Porco Rosso

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viernes, 27 de enero de 2012

ORGULLO Y PREJUICIO de Joe Wright – 2005 – (“Pride and Prejudice”)



Elizabeth Bennet vive con su numerosa familia en una casa de la campiña inglesa. Su madre está obsesionada con casar bien a todas sus hijas, idea que a ella no le llena en absoluto, pues piensa en un futuro más amplio de miras, en algo mejor que, simplemente, contraer matrimonio con un hombre de buena posición. Su vida cambia cuando conoce a Fitzwilliam Darcy, amigo del Señor Bingley, prometido de una de sus hermanas. La primera impresión de ambos no es buena: ella piensa que es un hombre arrogante e inhumano y él se dedica a esquivarla con frialdad helada. Poco a poco, todo empieza sin embargo a cambiar entre ellos...


“Orgullo y prejuicio” ha sido adaptada en numerosas ocasiones para las pantallas y ha visitado tanto las salas de cine como la televisión. No voy a hablar ni de Jane Austen ni de su obra por falta de espacio y por falta de conocimientos suficientes (no he leído de ella tanto como para pronunciarme sobre su siempre discutida literatura), aunque sí voy a mencionar que todavía está abierta la polémica sobre si se trataba de una escritora conservadora o sobre si era una mujer de ideas “feministas” (aunque tal vez no sea apropiado usar el término dada la época a la que pertenece). Tampoco he leído todavía la novela en la que esta película se basa, por lo cual, voy a limitarme a comentar la propia cinta sin apenas tocar la obra literaria. En mi opinión, la adaptación funciona perfectamente porque expone la problemática original (la cual sí conozco) resaltando más a la supuesta Austen “feminista” pero sin hacer inverosímil el retrato del pasado que muestra. Una genial Keira Knightley da vida a una mujer que, en una sociedad en la que ninguna de ellas tiene derechos y en la que han nacido única y exclusivamente para casarse, intenta ser fiel por lo menos a sus sentimientos. Muchos/as podrían haber pedido al guión del filme un personaje más abiertamente rebelde, más rabioso o más trasgresor que éste. Es muy seguro que hoy en día ciertos momentos de “Orgullo y prejuicio” resulten indignantes por el retrato que en ellos se hace tanto de las mujeres como de los hombres que aparecen, especialmente porque la mayoría se muestran perfectamente conformistas con lo que les ha tocado vivir y afrontan sin rechistar sus existencias sufrientes por culpa de las hipocresías y de los convencionalismos que les rodean. Sin embargo, y ahí está un gran mérito de la creación que nos ocupa, esto ocurre porque Wright pretende en todo momento retratar, como en la novela, la época de Austen tal y como era. Por lo tanto, la moral de los personajes (odiosa o no) es la moral que una gran mayoría de la población de su época profesaba en Europa.


No vamos a encontrar en “Orgullo y prejuicio”, como en otras películas, a seres del siglo XIX hablando en términos modernos sobre asuntos como la libertad, la individualidad o la emancipación de la mujer. Sería, además, faltar al respeto a la escritora de la obra (guste o no su propia obra o su pensamiento, conservador o “feminista”). Sin embargo, hay que decir también que, en todo momento (y por esto han encontrado muchos en Austen la mencionada anticipación del feminismo) el personaje de Knightley marca una cierta diferencia respecto a, por ejemplo, los de su madre o sus hermanas. Juega según las reglas (no le queda otra cosa que hacer por desgracia) pero, perdida en un ambiente que hasta cierto punto le es hostil, lucha por un futuro más abierto y anticipa una rebeldía y una negación a pasar por un aro que tratan de imponerle y que no le satisface (rechaza “buenos” pretendientes, prefiere ser soltera a casarse mal, habla en tono airado a personas de clase supuestamente superior cuando lo cree justo, trata a los hombres como a iguales y en más de una ocasión no se comporta como se espera que una mujer de su posición –o simplemente “una mujer”- se comporte). Además, no dejan de mostrarse con ojo agudo las situaciones tristes de los demás caracteres femeninos, menos contestatarios que el suyo. Por todos estos puntos, esta versión de “Ogullo y prejuicio” resulta tan fresca y novedosa, aunque Austen también destacó por su profunda ironía a la hora de dibujar idiosincrasias y relaciones humanas.


Elizabeth Bennet ha de enfrentarse a sus propios fantasmas y lo mismo ha de hacer Fitzwilliam Darcy (un también magnífico Matthew McFayden): los dos van a tener que superar su orgullo y sus prejuicios (ambos son parecidísimos, como Elizabeth sentencia) para poder enfrentarse a su mutuo amor, que no va a venir sin que pasen antes por el desprecio, la admiración o incluso el odio. El reparto del filme es sensacional (secundarios como Judi Dench o Donald Sutherland están espléndidos), así como su brillante fotografía, su excelente y riquísima representación de época, su poético ambiente y su acertadísima y preciosa banda sonora. Un debut recomendabilísimo.

1 comentario:

  1. Lo que memos me ha gustado de esta adaptación se su actriz protagonista: Keira Knightley. No me parece actriz suficiente para dar vida a este personaje.
    Saludos.

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