Porco Rosso

Porco Rosso

jueves, 31 de marzo de 2011

EL ESPÍRITU DE LA COLMENA de Víctor Erice - 1973 - ("El espíritu de la colmena")


1940. Plena posguerra en España. En el pequeño pueblo segoviano de Hoyuelos ponen, en el cine improvisado del ayuntamiento, la película "El Doctor Frankenstein". Isabel y Ana, hijas pequeñas de Fernando y Teresa, un matrimonio encerrado en un mundo silencioso de frustración y desilusiones, acuden, como casi todo el pueblo, al evento. Tras el visionado, Ana sale cautivada por un personaje: por el horrible y a la vez tierno monstruo Frankenstein. A partir de aquí, comienza su despertar a la madurez... Un despertar que la va a estrellar contra un mundo de opresión, de miseria y de violencia.


Víctor Erice es uno de los directores más destacados del cine español contemporáneo, un autor férreamente independiente y a contracorriente que ha dirigido únicamente tres películas a lo largo de los últimos casi cuarenta años; tres obras de culto, una por cada década desde que empezó a dirigir exceptuando esta última que se acaba de cerrar con la llegada de 2011: "El espíritu de la colmena" en 1973, "El sur" en 1983 y el documental "El sol del membrillo" en 1992. Con un estilo pausado, contemplativo, minimalista muchas veces, realista pero cargado de símbolos y recreador de hermosísimas atmósferas y paisajes (siempre apoyado en una esplendorosa fotografía), Víctor Erice, con tan sólo sus tres cintas, ha tocado una enorme variedad de asuntos universales y propios de la idiosincracia y de la historia española reciente: la Guerra Civil, la dictadura de Franco, la opresión y la censura, la persecución de los perdedores de la mencionada guerra, la memoria, la muerte, la soledad, el paso del tiempo, la frustración política, social y personal; la infancia y la adolescencia y el descubrimiento del mundo adulto o la naturaleza misma del arte y su relación con la vida y con otros artes como el cine o la pintura. Es legendaria la independencia de hierro de este creador que nunca hace concesiones a nada y que prefiere no rodar que rodar algo controlado por intermediarios o traficantes de arte sin escrúpulos y/o sin idea ninguna de arte. Célebre fue su desacuerdo con el productor Andrés Vicente Gómez cuando planeó rodar la adaptación de la novela de Juan Marsé "El embrujo de Shanghai", que finalmente terminó abandonando para que acabase en las manos de Fernando Trueba. Las últimas obras de Erice han sido su colaboración en la colección de cortometrajes "Ten minutes older: The trumpet" y el mediometraje "La morte rouge".


La primera película de Víctor Erice, considerada por muchos la mejor película de la cinematografía española, fue esta maravillosa obra maestra que es "El espíritu de la colmena". En un estilo minimalista y contemplativo, el genial director nos muestra el despertar de una niña al mundo adulto de la inmediata posguerra por medio de una fábula social cargada de símbolos y metáforas que realiza una desoladora crítica a la dictadura mientras revisa con un ojo aún más desolador el gran fantasma de la guerra y de la persecución y extermino de los vencidos por parte de los vencedores del conflicto. La pequeña Ana (la entonces una niña Ana Torrent), tras ver la película "El Doctor Frankenstein" de James Whale en el cine improvisado de su pequeño pueblo, comienza a descubrir la dura realidad que la rodea por medio de juegos con su hermana (que, más mayor y también escéptica, ya ha descubierto gran parte de esta realidad, aunque la siga mirando desde ojos infantiles), de las lecciones de su profesora y de su propio padre (genial como siempre Fernando Fernán Gómez), de sus correrías por las afueras de su pueblo y, sobre todo, de su encuentro con un "rojo" al que la Guardia Civil persigue. En el viaje interior y exterior de Ana todo se desata ante el espectador, que lo hace suyo: la represión de la dictadura, el horror de la guerra y la posguerra, el silencio en una casa en la que un terrible drama ha dejado su huella, el abismo que existe entre una pareja destrozada, el primer horror ante la muerte, el paso del tiempo implacable, el durísimo despertar al mundo adulto o la persecución del disidente o simplemente del diferente (relacionado con el marginado monstruo Frankenstein y con el propio personaje de Fernán Gómez). En un estilo como he señalado minimalista cargado de lirismo y con un ambiente y una fotografía cuidadísimos, Víctor Erice traza uno de los más soberbios y estremecedores retratos de la posguerra española de nuestro cine.

lunes, 28 de marzo de 2011

UNA VERDAD INCÓMODA de Davis Guggenheim - 2006 - ("An inconvenient truth")


Documental sobre el cambio climático, sus causas, sus posibles consecuencias y las maneras de detenerlo.

No sé absolutamente nada de Davis Guggenheim, por lo que voy a limitarme a nombrar sus obras: los documentales “The First Year”, “The Teach”, “Norton Simon: a man and his heart” y “JFK and the imprisoned child” y las películas de ficción “Rumores que matan” y “Gracie”. Criado en el mundo de la televisión, ha dirigido también capítulos de las series “Numbers”, “The Shield: Al margen de la Ley”, “Alias”, “24”, “Policías de Nueva York”, “Urgencias”, “Melrose Place”, “Cinco en familia” y “Deadwood”, de la que fue productor y director.


No voy a extenderme introduciendo a la polémica figura de Al Gore por falta de un conocimiento amplio sobre su persona y su carrera. Únicamente voy a comentar el hecho de que es uno de los políticos más hábiles y también controvertidos de los Estados Unidos porque siempre ha estado a la cabeza de la lucha ecologista en este país, lucha a la que cada día dedica más esfuerzos desde que perdió las elecciones en el año 2000. “Una verdad incómoda” ha sido uno de sus proyectos más ambiciosos en este campo, un magistral documental sobre una exposición multimedia de carácter divulgativo y educativo en la que él mismo diserta y reflexiona sobre el cambio climático, sus causas y sus posibles consecuencias mientras narra algunas de las experiencias vitales que le llevaron a convertirse en un abanderado del combate contra este fenómeno (la muerte de su hermana mayor por culpa del cáncer de pulmón y la larga convalecencia de su hijo en el hospital). Por medio de imágenes y vídeos actuales y de archivo, de efectivas recreaciones, de gráficas y de simpáticas animaciones, Al Gore hace un recorrido rápido pero muy completo por nuestro mundo actual analizándolo política y económicamente y relacionando las conclusiones de estos análisis con los desastres medioambientales que asolan o que se cree que asolarán nuestro planeta. Se presentan los hechos, se estudian a todos los niveles (políticos, económicos, sociales, medioambientales…) y se proponen soluciones; todo narrado con un sorprendente ritmo y con una sencillez pasmosa que, alejándose de tecnicismos innecesarios, trata el mencionado problema desde una óptica simple y adaptada para cualquier público y sin emitir juicios morales maniqueos. La sensación que los espectadores suelen experimentar durante la primera mitad del filme es la del puro desasosiego, que conforme el metraje avanza puede transformarse en puro terror o incluso pánico. Es lo que Al Gore se propone. No puede evitarse el estremecimiento ante la contemplación de las fotografías que demuestran que los glaciares y las grandes masas de hielo se derriten, ante los mapas que predicen cómo podría quedar la Tierra en pocos siglos, ante las cifras que nos enseñan lo mucho que los niveles de calor o de pobreza han aumentado en las últimas décadas, ante las especulaciones sobre las muchísimas especies de animales y de plantas que podrían desaparecer por culpa de los abusos del hombre… Sin embargo, no sólo es este terror lo que quiere provocar el máximo artífice de esta genial película (de hecho, se le ha acusado de alarmista y hasta de demagogo y manipulador, especialmente los ecologistas que creen que el cambio del clima anunciado es una mentira inventada para desviar la atencion de asuntos como la Guerra de Irak). El terror es una consecuencia lógica producida por lo que se nos enseña en el documental. Nos estamos jugando nuestro futuro, y Al Gore quiere que lo sepamos. Sin embargo, no es su objetivo aterrorizarnos, sino instarnos a actuar, a tomar partido, a empezar a cambiar el mundo en el que nuestros hijos y nietos habrán de vivir. Al Gore en ningún momento se muestra alarmista, y de hecho, en más de una ocasión utiliza el humor y la ironía para introducirnos a nuevos hechos y datos. Al Gore sólo busca una cosa: concienciar, pero sin falsos optimismos ni pesimismos.


“Una verdad incómoda” es un documental serio que tiene el claro objetivo de llamar a la actuación contra el cambio climático y también de criticar a los escépticos sobre el asunto, que a su vez acusaron a su creador de aprovechar cintas como ésta para hacerse propaganda política él mismo. Su fantástico desenlace queda muy lejos de esta propaganda que le achacan: un ofrecimiento de planes de acción desde un punto de vista optimista pero riguroso. Se puede cambiar el futuro, y, como bien se deja claro, la humanidad ha podido superar otras barreras peores que ésta. La clave es la voluntad. Una película incómoda, pero terriblemente necesaria.

viernes, 25 de marzo de 2011

EL ÚLTIMO REY DE ESCOCIA de Kevin McDonald - 2006 - ("The last King of Scotland")


Años setenta. El joven escocés Nicholas Garrigan acaba de terminar su carrera de Medicina. Ansioso de aventuras, se marcha una temporada a Uganda para trabajar en una misión humanitaria. Allí conoce, de pura casualidad, a Idi Amin, el nuevo presidente del país, el cual le invita a formar parte de su gobierno como su médico personal. Nicholas accede y entre ambos nace una amistad. Sin embargo, todo empieza a cambiar rápidamente: Amin resulta ser un hombre paranoico e inestable y un tirano sanguinario. Nicholas es testigo de cómo su amigo sume a Uganda en la miseria y en la destrucción. Pronto, él también es uno de sus blancos…


Kevin MacDonald es el nieto del también cineasta Emeric Pressburger (el compañero creativo de Michael Powell). Su primer largometraje de ficción fue “Tocando el vacío”, al que siguieron "El último Rey de Escocia", "La sombra del poder" y el peplum "La Legión del Águila". Creador ecléctico que toca toda clase de géneros, es un cineasta muy solvente en todos los aspectos, aunque aún es preciso esperar un poco para valorar su carrera en la ficción. También ha rodado los excelentes documentales "El Goliat de Chaplin", "Un día en septiembre" y "La vida en un día".

“El último rey de Escocia” está basada en la exitosa novela homónima de Giles Foden, escritor inglés que pasó parte de su infancia y adolescencia en Uganda, país que en él ha dejado una huella imborrable. La película, al igual que la obra mencionada, desarrolla la pesadilla de un personaje ficticio, Nicholas Garrigan, un joven médico escocés recién licenciado que, ansioso de aventuras, viaja a Uganda para desarrollar sus habilidades en una misión humanitaria. Allí, por una casualidad, conoce a Idi Amin, el nuevo presidente del país, con el que entabla una extraña y frágil amistad y de cuyo gobierno entra a formar parte tras ser nombrado su doctor personal. Una vida de lujos se abre ante él, y también de aventuras: va a vivir en directo una época de cambios y de avances en una tierra torturada. Garrigan cree en esta aventura, y también en los mencionados cambios. Es un testigo europeo de una etapa decisiva de la historia de uno de los países de África que más ha dado que hablar en las últimas décadas, y, al igual que Europa en aquel momento, y que todo el planeta, se siente atraído y casi fascinado por la persona de Amin, un hombre salido de la nada y lleno de carisma y de fuerza que puede ser la solución definitiva a los miles de problemas que hunden a Uganda en la miseria y en la corrupción.


Idi Amin cautivó, en los primeros tiempos de su mandato, a la opinión pública mundial y a una grandísima parte de su pueblo, a pesar de que también la disidencia contra su gobierno fue notable y practicante de una violenta oposición. Sin embargo, su persona empezó a rodearse de oscuros secretos, secretos que Garrigan empieza a descubrir horrorizado mucho antes que el resto del planeta. Idi Amin, un hombre en el ámbito privado paranoico, con extrañas crisis y creencias, lleno de contradicciones y de demonios interiores, se fue sumiendo poco a poco en una espiral de decadencia imparable, espiral de decadencia que también arrastró a su tierra. Temido y odiado por muchísimos ugandeses, murió exiliado en Arabia Saudí hace pocos años. Dejó miles de muertos. El filme de MacDonald muestra este mundo de oscuridad en el que sumió a su país: las desapariciones, las torturas, los asesinatos, las persecuciones implacables de los disidentes, las expulsiones racistas de asiáticos, los despilfarros, la corrupción, las enemistades creadas con los gobiernos vecinos, las colaboraciones con terroristas de otros países… Con planos muy cerrados y opresivos, retrata la obra, con una gran crudeza, la vida de Garrigan en la “corte” de Amin, un lugar de lujos donde las conspiraciones son constantes. Forest Whitaker borda de manera soberbia al terrible presidente (se llevó un merecido Oscar), mientras que James McAvoy también realiza una genial interpretación como su amigo médico, un hombre que termina luchando contra el dictador que le protegió y que le acogió e, incluso, contra sí mismo para poder escapar de un lugar del que se le termina impidiendo la salida. La película es una efectiva mezcla de drama con thriller, y está rodada con una gran intensidad y sin concesiones en las escenas de violencia, que son muchas. La trama se va cerrando sobre su protagonista haciendo que el espectador sufra junto a él su decepción y su kafkiana agonía. Los últimos minutos son realmente tensos, aunque se pueda intuir el desenlace. Como he señalado, Whitaker interpreta a Amin con una maestría sin par, aunque sí es cierto que el personaje del presidente podría estar algo más desarrollado, como muchos han comentado. Tal vez le falte más consistencia; hay partes de su vida y de su carácter que aparecen descritas como meros apuntes. A pesar de todo, no cae en el clásico tópico del dictador esperpéntico. Una película muy destacada en todos los aspectos.

miércoles, 23 de marzo de 2011

A SERBIAN FILM de Srdan Spasojevic - 2010 - ("Srpski film")


Milo, una legendaria estrella del porno serbia ya retirada y que vive tranquilamente con su mujer y su hijo, está pasando apuros económicos y acepta, aunque no quiere volver al mundo de la pornografía, una oferta para trabajar en una película puntual de sexo experimental. Milo va a descubrir en su nuevo trabajo que esta película no es lo que parece ser, y una oscura y brutal trama criminal se va a abrir ante él y le va a atrapar.


Investigada en Serbia, su país, para determinar si "violaba la Ley", y censurada en el último Festival de Cine de San Sebastián, "A Serbian Film" posiblemente sea una de las películas más polémicas del pasado 2010 y, por ello, una de las más vistas (hoy con Internet y a pesar de las miles de "leyes Sindes" que quieran imponer no hay ni habrá censura que valga). Tachada por unos de obra maestra y por otros de basura fílmica, por unos de escandalosa y por otros de "nada nuevo bajo el Sol", por unos de visionaria sobre la idiosincracia y la sociedad serbia actual y por otros de pretenciosa y vacía, "A Serbian Film" ya es una obra de culto para bien o para mal que va a seguir suscitando polémica muchos años más y que va a pasar a engrosar esa lista de filmes que ocupan obras tan escandalosas en su momento y tan diferentes entre ellas como, por poner algunos ejemplos, "La naranja mecánica", "Holocausto Caníbal", "Saló o los 120 días de Sodoma", "I spit on your grave", "Funny Games" o "Perros de paja". El filme que nos ocupa, ópera prima de Srdan Spasojevic, narra la historia de un actor porno legendario por su enorme miembro y por el aguante de este retirado que, por dinero, acepta un trabajo en una nueva película pornográfica que termina siendo una 'snuff movie'. He de decir que es cierto que "A Serbian Film" tiene algunas de las escenas más duras que he visto en mucho tiempo: la de la violación del bebé recién nacido pone los pelos de punta (es la más brutal e inesperada con diferencia), y a esta escena le acompañan otras de violaciones, de pedofilia, de necrofilia o de puro sadismo. ¿Están justificadas o sólo buscan llamar la atención? ¿Es "A Serbian Film" un exploitation descarado o guarda un fondo? El debut de Spasojevic trata de establecer una relación simbólica entre la snuff movie que articula su cuerpo y la Serbia de nuestros días. Su propio título lo dice, y las menciones a "la típica familia serbia", a la industria del porno ilegal o a los genocidas de las guerras de los Balcanes que parecen haberse "reciclado" en nuevos asesinos aparecen por todas partes. El filme tiene muchos aciertos: pretende ser impactante y repugnante, y lo consigue con creces, y pretende además ser moralizador, lo cual también consigue. El desenlace, con momentos verdaderamente surrealistas (ese ataque con pene en ristre...) da paso a una estampa desoladora de una familia destrozada para siempre que consigue conmover en todo su horror. Creo que "A Serbian Film" es un filme cumplidor en todos los aspectos y que va a dar todavía mucho de que hablar. Y por cierto, indignante la mencionada censura a la que se la sometió en San Sebastián. Los medios llegaron a hablar de estupideces como "apología de la violación" o "escenas de violación a menores de edad". Quien haya visto la película verá perfectamente que no tiene nada que ver con estas chorradas. Es más, como he señalado, se trata de una obra profundamente moralista y que encierra algo más que simples ansias de sangre, de sexo y de epatar.

domingo, 20 de marzo de 2011

DESTINO OCULTO de George Nolfi - 2011 - ("The adjustment bureau")


David Norris es un joven y prometedor político estadounidense destinado a una carrera estelar. Su vida, sin embargo, cambia cuando conoce a la bailarina Elise Sellas, una mujer que parece ser su alma gemela y por la que se siente poderosamente atraído. Algo se interpone entre ellos: existen unas fuerzas misteriosas que quieren impedir a toda costa una relación amorosa entre ambos. ¿Por qué? David va a descubrirlo... Y va a rebelarse contra los que quieren dictar su destino.


Basada en el relato "Equipo de ajuste" de Philip K. Dick, la horrendamente traducida al español "Destino oculto" es el destacado debut tras las cámaras de George Nolfi, creador de guiones como los de "Timeline", "La sombra de la sospecha" u "Ocean's Twelve" y co-creador del de "El ultimátum de Bourne", película que ofrece una grata sorpresa al espectador que se efrente a ella sin saber absolutamente nada sobre su trama (aviso de que la crítica CONTIENE SPOILER). Lo que comienza con visos de ser un thriller político termina transformándose en un momento en un muy destacado drama fantástico con un toque de acción en el que un prometedor aspirante a senador de los Estados Unidos se enfrenta a una organización que controla el destino de los hombres para protegerlos de sí mismos y de su locura destructora (una suerte de ángeles que siguen las órdenes de una suerte de Dios al que llaman "el director"). El protagonista de la historia está destinado a ser un político de prestigio que ayudará a la humanidad a mejorar pero, según la organización mencionada, no puede estar con la mujer a la que ama porque si terminan juntos todo este prometedor destino se vendrá abajo (incluído el de ella, que supuestamente va a ser una gran bailarina). Con esta premisa Nolfi construye un efectivo drama salpicado de las mencionadas escenas de acción, bien resueltas (la carrera con el sombrero está verdaderamente bien rodada y con un gran sentido del ritmo) y con un happy end con su esperado (aunque no ñoño) toque de apología de la fe en la humanidad y en un poder superior que la proteja (este happy end no ha gustado a muchos y es bastante discutido). "Destino oculto" no es una cumbre ni del cine fantástico ni del thriller moderno, pero se puede ver muy bien y resulta divertida y emotiva con solvencia (unos excelentes Matt Damon y Emily Blunt ayudan).

sábado, 19 de marzo de 2011

SUPERGIRL de Jeannot Szwarc - 1984 - ("Supergirl")


La ciudad espacial de Argo es una colonia formada por habitantes del destruído planeta Krypton que lograron escapar a la catástrofe. Allí vive Zor-El, hermano de Jor-El, padre de Superman, con su hija Kara, la cual, por un error, es enviada a la Tierra junto al Omegaheadron, la gran fuente de poder que mantiene viva a Argo y que cae en manos de Selena, una hechicera diabólica que pretende usarla para oscuros propósitos. En el planeta de su primo, Kara se convierte en Supergirl para salvar tanto a los terrícolas de las garras de Selena como para devolver a Argo su fuente de poder.


Jeannot Szwarc es un solvente y prolífico director de series que en lo referente a largometrajes no ha destacado especialmente. En el mundo de la televisión ha dirigido capítulos de "Marcus Welby, doctor en medicina", "Galería nocturna", "Colombo", "Los casos de Rockford", "Más allá de los límites de la realidad", "Ally McBeal", "El abogado", "Smallville" y "Héroes". Su filmografía, muy mediocre y sin interés en líneas generales, se compone de los filmes de terror "Bug" y "Tiburón II", del drama romántico "En algún lugar del tiempo" (su mejor película y prácticamente la única destacada que tiene), del thriller "El enigma", de la comentada "Supergirl" y de la comedia navideña "Santa Claus, el film".


Buscando prolongar con otra saga el exitoso fenómeno de "Superman", la Warner encargó a Jeannot Szwarc tras "Superman III" la película comentada, basada en las aventuras de la superheroína familiar del hombre de acero. Como amante del mundo del cómic he de decir que es un puro tópico que las historias de ciertos personajes como Supergirl o, por poner otro ejemplo, Robin (el siempre discutido compañero de aventuras de Batman), considerados a menudo "ridículos" o "fuera de lugar", hayan de ser infantiles, tontas o meras excusas para sacar más pasta de sus "personajes madre". Grandes guionistas han hecho de caracteres tan vilipendiados como los dos mencionados grandes iconos del cómic de superhéroes. En contra de cierta creencia popular y a menudo bastante ignorante, Robin, por ejemplo, ha sido el mejor acompañante de Batman en geniales sagas del cómic de DC. Lo mismo se puede decir de Supergirl como complemento a Superman o como aventurera solitaria (recuerdo, por ejemplo, la saga de Peter David de esta heroína, que por cierto se ha publicado en tomos especiales hace no mucho). Por lo tanto, no veo con malos ojos una película sobre esta chica con poderes, al igual que tampoco vería con malos ojos que en la tercera entrega del Batman de Christopher Nolan apareciese Robin (porque sé que Nolan respetaría al Robin adulto y no haría lo que hizo Schumacher con el personaje en las horripilantes "Batman Forever" y "Batman y Robin"). Por desgracia, la película que hoy comentamos sobre Supergirl es un gran bodrio, y lo es por lo que lo son tantas películas de superhéroes: porque no se toma en serio al personaje. La actriz y también cantante Helen Slater da vida de manera sosa y edulcorada a la superchica en una producción descafeinada en lo que a escenas de acción se refiere (mediocres todas y rodadas con menos presupuesto que las de Superman) y con un argumento ridículo que nada tiene que ver con sus mejores aventuras de los cómics. Supergirl se enfrenta a una bruja que vive en la atracción de "El tren de la bruja" de un parque de atracciones abandonado (es cierto, sí, lo es) por el amor de un chapuzas garrulo bebedor de cerveza (bueno, la bruja también quiere dominar el mundo, pero eso a veces parece que es lo de menos). Las conexiones con Superman están ahí y son bastante forzadas y tontas: la mejor amiga de Supergirl es la hermana de Lois Lane y por la película ronda el compañero de redacción de Clark Kent, Jimmy Olsen, interpretado una vez más por Marc McClure (el único actor que conecta ambas sagas). Superman no aparece porque "está en busca de la paz" (publicidad de la cuarta entrega, que ya se estaba planificando y que llegaría dos años después de esta película). Los diálogos son ridículos, los efectos especiales bastante limitados, la historia aburrida y el gran reparto de la película (con Faye Dunaway, Peter O'Toole o Mia Farrow) está desaprovechado y aplastado en personajes ridículos y planos hasta decir basta. No hubo continuación de "Supergirl" porque fue al parecer un fracaso en las taquillas. Menos mal.

viernes, 18 de marzo de 2011

SUPERMAN RETURNS de Bryan Singer - 2006 - ("Superman Returns")


Superman ha pasado cinco largos años perdido en el espacio, desaparecido misteriosamente de la Tierra por razones que nadie conoce. Su madre adoptiva le ha creído muerto todo este tiempo, Lois Lane se ha terminado casando con otro hombre, los terrícolas le han olvidado al ver que no aparecía cuando se le necesitaba y su peor enemigo, Lex Luthor, se ha fortalecido y está desarrollando un diabólico plan para hacerse con el dominio definitivo de todo el planeta. Superman vuelve sin embargo de su periplo cuando nadie lo espera, y vuelve cambiado para reencontrarse con su pasado y para ponerlo todo en su sitio.


Después de las detestables “Superman III” y “Superman IV: En busca de la paz”, la saga del hombre de acero se detuvo durante veinte años. La desgraciada parálisis de Christopher Reeve ayudó: no se atrevieron a dar el papel a otro actor, era algo inconcebible. Por otro lado, el nivel de calidad de las mencionadas tercera y cuarta parte había dejado la saga por los suelos, y era ya arriesgado enfrentarse a una quinta porque el público podía cansarse y darle la espalda. Otros superhéroes llegaron, aunque no fueron demasiados. El boom que propició Superman pareció apagarse: sólo vimos cuatro entregas de Batman (dos geniales de Tim Burton y dos horrendas de Joel Schumacher), proyectos varios que nunca llegaron a cuajar y nuevas series de actores y de animación sobre estos superhéroes (y también sobre el mismo Superman). Había una razón poderosa: la compañía Marvel, en esos momentos en mejor estado económico que DC Comics (a la que pertenecen Superman y Batman) no quiso hacer películas de sus grandes personajes, que son muchos: Spiderman, Los X-Men, Los 4 Fantásticos, Hulk, Ironman, Daredevil, Elektra, Punisher, Thor, El Motorista Fantasma… Ha sido recientemente, en la última década, cuando ha parecido soltar lastre. Hemos tenido, desde el año 2000 aproximadamente, más películas de superhéroes que nunca, y todavía nos encontramos sumergidos de lleno en esta moda, que al parecer va a durar mucho aún. Eso sí, por desgracia, en estos últimos diez años, creo que la muestra que hemos tenido de cine de este género ha sido más bien patética. Muy pocas cintas modernas sobre estos personajes se pueden rescatar en mi humilde opinión. Hollywood se ha dedicado a adaptarlos de mala manera, a destrozar sus mitos, a denigrar sus figuras hasta hacerlas casi irreconocibles en más de una ocasión, preocupándose exclusivamente de vender sus películas a un público, todo sea dicho, bastante poco exigente. Así, hemos asistido a la llegada a las salas de una interminable lista de bodrios a cada cual más indignante: “X-Men”, "X-Men III: La decisión final", "Spiderman III", “Los Cuatro Fantásticos”, "Los Cuatro Fantásticos y Silver Surfer", “Daredevil”, “Elektra”, “The Punisher”, “Catwoman”, "El Motorista Fantasma", "Lobezno", las fallidas aunque llenas de buenos propósitos “Spiderman” y “Spiderman II” de Sam Raimi (con la tercera entrega los buenos propósitos se le acabaron) y “X-Men II” de Bryan Singer... También hemos tenido las excepciones que confirman la regla, por suerte: “Batman Begins” y "El Caballero Oscuro", de Christopher Nolan, las mejores películas de superhéroes rodadas hasta la fecha (sendas obras maestras prodigiosas), "Hulk" de Ang Lee (genial e infravaloradísima), "El increíble Hulk" de Louis Leterrier, muy destacada, e "Ironman" de John Favreau, divertidísima (su secuela lo sigue siendo pero en mi opinión es algo fallida). Ha sido en estos años cuando, dos décadas después de "Superman IV" ha tocado, por fin, la nueva hora del olvidado hombre de acero. Bryan Singer, el encargado del proyecto, ha sido siempre un director irregular capaz de lo mejor (“Sospechosos habituales”), de lo peor (“X-Men”) y de lo pasable (“X-Men II”). Con “Superman Returns” creo que lo ha hecho bastante bien (opinión que hasta ahora muy pocos comparten conmigo).


Situando la historia cronológicamente después de la segunda entrega de Richard Donner/Richard Lester e ignorando a "Superman III" y a "Superman IV" como si nunca hubiesen sido rodadas y como si los hechos que narran nunca hubiesen ocurrido, ha presentado el cineasta neoyorkino una película que, como los Batman de Nolan (y de Tim Burton) y el Hulk de Ang Lee, se muestra completamente atípica dentro de su género. Y es que todas estas películas mencionadas cimientan su acción en un ritmo más pausado que el de la película de acción moderna convencional, ritmo que muchos no han sabido comprender (ni soportar). Todas ellas se centran en el desarrollo emocional de sus protagonistas como motor de la trama. Todas tratan con dignidad a sus personajes: tratan con dignidad a la idiosincracia del superhéroe, avanzando más allá de la vulgar película de acción sin sentimientos. El Batman de Burton/Nolan, el Hulk de Ang Lee (y también el de Leterrier aunque en menor grado) y este Superman nuevo son héroes atormentados, llenos de defectos y que buscan una suerte de redención de su destino. Retratan además los directores que les guían lo mejor de algunas de las mejores sagas de los cómics en los que se basan. Eso, una gran parte del público de las salas comerciales, no ha sabido captarlo. Sus críticas han sido las de siempre: “son películas lentas”, “no pasa nada”, “hablan demasiado y no hay peleas”… “Superman Returns” es una película que apenas contiene escenas de acción: prácticamente una al principio y otra cercana al desenlace. Superman (un más que solvente y desconocido Brandon Routh que, como Reeve en su momento, ha sido muy criticado) aparece como un ser traumatizado por su pasado, que busca subsanar sus errores terribles, que busca redimirse. Lex Luthor, ahora un genial Kevin Spacey, está ahí para castigarle, y también para redimirle involuntariamente. El filme, de más de dos horas de duración y con un lirismo muy acertado, se centra en la relación del héroe con sus amigos y enemigos y se cimenta en constantes homenajes a las anteriores películas. Es una quinta entrega sobre todo digna que en vez de reinicar la saga como hizo el "Batman Begins" de Nolan la continua descartando los elementos indeseables. No es perfecta; tiene lagunas argumentales y en ciertos momentos parece un remake de la primera parte, a la que se parece demasiado, pero está, en todos los aspectos, a años luz de casi todas las bazofias que nos hemos tenido que tragar en los últimos tiempos. He de felicitar a Synger. Lo ha hecho, creo, bastante bien. Una película recomendable.

jueves, 17 de marzo de 2011

SUPERMAN IV. EN BUSCA DE LA PAZ de Sidney J. Furie - 1987 - ("Superman IV. The Quest For Peace")


El mundo está al borde de la Tercera Guerra Mundial. La URSS y los USA, a pesar de sus constantes reuniones, no llegan nunca a un acuerdo y la tensión entre ambas potencias va a estallar en cualquier momento. Para remediar esto, Superman se presenta en la ONU y anuncia sus propósitos: destruir todas las armas nucleares del planeta, tanto las del este como las del oeste. Sin embargo, ha de enfrentarse a un contratiempo: Lex Luthor ha vuelto a escapar de prisión y está sembrando la discordia entre las naciones de la Tierra para que estalle el conflicto armado. Además, ha creado a un monstruo para que acabe con Superman de una vez por todas: Nuclear Man, un hombre nuclear con una fuerza sobrehumana y comparable a la del hombre de acero. ¿Podrá éste salvar el mundo de su destrucción?

No comenzó mal su andadura en el séptimo arte el canadiense Sydney J. Furie. Con un estilo parecido al del Free Cinema Inglés, debutó, en sus inicios en la propia Inglaterra, con películas de tono social como “Los chicos de cuero”, drama sobre moteros rebeldes con conflicto homosexual encubierto, a la que siguieron, ya en Hollywood, aceptables propuestas comerciales como el exitoso thriller “Ipcress”, el western “Sierra prohibida”, el nuevo thriller “Atrapado”, el filme judicial “El abogado”, el biopic de la cantante Billie Holyday “Lady Sings the Blues”, la bélica “Los chicos de la Compañía C” o la cinta de terror “El Ente” (una de sus grandes películas y uno de los míticos clásicos del género de todos los tiempos). Ahí, extrañamente, se quedó todo. Furie entró en un tremendo e inexplicable declibe artístico y hasta comercial. Quedó, poco a poco, relegado al rodaje de cintas de bajo presupuesto, de remakes, de terceras y cuartas partes de grandes sagas, de películas patrioteras y demagógicas, de estrenos que van directos al mercado del vídeo y, al parecer, hasta de guiones desechados. Sus siguientes títulos, rodados entre Estados Unidos y Canadá, lo dicen todo: “Águila de Acero”, “Superman IV: En busca de la paz”, “Águila de Acero II”, “Todo por mi chica”, “Punto de Impacto”, “Águila de Acero IV”, “La ciudad del crimen”, “En su propia defensa”, “The Collectors”, “La Hermandad”, “Una rockera de cuidado”, “Corrupción al límite” y “American Soldiers”.


Después del fracaso de crítica de la horrenda “Superman III”, Christopher Reeve aseguró que no volvería nunca más a encarnar al personaje que le había hecho famoso, pues no quería encasillarse (aunque por desgracia para él acabó irremisiblemente encasillado como el superhéroe). Como la moda de Superman no había aún terminado, pues todavía estaba fresca comercialmente la entonces trilogía, la Warner decidió encargar a Jeannot Szwarc (irregular director de “joyitas” como “Tiburón II” y de cosas más apreciables como “En algún lugar del tiempo”) el rodaje de la horripilante “Supergirl”, que apareció en 1984 interpretada por Helen Slater y con Faye Dunnaway como la villana de turno. No tuvo el éxito esperado, y, finalmente, se acordó rodar la cuarta entrega de la saga de Superman. Reeve volvió a su papel a pesar de lo que aseguró (un aumento de sueldo puede con casi todo), y también volvió Gene Hackman a interpretar a Lex Luthor (otro aumento de sueldo). La película fue encargada a Sidney J. Furie, que por entonces no había empezado su declive artístico y comercial pero que ya tenía puesto un pie en la mediocridad. El resultado es deplorable, no tan deplorable como el de “Superman III” (gracias a que se eliminó el irritante humor de esta tercera parte y, sobre todo, el despreciable personaje de Richard Pryor), pero deplorable después de todo. El guión, escrito para niños pequeños y bastante demagógico, pone a Superman a mediar entre los USA y la URSS mientras que Lex Luthor conspira para que estalle la Tercera Guerra Mundial. Ni Reeve ni Hackman se creen ya sus respectivos papeles: se les nota cansados de sus personajes, excesivamente gesticuladores y, por momentos, incluso patéticos. Se les nota demasiado que se toman la película como un trabajo de encargo que les va a proporcionar dinero para otros proyectos. Las escenas de acción son realmente malas, e incluso los efectos especiales han empeorado. Ningún personaje aporta nada, ni tampoco el horrible nuevo villano: Nuclear Man, una suerte de He-Man estúpido (realmente se parece mucho) que sólo sabe berrerar y destrozarlo todo. El filme dura, además, unos escasos noventa minutos. Realmente, da la sensación de que “Superman IV” es un capítulo de una serie de televisión sobre Superman, no la cuarta entrega de una saga que destrozaron impunemente. Tal vez sea una cinta más aguntable que la tercera parte porque falta ese detestable humor que la hizo tristemente célebre e, insisto, ese secundario cómico encarnado por el mencionado y en aquella terrible Richard Pryor. Sin embargo, no deja de ser lo que es: una bazofia, un triste colofón para una saga que tuvo que esperar casi veinte años para volver a surgir con una mínima calidad de la mano de Bryan Singer y su injustamente infravalorada y vilipendiada "Superman Returns". Después de “Superman IV”, Christopher Reeve sufriría su famoso y desgraciado accidente que le dejó en una silla de ruedas hasta su muerte, el 10 de octubre de 2004.

miércoles, 16 de marzo de 2011

SUPERMAN III de Richard Lester - 1983 - ("Superman III")


El joven Gus Gorman no lo sabe, pero es uno de los más grandes genios de la informática de todo el mundo. Sin empleo y sin futuro, es contratado por Ross Webster, un multimillonario sin escrúpulos que quiere aprovecharse de él para que, con sus ordenadores, se haga con el dominio de los mercados de todos los países y construya una máquina de destrucción con la que pueda dominar la Tierra. Alguien interfiere en su camino: Superman. Sin embargo, nuestro héroe tiene además otro nuevo enemigo: su propia sombra maligna, que se ha desdoblado de su cuerpo para sembrar la destrucción y el caos.


Después del tremendo éxito que “Superman II” repitió en la taquilla, la Warner quiso jugar sobre seguro y encargó el rodaje de la tercera parte de la saga a Richard Lester, que ya se había encargado de “completar” lo que Richard Donner dejó al marcharse del rodaje de la segunda, expulsado por sus mismos productores, que querían un Superman menos serio que el que él estaba recreando y que buscaban otorgar a las aventuras del superhéroe un tono cómico que pensaban que daría aún mejores resultados económicos. Fue lo que hicieron, ya con plena libertad y sin contratiempos de ningún tipo, en “Superman III”, la que es hasta ahora la peor película del hombre de acero jamás filmada (peor para mi gusto incluso que la cuarta entrega, que también es verdaderamente despreciable). Christopher Reeve, que empieza a encasillarse peligrosamente, repite papel protagonista, mientras que Gene Hackman se niega a dar vida de nuevo a Lex Luthor (aunque volvería a hacerlo en la mencionada “Superman IV”), por lo que el carismático villano es sustituído por un millonario muy listo y excéntrico (Robert Vaughn) con, la verdad, muy poca gracia (es realmente una copia/parodia del propio Lex Luthor, físicamente muy parecido y con gestos y procederes criminales casi idénticos). Se introduce además, por primera y última vez en la saga, un secundario cómico, el informático Gus Gorman, al que da vida el recientemente fallecido de ataque cardíaco Richard Pryor, que por entonces era uno de los cómicos más populares de los USA y que aquí, la verdad, es tan incapaz de sacar una mínima sonrisa que hasta resulta patético e irritante con sus gesticulaciones exageradas y sus golpes y caídas absurdas. Su personaje no se lo cree ni él mismo. El de Superman, por otra parte, sigue adentrándose en su pasado, reencontrándose con Lana Lang, su amor de juventud en Smallville, pero esta relación no ayuda nada a levantar la historia, que se mueve entre escenas de acción mediocres (la mayoría) y vulgares idioteces de un guión insultante que pretende ser, ante todo, cómico, como comenté antes, pero que no hace reír ni una sóla vez en todo el metraje (y en los años que ya corren todavía menos, por eso la película además ha envejecido tan mal). Sólo hay algo que se salva: la lucha de Superman contra su sombra maligna, realmente emocionante y bien narrada, él único punto luminoso de todo el filme (que iba a llamarse en un principio “Superman VS Superman”). El resto es para tirarlo directamente a la basura. El peor Superman de todos con diferencia, y miren que, como he dicho, la cuarta parte también es mala con avaricia.


Como curiosidad, he de mencionar que hay muchos que salvan a esta película argumentando que se trata de una muestra más del "típico humor Lester", el que exhibió en las innumerables y geniales comedias que dirigió. Puede que tengan razón, pero pienso que Superman no es el personaje ideal para mostrar este humor (a no ser que se rodase una parodia sobre su personaje, que no es el caso). Lester es un gran director, pero aquí pienso que se hundió completamente.

martes, 15 de marzo de 2011

SUPERMAN II de Richard Donner y Richard Lester - 1980 - ("Superman II")


Antes de la destrucción del planeta Krypton, el padre de Superman encerró a sus tres terroristas más sanguinarios, el general Zod y sus compinches Ursa y Non, en la Zona Fantasma, una prisión de energía del espacio. Cuando el propio Superman destruye sin querer esta prisión arrojándole una bomba atómica que iba a explotar en la Tierra, los tres quedan de nuevo libres para sembrar el terror en la galaxia. Sin embargo, como Krypton ya no existe, deciden atacar el planeta adoptivo del hijo del hombre que les encerró, que es el único que puede pararles los pies. Por si fuera poco, Lex Luthor también ha escapado de la cárcel, y, por supuesto, planea conspirar para sacar tajada de ambos bandos, tanto de Superman como de Zod y sus secuaces… El hombre de acero se enfrenta una vez más a uno de los mayores retos de su vida.


“Superman” y “Superman II” fueron rodadas casi a la vez por Richard Donner, o por lo menos muchas de las escenas de la segunda se rodaron junto a la primera. Donner fue el encargado de ambas hasta que, por causas aún no del todo aclaradas, la Warner le despidió y le sustituyó por Richard Lester. Al parecer, los productores no estaban contentos con el tono de excesiva seriedad que Donner le estaba otorgando a la saga. Querían introducir más toques de comedia y que los villanos fueran aún más esperpénticos que el Lex Luthor de la primera entrega. Al marcharse Donner, una buena parte del equipo artístico de la anterior película le siguió indignado por solidaridad. Lester hubo de volver a rodar escenas que ya estaban rodadas y, mezclándolas con otras que no se pudieron volver a rodar, compuso esta excelente y a menudo infravalorada segunda entrega de las aventuras del hombre de acero. Queda un poco en el aire la autoría real de “Superman II”: se pueden encontrar en ella huellas de sus dos directores. Muchos la han atribuído por completo a Donner y han despreciado a Lester. Otros al contrario. Yo creo que, para bien o para mal, el trabajo fue conjunto. El filme, de hecho, creo que es igual de bueno que el anterior, aunque ya ha perdido, como era lógico, la capacidad de sorprender. Christopher Reeve vuelve a encarnar a Superman, y Gene Hackman a Lex Luthor. Entran en la historia, además, tres nuevos villanos con un gran carisma (encabezados por el gran Terence Stamp) que añaden a la trama unas justas dosis de violencia que la primera entrega no tenía, aunque también, a su vez, añaden otras pequeñas dosis de humor infantiloide bastante fuera de lugar. Estos villanos aparecen justo al inicio de “Superman”, siendo expulsados de Krypton por el padre del héroe (Marlon Brando). En este detalle se descubre que Donner planeó ambas películas casi como una sola, sin fisuras temporales de ningún tipo. Las escenas de acción vuelven a ser geniales, así como los efectos especiales, y la trama guarda el justo equilibrio entre la aventura, la lucha, el romance, y el humor. El personaje del protagonista también aparece más desarrollado: en un momento determinado, habrá de elegir, entre la espada y la pared, entre sus superpoderes o el amor de Lois Lane. Muchos prefieren “Superman II” a “Superman”. Otros, injustamente, la han denigrado hasta la saciedad. Yo creo que ambas son excelentes. “Superman II” es una más que genial secuela para una de las películas más míticas de la historia. Eso sí, fue la última de las cuatro primeras entregas que mereció la pena. “Superman III” y “Superman IV” tiraron la saga por los suelos. Como curiosidad, el montaje auténtico de Richard Donner de esta “Superman II” ya existe.

lunes, 14 de marzo de 2011

SUPERMAN de Richard Donner - 1978 - ("Superman: The Movie")


Antes de la destrucción del antaño esplendoroso planeta Krypton, un bebé es salvado de la muerte y enviado por sus padres a la Tierra. Allí crece como un ser ultrapoderoso rodeado de humanos débiles y necesitados de los que se convierte en protector con dos identidades: la del torpe periodista Clark Kent y la del salvador Superman. Ahora, este héroe ha de enfrentarse a una de las mentes criminales más brillantes del mundo, Lex Luthor, que planea hundir gran parte de las costas de los Estados Unidos para revalorizar unas tierras baldías que ha comprado en el desierto. Lex, además, sabe algo que nadie sabe… El punto débil de Superman. El gran héroe va a encararse con su reto más duro hasta el momento.


Aunque muchas veces se le ha tachado de artesano impersonal y hasta de puro mediocre, lo cierto es que Richard Donner fue uno de los directores estadounidenses más rentables, versátiles, famosos y destacados de las décadas de los ochenta y los noventa, creador de una amplia y variadísima filmografía que abarca películas de todos los géneros en las que supo conjugar una gran calidad artística con grandes dosis de comercialidad. Director de certero olfato taquillero pero que nunca dejaba de lado la creación o la obtención de unos buenos guiones, fue durante muchos años muy bien tratado tanto por el público como por la crítica. Cada película suya es distinta de la otra. Trabajó con el género de terror en “La profecía”, con el de superhéroes en “Superman” y “Superman II” (que no pudo terminar), con el drama en “Max’s Bar” y “La fuerza de la ilusión”, con la comedia en “Su juguete favorito” y “Los fantasmas atacan al jefe”, con la aventura en “Lady Halcón”, “Los Goonies” y “Timeline”, con el thriller de acción en las cuatro entregas de “Arma letal”, “Asesinos”, “Conspiración” y “16 calles” y con el western en “Maverick”. Richard Donner, aunque es cierto que ha experimentado un notable descenso de calidad en sus últimas películas, es un director de cine familiar que merece una rápida y justa reivindicación.


“Superman”, película mítica donde las haya y una de las grandes obras de Richard Donner, fue la primera incursión en la gran pantalla del mítico personaje de comic creado por Jerry Siegel y Joe Shuster en 1935, además de la primera película “seria” sobre un superhéroe que se lanzó a las salas. La andadura audiovisual de Superman había comenzado en los años cuarenta, dado el tremendo éxito de la obra homónima de DC Comics, con cortometrajes animados, tras los cuales llegó una serie de televisión en los años cincuenta: “Las aventuras de Superman”, a la que siguieron numerosas series de dibujos animados e incluso películas en blanco y negro hasta la llegada del filme moderno comentado, al que siguieron otros cuatro de desigual calidad y nuevas series de animación y de actores como “La Liga de la Justicia”, “Superboy”, “Lois & Clark” o “Smallville” y películas sobre personajes relacionados como “Supergirl”. El trabajo de Donner en esta inolvidable cinta de 1978, apoyado por artistas como John Williams en el apartado sonoro o Mario Puzo y Robert Benton en el guión, es inmejorable. La historia que narra guarda el justo equilibrio entre la presentación del héroe por medio de su triste pasado y entre su lucha contra su peor enemigo, el ominipresente Lex Luthor. Tiene “Superman” su dosis justa de acción (cimentada en unos efectos especiales soberbios que se llevaron un más que merecido Oscar), su dosis justa de romance, su dosis justa de aventura y su dosis justa de humor. El actor elegido para dar vida al hombre de acero fue, después de barajar interminables listas de nombres, el entonces casi desconocido Christopher Reeve (elección acertadísima), que bordó su papel y que se convirtió en un símbolo más de la cultura de los USA, mientras que para Lex Luthor fue elegido otro excelente Gene Hackman que otorgó la dosis justa de excentricidad y malevolencia y que repitió como villano en dos entregas más. En el punto flaco quedan, por supuesto, la moralina y el patrioterío que tantas veces se ha usado en este género, además de ciertos momentos de la trama que hoy vistos quedan realmente infantiles. Sin embargo, se le perdona todo. “Superman” tiene un encanto que pocas películas pueden imitar. Después de terminar este filme, Richard Donner tenía previsto rodar la segunda entrega, que ya había empezado a rodar a la par que esta (los villanos de “Superman II” aparecen brevemente en “Superman”, conectando ambas películas). Por problemas que aún no están del todo aclarados, la Warner despidió a Richard Donner cuando ya tenía terminada gran parte de la secuela y lo sustituyó por Richard Lester, que la acabó con notable solvencia. Queda todavía un poco en el aire la autoría que cada director tiene sobre esta segunda entrega de la saga, que para mí está al nivel de la primera aunque pierda parte de su encanto original.

domingo, 13 de marzo de 2011

FASTER, PUSSYCAT! KILL! KILL! de Russ Meyers - 1965 - "Faster Pussycat! Kill! Kill!")


Varla, Rosie y Villie son tres bailarinas amantes de la juerga, de las carreras de coches, de la lucha cuerpo a cuerpo y de montar bronca. Huyendo por haber matado a un hombre tras una discusión por una carrera en el desierto, escuchan el rumor de que un viejo ranchero que vive cerca de donde ellas están esconde una fortuna en su casa. Las tres van a intentar robarle esta fortuna. Sin embargo, van a tener que enfrentarse al ranchero y a sus dos hijos, hombres de armas tomar… Aunque con puntos débiles evidentes.


Uno de los grandes e indiscutibles reyes del kitsch, del camp, de la serie B (e “inferiores”), del “destape” norteamericano, del seixploitation, de las “nudies”, de la mezcla desprejuiciada de influencias y del cine independiente es el californiano Russ Meyers, fotógrafo de la prensa rosa y de pin-ups que se inició en el mundo del cine rodando documentales bélicos durante la Segunda Guerra Mundial, en la que tomó parte como soldado. Puro autor injustamente menospreciado por ciertos círculos, supo crear una filmografía única en su especie y en su momento que se enfrentó a los valores y tabúes de su tiempo de una manera en la que ninguna otra lo había hecho hasta la fecha. Mezclas explosivas de comedias que van sin problemas de lo irónico a lo zafio, de cine negro, de cine de acción, de película erótica que roza la pornografía, sus obras, a veces completamente surrealistas y en ocasiones parodias unas de las otras, resultaron en su día tremendamente provocativas, irreverentes y turbadoras, y se mofaron de todo y de todos, como él mismo siempre hizo en su vida diaria. Su estilo tiene un toque de dibujo animado clásico, un aura alucinógena y un montaje y una factura crudísimos, y sus personajes, destinados a enfrentarse los unos contra los otros en parajes naturales abruptos y hostiles de la Norteamérica profunda, son estrambóticos, monstruosos, malhablados y agresivos, tremendamente sexuales y brutales, mientras que la violencia que destilan es tan terrible como delirante y cómica. Sus creaciones han de ser tomadas tan en broma como en serio: ellas mismas son una burla de ellas mismas, aunque también Meyers las use para retratar con su agudísimo e inmisericorde ojo satírico lo peor y lo mejor del ser humano y la parte oscura de la sociedad en la que le tocó vivir. Gran director de actrices y amante del cuerpo femenino grande, voluptuoso, cargado de curvas y de enormísimos pechos, descubrió e hizo famosas a muchas de las que con él trabajaron (Tura Satana, Kitten Natividad, Uschi Digard, Haji, Lorna Mailand, Lori Williams, Erica Gavin…) y aportó un retrato de mujer totalmente revolucionario en su momento que le hizo ser considerado como uno de los esenciales cineastas feministas: la mujer total y absolutamente independiente y valiente que no sólo se enfrenta al hombre, sino que además le gana y hasta le humilla y que se contrapone con otras mujeres débiles que son utilizadas como objetos. En su amplísima obra (muy irregular y llena de películas muy menores y salpicada por algún que otro bodrio, todo hay que decirlo también) destacan los títulos “The inmoral Mr. Teas”, “Eve and the Handyman”, “Erotica”, “Wild gals of the naked West”, “Heavenly bodies”, “Lorna”, “Faster Pussycat! Kill! Kill!”, “Motor Psycho”, “Mudhoney”, “Common Law Cabin”, “Good morning… And Goodbye!”, “Finders keepers, lovers weepers!”, “Vixens!”, “Más allá del valle de las muñecas”, “Blacksnake!”, “Supervixens”, “Megavixens” y “Beneath the valley of Ultra-Vixens”.


Considerada por John Waters como la mejor película que ha visto en toda su vida, “Faster, Pussycat! Kill! Kill!” es la cinta más famosa de Russ Meyers y una de las mejores de su incombustible carrera. En ella, encontramos todos los lugares comunes y las constantes de su idiosincrasia fílmica: tres mujeres fuertes, valientes, terribles y, por supuesto, con curvas de vértigo y gigantescos pechos (sus habituales y por momentos terroríficas Tura Satana –especialmente ésta-, Haji y Lori Williams), intentan robar la fortuna oculta de un viejo y avaricioso ranchero tras haber asesinado a otro hombre después de una discusión por una carrera de coches ilegal. Sus actos de antiheroínas, escandalosos para el público de su momento, se contraponen a los predecibles de otra mujer débil y dependiente de los hombres interpretada por la playmate Sue Bernard (a la que la propia Satana provocaba durante el rodaje para que el clima de odio entre ellas fuese más real). El trío protagonista se enfrenta a los hombres que las rodean, a menudo impotentes, estúpidos o acomplejados y llenos de fantasmas sexuales, y a las mujeres mojigatas que les acompañan y les terminan venciendo. El resto, de factura pop y alucinógena e influenciado como siempre por el cómic y por los dibujos animados, se compone de acción a raudales, violencia brutal y que duele de verdad, montaje y narrativa crudos y creativos, ángulos y planos atrevidos que resaltan las proporciones de sus protagonistas, diálogos delirantes y bruscos libres de todo prejuicio, homenajes al jazz (esa música rebelde y diabólica), alusiones sexuales constantes y retratos satíricos de todo lo oscuro que guarda la América profunda, que queda retratada en un esplendoroso blanco y negro. Una obra inimitable injustamente dejada de lado en su día por la crítica “seria”.

viernes, 11 de marzo de 2011

EDUCANDO A J. de Christine Lathi - 2001 - ("My first mister")


J. es una joven gótica-punk que vive hundida en el exilio sentimental. No tiene ni ha tenido amigos, y la relación que mantiene con sus padres, divorciados, es fría y distante en todos los aspectos. J. a veces paga sus frustraciones mostrándose ante los demás rebelde; a veces también se comporta como una niña pequeña y malcriada. Un día, su vida cambia radicalmente: conoce de casualidad a Randall, un aburrido cincuentón dueño de una tienda de ropa que también está hundido en su propio exilio emocional; el mundo le da miedo, no tiene relación con su familia y pasa sus días leyendo revistas compulsivamente porque no tiene otra cosa mejor que hacer. Entre ambos surge una enorme amistad: los dos van a tener que luchar por salir adelante juntos.


La estadounidense Christine Lathi, aunque es más conocida por su carrera de actriz habitualmente secundaria (en películas como “Justicia para todos”, “Mi vida es mía”, “Chicas en pie de guerra” o “Un lugar en ninguna parte” o en famosas series como “Chicago Hope”) también ha dirigido un filme: “Educando a J.”. Por ahora, no ha anunciado que vaya a volver a ponerse tras las cámaras.

“Educando a J.” (horrenda traducción al castellano de “My first mister”) es una pequeña joyita del cine norteamericano que, por desgracia, en su día pasó bastante desapercibida por las carteleras debido a su condición de filme independiente y a su poco atractivo comercial. La película, protagonizada por unos soberbios Leelee Sobieski y Albert Brooks, narra la clásica historia de amor (“amor” en toda su confusión y amplitud) que surge entre los clásicos seres perdidos en el mundo moderno que pertenecen a distintas generaciones con visiones radicalmente opuestas de este mundo. Leelee Sobieski es J., una joven gótica-punk sin amigos que vive en una terrible alienación sentimental tanto en su ambiente familiar como estudiantil y que se comporta despreciando a los demás y, en ocasiones, como una completa niña pequeña. Albert Brooks es Randall, un comerciante solitario, aburrido y lector compulsivo de revistas que también vive su propio exilio sentimental (ha perdido el contacto con su mujer y con su hijo porque no supo mantenerlo) y que tiene un miedo atroz de todo lo que le rodea. Entre ambos se desarrolla una agilísima y muy fresca trama de confusas relaciones y sentimientos que, sin embargo, está cargada de hondura: Christine Lathi trata con un ojo tan agudo como tierno asuntos universales como la soledad, el paso a la madurez, el amor, el respeto, la redención, la familia, la amistad, el miedo, la enfermedad, la muerte, la rebeldía juvenil o la pérdida de la ilusión por medio de unos diálogos sencillísimos pero certeros y por medio de una historia que, aún contando algo que se ha visto ya en muchas ocasiones, sabe resultar en todo momento interesante y emotiva (emotiva esquivando siempre la sensiblería). J. y Randall se complementan y aprenden el uno del otro a superar sus terrores, que son muchos. “Educando a J.”, llena de escenas inolvidables (los primeros encuentros de la pareja en sus respectivos ambientes, sus primeras y delirantes salidas, los momentos del hospital y de la búsqueda del hijo de Randall), es un fascinante retrato social de todo un escenario histórico (“eso” que sigue tras la Generación X) que se erige como una de las más recomendables propuestas de cine juvenil (juvenil para jóvenes y adultos) de los últimos tiempos. Curiosamente, coincidió en cartelera con la también genial y poco exitosa “Ghost World”, con la que guarda similitudes tanto en sus asuntos centrales como en su carácter independiente.

miércoles, 9 de marzo de 2011

UN PUENTE HACIA TERABITHIA de Gabor Csupo - 2007 - ("Bridge to Terabithia")


Jesse es un chico tremendamente imaginativo y amante del dibujo y de las carreras que no se siente integrado ni en su colegio ni en su casa. Todo cambia cuando llega al vecindario Leslie, una chica que comparte sus mismos intereses. Junto a ella, construirá una cabaña en un árbol y, en las profundidades del bosque, vivirá grandes aventuras imaginarias. Sin embargo, un hecho terrible le hará volver al mundo real… Un hecho sin remedio al que tendrá que enfrentarse y que le hará pasar de golpe a la madurez.


El cineasta, restaurador y músico húngaro Gabor Csupo es uno de los nombres más importantes de la animación actual. Junto a su mujer, la estadounidense Arlene Klasky, fundó la compañía Klasky Csupo, que se ocupó de animar varias temporadas de las series “Los Simpsons”, “Los Rugrats” o "Ah!!!!!! Real Monsters", además de los largometrajes basados en la última de ellas. Su primera película para la gran pantalla fue la irregular aunque interesante “Un puente hacia Terabithia”, a la que siguió el filme de animación "Inmigrants" y el nuevo filme para niños "El secreto de la última Luna".


“Un puente hacia Terabithia” está basada en la famosa y premiada novela homónima de Katherine Paterson, y estuvo en su día también claramente orientada a aprovechar en las taquillas el gran tirón de sagas fantásticas de los últimos años como “El Señor de los Anillos”, “Harry Potter” o “Las Crónicas de Narnia” (las dos últimas todavía tienen entregas en las salas de cine). La película, orientada a un público infantil y muy juvenil, trata de ser una obra digna destinada a este mismo público, cosa que básicamente consigue, aunque de ahí no pasa. Narra “Un puente hacia Terabithia” (uno de los reinos mencionados en los libros de Narnia) la historia de Jesse y Leslie, dos niños llenos de inventiva que están a punto de entrar en la adolescencia y que, inadaptados y marginados en su colegio y también en su hogar (el chico especialmente en el segundo), inventan un mundo mágico en las profundidades del bosque que hay cerca de sus casas, en donde, en una cabaña en un árbol, viven aventuras imaginarias enfrentándose a toda clase de seres fantásticos extraídos de cuentos y narraciones como las mencionadas de Tolkien, Rowling o Lewis. La vida feliz que llevan, sin embargo, se les hunde con una inesperada tragedia que les devuelve al mundo real. La novela fue escrita originalmente para el joven hijo de su autora, que había perdido a uno de sus mejores amigos. Por ello, la trama no consiste en que los protagonistas se enfrenten a las fuerzas del mal, ni en que tengan que buscar un tesoro o salvar a un pueblo oprimido, sino en el paso a la madurez de éstos, por lo que el filme se muestra ciertamente fresco en, por lo menos, este aspecto (especialmente cuando sorprende hasta cierto punto con el giro argumental que desencadena la mencionada tragedia -y que no desvelo-). Por desgracia, aquí se queda casi todo. Hay que destacar unos buenos efectos especiales, unas buenas actuaciones de los dos jóvenes protagonistas y un aceptable manejo del drama. El resto de la película es completamente mediocre: argumento lineal, seres mágicos sin demasiada inventiva y personajes y acciones predecibles. Cierto es que es una cinta destinada para niños y que posiblemente muchos de estos niños no pidan nada más. Sin embargo, hubo otras épocas en las que incluso las películas para niños tenían una gran sensibilidad y madurez. “Un puente hacia Terabithia” se queda en el camino de esa sensibilidad y esa madurez. Trata un asunto duro, crudo incluso, pero no sabe llevarlo por un cauce ni duro, ni crudo, ni artístico y ni siquiera imaginativo.