Mientras reposa en una clínica de rehabilitación, James Bond comienza a percatarse de que en el lugar ocurren extraños sucesos… No tardan en llegar, por supuesto, los atentados contra su vida. El agente 007 descubre entonces que detrás de todo vuelve a estar, una vez más, SPECTRA. Ahora, concretamente, quien quiere su cabeza es otro de sus grandes miembros: el megalómano Emilio Largo, que tiene en su poder unos misiles nucleares con los que piensa extorsionar a varias potencias mundiales. Bond, una vez más con la ayuda de su amigo de la CIA, Felix Leiter, y de bellas agentes, va a intentar pararle los pies. Sin embargo, también se va a encontrar con un enorme problema: su principal aliada, la hermosa Dominó, es la amante de Largo, que fue el asesino de su hermano… Lo cual ella ignora.
Tras la genial "James Bond contra Goldfinger" llegó "Operación Trueno", que bajaba ligeramente el alto nivel de calidad que había alcanzado la saga del agente 007 (desde mi punto de vista) aunque, a pesar de ello, seguía siendo una película en líneas generales disfrutable. Las razones de este descenso de calidad pienso que están en la gran cantidad de escenas acuáticas que se rodaron para ésta cuarta aventura de James Bond, escenas que sirvieron para lucir unos efectos especiales y un inventario genial ("Operación Trueno" fue una de las películas más caras de la década de los sesenta) pero que no están, desde mi punto de vista, bien llevadas por Terence Young, que vuelve a ser, por última vez, director de la franquicia. La labor de Young es una vez más muy destacada: ambienta muy bien la cinta (vuelve el escenario a ser un Caribe exótico y pulp) y la dota de unos buenos ritmo y agilidad que sin embargo, y por desgracia, se ven notablemente ralentizados por las mencionadas escenas submarinas, muy lentas y algunas incluso llenas de inexplicables fallos de raccord de bulto (cambios bruscos de posición de los personajes, cambio de color de las gafas de buceo de Bond, cambio de artilugios y de manos usadas para llevarlos o accionarlos…). Especialmente cansina resulta la batalla final, larga, muy larga, y por momentos soporífera (lo que nunca debe ser una escena de acción de una película de entretenimiento, aunque transcurra bajo el agua). Dejando a un lado este hecho que lastra el filme ligeramente, tengo que repetir que "Operación Trueno" es, en líneas generales, disfrutable.
Tras su paréntesis luchando contra Goldfinger, James Bond vuelve a enfrentarse a la organización criminal SPECTRA, que ahora está representada por un villano con menos carisma que el que interpretó Gert Fröbe en el anterior filme (dejó el listón verdaderamente altísimo) pero que cumple con su función de sobra: el terrible tuerto Emilio Largo (un muy destacado Adolfo Celi) que mantiene una relación amorosa con la "chica Bond" de turno, una excelente Claudine Auger, que ya hace gala (¡Por fin!) de una cierta independencia respeto a Bond: tras descubrir que Largo asesinó a su hermano, se enfrenta a él armada de un arpón y salva la vida a 007. "Operación Trueno" se convierte con este hecho en la primera película de la saga del espía británico que no es, por lo menos, 100% machista (por desgracia, la que le siguió, "Sólo se vive dos veces", volvería a serlo). Entre el resto de los personajes, aparte de los clásicos M, Q y Moneypenny, destacan las otras chicas Bond (la brutal y muy sexual agente enemiga Fiona, interpretada por Luzziana Paluzzi, y la espía británica Paula Caplan, interpretada por Martine Beswick) y un aceptable Felix Leiter al que ahora da vida Rick Van Nutter y que repite como aliado de Bond. En 1983 llegó a las salas una versión alternativa de "Operación Trueno", llamada "Nunca digas nunca jamás", producto de Kevin McClory, que entabló una batalla legal contra EON y contra el propio Ian Fleming para exigir que se le reconociese co-autor del mundo de James Bond, batalla tras la que obtuvo el derecho de crear el mencionado filme, que contó con Sean Connery de nuevo como protagonista (llevaba entonces doce años retirado de la franquicia, que ya estaba en manos de Roger Moore). Ian Fleming, para su novela "Operación Trueno", había utilizado parcialmente el guión del proyecto que desarrolló junto a McClory y Jack Whittingham (que se unió al primero contra él y EON)… Guión que no era completamente de su autoría y que fue el motivo de la denuncia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario