Porco Rosso
miércoles, 18 de mayo de 2011
BATMAN FOREVER de Joel Schumacher - 1995 - ("Batman Forever")
Dos nuevos villanos han hecho acto de presencia en Gotham: Dos Caras, un loco con medio rostro desfigurado que odia a Batman, y Enigma, un genio de la informática que ha creado un aparato capaz de destapar la verdadera identidad del Hombre Murciélago. Sin embargo, Batman está vez no está solo: Robin, un joven a cuya familia asesinó Dos Caras, se une a él en su cruzada contra el mal.
Hay cambios ciertamente traumáticos, y uno de los más traumáticos del cine de superhéroes fue el que se operó en el paso de “Batman Vuelve” a “Batman Forever”, el paso del hombre murciélago visto por Tim Burton al hombre murciélago visto por Joel Schumacher, que en las dos entregas de sus aventuras que dirigió demostró que si por un lado es un director comercial capaz de realizar buenas películas (“Un día de furia”, “Última llamada”…) por otro es también capaz de realizar los peores bodrios que nos podamos echar a la cara. “Batman Forever” fue uno de estos tristes bodrios, y la que vino después, “Batman & Robin”, fue el bodrio más grande de la historia del cine de superhéroes (lo digo muy en serio: quien la haya visto lo sabe, y miren que el cine de superhéroes tiene bodrios en sus filas). En la tercera entrega para la gran pantalla de las aventuras de Batman encontramos impunemente deshecho todo el camino que Burton había hilvanado con tan buen hacer: el camino que encauzó al Batman cinematográfico en la dirección de la visión seria y digna del superhéroe que dieron en el mundo del comic grandes autores como Frank Miller o Alan Moore. Si, como comenté, en “Batman” y posteriormente en “Batman Vuelve” Tim Burton esquivó con precisión el concepto hoy completamente desfasado del Batman que habíamos podido ver en muchos comics infantiles y en series sobre el personaje como la de Adam West y Burt Ward de los años sesenta, Joel Schumacher retornó a este concepto de Batman en todos los aspectos. Siempre se le ha criticado mucho a este director la visión que mostró de Gotham para sus dos tristes aportaciones a la saga. La ciudad gótica de la oscuridad perpetua es ahora un paraíso fosforescente de neón empapado de colorido. Se ve claramente la intención de su director ya desde el primer momento: reconstruir, aunque por supuesto actualizándola, la imagen de la mítica serie que he mencionado arriba. Gotham es como los productores de “Batman” querían que hubiera sido desde un principio: un paraíso psicodélico con reminiscencias estéticas de toda clase colocadas sin ton ni son: del cine negro de los años cuarenta y cincuenta, del musical clásico, del propio tenebrismo burtoniano, de la televisión de los sesenta, del colosalismo, del pop, del glam, del kitsch, del camp… Todo remezclado de cualquier manera y sin mucha personalidad otorgando al filme una atmósfera de ópera moderna algo infantil aunque curiosa, todo sea dicho. Puede esta atmósfera gustar más o menos. A mi, personalmente, no me parece tan imaginativa ni tan adecuada al personaje como la de Burton. No es, sin embargo, esta atmósfera el principal problema de “Batman Forever”. Aún con una personalidad distinta a sus dos antecesoras, podría haber sido una buena película. Pero no lo fue. Con unos personajes como los que tenía era del todo imposible.
El retorno al concepto del superhéroe infantil, moralista y ñoño fue tan total y absoluto que lastró la cinta ya desde el propio guión. El Batman de Schumacher dejó de estar atormentado, dejó de ser oscuro y triste y dejó de inspirar, por momentos, miedo. El Batman de Schumacher volvió al pasado para ser de nuevo ese justiciero sin remordimientos y sin dilemas, siempre valiente y siempre íntegro que había sido tanto tiempo. Todo por los suelos. Batman (ahora Val Kilmer tras el abandono de Michael Keaton) vuelve a ser un superhéroe plano y políticamente correcto al uso, al igual que su compañero Robin (un normalito Chris O’Donnell), que por primera vez en las salas le acompaña en sus aventuras y que aporta más bien poco o más bien nada a la película. Sus enemigos también vuelven a ser lo que fueron: ya no están atormentados por pasados oscuros, ya no son seres marginados deseosos de venganza con un fondo de honda tristeza. Dos Caras (ahora Tommy Lee Jones -en "Batman" fue muy brevemente Billy Dee Williams-) y Enigma son dos peleles estrambóticos y malvados porque sí, porque les ha tocado ser malvados. No están desarrollados de manera convincente en ningún aspecto. Además, ni Lee Jones ni Jim Carrey (excelentes actores casi siempre) saben hacer otra cosa que imitar al Joker o al Pingüino poniendo caras dislocadas y sobreactuando de manera extravagante. Para colmo, la nueva “Chica Batman”, Nicole Kidman, es otra Kim Basinger: realiza un papel anodino y sin ninguna pasión. Todos los actores y actrices que participan en “Batman Forever” han demostrado en más de una ocasión ser geniales intérpretes. Sin embargo, aquí no hay por donde cogerlos: o no expresan nada o expresan demasiado (en el mal sentido). Supongo que los pobres, con los personajes a los que tenían que dar vida, no tenían otra cosa que hacer. Pero no acaba en estos personajes todo lo malo del filme: hay que añadir las flojas escenas de acción con infumables toques videocliperos, el lineal y aburridísimo guión, los horrorosos diálogos, la inapropiada música discotequera o de U2 (no es un mal grupo, pero su aportación no viene a cuento) y el horrible humor que destila durante todo el metraje (era esta película un nuevo vehículo de lucimiento para un Carrey recién salido de “La Máscara”).
Gozó “Batman Forever” de un gran éxito y sus artífices se forraron con el merchandising. Fue incluso mejor recibida que “Batman Vuelve” gracias a su envoltorio más atrayente para el público quinceañero, poco exigente y/o amante de la pirotecnia barata. Por ello, se comenzó a preparar con rapidez una nueva continuación de las aventuras de Batman. Joel Schumacher volvió a realizarla y rizó el rizo del patetismo. “Batman & Robin” fue posiblemente la cosa más deleznable que se estrenó en las salas en toda la década (no exagero). Mañana más.
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uy, el batman discotequero y psicodelico, hay q reconocer q la b.s.o. y el coche se salen, y el reconocimiento a q crearon gothan city desde 0
ResponderEliminarLamentable película... No he perdonado aún a Schumacher esto, ni la siguiente...
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, vaya una manera de cargarse una saga que valia tanto la pena, llegando hasta la absurdidad.
ResponderEliminarMuy buen post. Felicidades!
La sugerente atmosfera siniestra de Burton se la cargaron con una estética acid-house. Cuando vi los piercings en los pezones del traje de Robin me dije: "apaga y vámonos". Borgo.
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