Porco Rosso

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lunes, 11 de abril de 2011

EL MARIACHI de Robert Rodríguez - 1992 - ("El mariachi")


Un joven mariachi llega, buscando trabajo, a una pequeña ciudad del desierto mexicano en la que las mafias están en pie de guerra. Allí es, por una mala casualidad, confundido con Azul, el oculto y letal rival de El Moco, uno de los capos líderes del lugar. Por suerte para él, también cae en sus manos un buen arsenal de armas de fuego de toda clase… El juego de la supervivencia ha empezado, y el joven mariachi se va a convertir en un héroe para la ciudad.


A Robert Rodríguez su a veces absoluta falta de pretensiones le encumbra por momentos y le hunde en gran parte de su irregular filmografía. Sus películas tienen una clarísima y casi única intención: divertir. Y es lo que consigue, pero no sale de ahí. Su estética es fieramente ecléctica y destila una firme personalidad. Robert Rodríguez es, como su amigo Quentin Tarantino, un amante del collage visual y, también, narrativo y argumental. En sus películas cabe cualquier influencia en cualquiera de sus componentes: el comic, los videojuegos, los dibujos animados, el cine de serie B y de más allá, el western, el cine épico, el cine negro, el cine fantástico, la comedia adolescente, la comedia negra, la ambientación kitsch, los elementos retro, la ciencia ficción… Todo se une en sus cintas en una caótica amalgama canalla y completamente desprejuiciada. Su cine es un cine de acción frenético, a menudo muy violento y a veces gratuitamente sangriento, cargado de humor facilón y negro y de golpes de efecto espectaculares y, en muchas ocasiones, también gratuitos. No hay que negárselo: personalidad tiene, y también imaginación en según qué momentos, y sabe llevar muy bien las escenas de acción. En sus obras, como he comentado, no hay pretensiones salvo las más estrictamente lúdicas. Por desgracia, esta misma falta de pretensiones es la que, en mi opinión, le impide despegar del todo como un autor. Sus historias llegan a ser muchas veces, de tan excesivamente lúdicas, anodinas. Muchas de sus películas parecen simples excusas para colocar escenas de acción sin descanso. Sus personajes son planos hasta decir basta: tienen un interesante toque freak, pero no lo desarrollan más allá de sus apariencias o de sus actuaciones superficiales. Muchas veces, en sus cintas los acontecimientos se precipitan sin explicaciones convincentes o directamente sin explicaciones de ningún tipo. Todo ocurre porque sí, y esto tiene su gracia, pero cuando hay un mínimo apunte argumental, un mínimo hilvanamiento y de interés en la trama. Robert Rodríguez tiene un estilo, pero no tiene nada más. No es capaz de acompañar ese estilo con un fondo de ningún tipo, ni siquiera con un fondo básico de cine de aventuras digno. Su filmografía, salvo contados casos, está compuesta de películas mediocres y de puras bazofias. Su actor fetiche es Antonio Banderas. Bastante prolífico (normal, con esos guiones), debutó con “El Mariachi”, una película rodada con cuatro duros realmente divertida que le abrió las puertas de la industria de peso. Le siguieron, ya dentro del mercado hollywoodiense, su horrenda continuación/remake, “Desperado”; la divertida colección de cortometrajes rodada con otros tres directores (Tarantino entre ellos) “Four rooms”; la divertida película de vampiros “Abierto hasta el amanecer”, la irregular película de terror “The Faculty”, las comedias para niños “Sky Kids” y “Spy Kids II: La isla de los sueños perdidos”, la continuación de “Desperado”, la despreciable “El Mexicano”; la continuación de la saga de los Spy Kids “Spy Kids 3D: Game Over”, la película de aventuras para niños “Las aventuras de Sharkboy y Lavagirl en 3D”, la aceptable adaptación de comic negro “Sin City”, la divertidísima "Planet Terror" (una de sus mejores películas), primera parte del dúo fílmico "Grindhouse" que llevó a cabo en compañía del mencionado Tarantino, la nueva película para niños "Shorts: la piedra mágica" y la también divertidísima (y otra de sus mejores películas) "Machete".


Robert Rodríguez debutó con “El Mariachi”, la que tal vez sea su mejor película junto a “Abierto hasta el amanecer”, "Planet Terror" y "Machete". Era por entonces un joven con muchas ganas de hacer cine, y lo logró recaudando 7.000 dólares de familiares, amigos, donaciones propias de sangre y de semen y, según parece, experimentos con drogas a los que se sometió para la sanidad pública. La película, un western de acción, está rodada en 16 milímetros y resulta, además de tremendamente simpática, realmente divertida. La historia es bien simple (tiene una historia por lo menos, no una excusa como sus secuelas, “Desperado” y “El Mexicano”): el clásico hombre mediocre llega a un pueblo fronterizo dominado por un malvado mafioso al que se enfrenta y al que gana gracias a una jugarreta del destino que pone en sus manos una gran cantidad de armas. Punto. El resto son personajes planísimos con un toque freak, oleadas de disparos, malos muriendo como moscas, una historia de amor tópica, un malvado esperpéntico y muchas escenas de acción y espectacularidad (muy bien recreadas para el poco dinero con el que se contaba). La ambientación exótica y sucia, muy influenciada por la de los westerns de Sergio Leone, está muy conseguida, y la cutrez que se respira en todo momento ayuda a sumergir al espectador en los bajos fondos de un México conscientemente estereotipado. Los actores son pésimos, encabezados por el anodino Carlos Gallardo, amigo de Rodríguez que colaboró activamente en el proyecto y que posteriormente sería productor de muchas de sus futuras obras tras ser sustituído en su papel precario por Antonio Banderas. Con “El Mariachi” se pasa un buen rato. Por supuesto, no es esa obra maestra que dicen que es. ¿Qué es independiente? Sí. ¿Qué está rodada con cuatro pesetas y un enorme esfuerzo? También. ¿Qué es original? Hasta cierto punto. Pero nada más: una película muy entretenida y, por sus circunstancias de producción, de culto.

3 comentarios:

  1. Me encanta ese final a lo Mad Max con moto, perro y mano sintética.
    Rodriguez es irregular pero siempre entretenido, algo que ya le gustaría a otros directores mejor considerados.

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  2. Puedo aceptarle a Robert Rodriguez algunos divertidos momentos de cine, e incluso alguna peli como ésta que abordas, y también "Abierto hasta el amanecer" y deseluego "Sin City", pero me parece que ya es hora de que Rodriguez deje de hacer de adolescente y acometa cosas un poquito más serias...creo que es un director que podría atreverse con cosas mejores.
    Un abrazote.

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