Porco Rosso

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martes, 28 de junio de 2011

EL DORMILÓN de Woody Allen - 1973 - ("Sleeper")


Miles Monroe es un clarinetista propietario de una tienda de alimentos sanos que, tras ser operado de amigdalitis, es accidentalmente congelado y despierta… en el año 2174. Allí descubre con horror que el mundo está regido por el opresivo e implacable estado policial de un dictador del que únicamente queda su nariz, que es objeto de adoración en todo el planeta. Junto a la bella Luna, Miles se unirá a los rebeldes y luchará contra el proyecto de los seguidores de la gran nariz… Clonarla.


Después de la irregular aunque con momentos desternillantes “Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar”, Woody Allen retornó, al año siguiente, con una de las mejores comedias de su primera etapa: “El dormilón”, una parodia satírica de los filmes y novelas ambientadas en distopías de diversa índole. El propio Allen interpreta a un hombrecillo mediocre y común que tras ser congelado por error en nuestros días se despierta doscientos años después en un futuro opresivo en el que encontrará el amor y en el que también luchará contra un “terrible” dictador del que únicamente queda su nariz. Tomando como punto de partida relatos como “1984”, “Un mundo feliz” o “Fahrenheit 451”, Allen destroza sin piedad a las ideologías radicales de toda clase (tanto los partidarios del dictador como los rebeldes que los combaten se muestran como auténticos integristas) y se burla con una acidez sin par (y sin concesiones) del culto a la personalidad (a una nariz en este caso), de todos los fanatismos políticos, de los medios de control social de cualquier gobierno, del terrorismo, del culto a las máquinas o de la deshumanización cada vez más patente del mundo moderno. Acompañado de su habitual entonces Diane Keaton, Allen toma elementos del slapstick y los fusiona con un humor verbal inteligente que, aunque se estaba desarrollando todavía (tomaría plena conciencia en la magistral “Annie Hall”), ya presentaba unas altas cotas de ironía y referencias culturales que se situaban ya lejos de las de sus anteriores y más gruesos (que no por ello divertidísimos) filmes “Toma el dinero y corre”, “Bananas” y la mencionada “Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar”. La ambientación y el vestuario, con unos tremendos y conscientes aires de serie B, homenajean a los grandes clásicos de la ciencia ficción, mientras que la banda sonora está, por supuesto, compuesta de excelentes temas de jazz del propio Allen. “El Dormilón” augura ya un camino excelente para este director que ya empezaba a despuntar de manera definitiva.

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