecas de gipuzkoa están interconectadas)la narrativa completa de Nathanael West. Viene La vida soñada de Balso Snell, Miss Lonelyhearts, Nada menos que un millón y El día de la langosta. Tengo hasta el 28 de marzo para leermelo tutto. ¡Ya te contaré! ;)
Kisses curiosos ***
Felicidades, gran post, y en efecto, gran peli.
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