Porco Rosso
martes, 2 de agosto de 2011
LA ÚLTIMA NOCHE DE BORIS GRUSHENKO de Woody Allen - 1975 - ("Love and death")
Siglo XIX. Boris Grushenko es un joven que vive en un pequeño pueblo de la Rusia profunda con su familia, de la que es la oveja negra por su inutilidad y cobardía. Únicamente dos cosas le interesan: la muerte y su prima Sonja, de la que está locamente enamorado y la cual… Vive prendada de su hermano Iván, más apuesto y con un futuro más prometedor por delante. La vida de Boris cambia radicalmente cuando los franceses, al mando de Napoleón Bonaparte, invaden su tierra y él es llamado a luchar. Escaqueándose constantemente en el campo de batalla, Boris, de pura casualidad, se convierte en un héroe de guerra. La gloria se abre ante él.
“La última noche de Boris Grushenko” es, pienso, la primera gran y definitiva comedia seria de Woody Allen, que seguidamente sorprendería con “Annie Hall”, la que le terminaría de encumbrar como autor más allá del simple "slapstick" y de la comedia de gags "de golpe y porrazo". “Love and Death” (su título original) es una parodia delirante de las grandes obras de la literatura rusa clásica, especialmente de las de la “generación” de Dostoievsky, Tolstoi, Gogol, Turgueniev o Goncharov, de quienes Allen es ferviente admirador. Boris Grushenko es un hombrecillo mediocre (comó no interpretado por el mismo cineasta) de la Rusia del siglo XIX (ésta sería la última película de Allen ambientada fuera de los USA y concretamente de Nueva York hasta décadas después) que, por azares delirantes, pasará de ser un soldado cobarde y sin futuro en el ejército a ser un gran patriota, un héroe de guerra y un combatiente “encarnizado” de las fuerzas invasoras de Napoleón Bonaparte. ¿Los asuntos que trata el filme? Los de siempre: el amor y la muerte por encima de todo, como su título indica, pero también el patriotismo y su manipulación, la guerra y la paz (con referencias constantes a “Guerra y paz”), el asunto del hombre mediocre asediado por una sociedad opresiva o hipócrita (con ciertos guiños a “El idiota”), los totalitarismos, la familia, las clases altas, el fatalismo, el sexo o la obtención de la felicidad. Todo, por supuesto, visto desde un punto de vista tan serio como ácido e irreverente y totalmente desprejuiciado. El ambiente, frío y a la vez exacerbadamente romántico, es riquísimo en la representación de la época en la que todo se desarrolla, y está cargado de homenajes al cine histórico clásico (especialmente a “Doctor Zhivago” de David Lean) y al de otro gran querido de Allen: Ingmar Bergman, cuyo estilo es parodiado en el momento en el que Boris habla con La Muerte, tal y como les ocurre a muchos de los personajes del maestro sueco, que se ven abordados por conceptos o símbolos personificados con los que interactúan. “La última noche de Boris Grushenko” es una de las comedias más deliciosas de Woody Allen y su primer paso completamente definitivo hacia la madurez como cineasta y cómico serio.
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Una comedia divertida sin caer en la pretenciosidad, de cuando Allen tenía gracía.
ResponderEliminarInolvidable la presentación de los miembros de la familia Grushenko.
La última vez que la vi fue con un amigo y nos tronchamos de risa. Verdaderamente imprescindible para pasar un buen rato.
ResponderEliminar¡Un saludo!
Una auténtica maravilla. ¡Muy grande!
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