Porco Rosso

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martes, 1 de febrero de 2011

UN PERRO ANDALUZ de Luis Buñuel y Salvador Dalí - 1928 - ("Un chien andalou")


Un hombre afila una navaja de afeitar mientras observa cómo una nube corta la luna y, del mismo modo, él secciona el ojo a una mujer. Ocho años después, un ciclista cae en medio de la carretera y una mujer baja a besarle y a llevárselo a su habitación mientras sus vecinos lo han presenciado todo... Y llega la primavera.


Tal vez el cineasta español que más ha aportado al séptimo arte sea el aragonés Luis Buñuel, maestro del surrealismo, movimiento del que fue uno de sus iniciadores en París, y de un realismo social inimitable muchas veces conscientemente irracional (pero lúcido y directo) en el que denunciaba y atacaba sin ninguna piedad a la burguesía española, mexicana o francesa de su momento (por motivos políticos –vivió la Guerra Civil y el Franquismo- trabajó principalmente en México y en Francia, aunque nunca perdió su genuino carácter español), burguesía que iba acompañada siempre de la Iglesia y muchas veces de otras fuerzas del “orden” como el ejército o la policía. A todas estas fuerzas las consideraba Buñuel hipócritas y ancladas en prejuicios y dogmas estúpidos. Violento, inconformista y férreamente anticlerical, amargo y a la vez sarcástico y tremendamente ácido, cruel y muy erótico y sexual, el cine de este genial creador siempre denunciaba lo establecido de una forma demoledora: sociedad, familia, moral, religión, poder, instituciones... Y el surrealismo, que irrumpía de golpe o de una manera siniestramente natural en las vidas de sus personajes acomodados o llenos de traumas y de prejuicios (muchísimos sexuales), se encargaba de desestabilizarlo todo, de acabar con la razón irónicamente irracional del mundo burgués. El cine de Luis Buñuel es así contestatario, social y onírico, irreal y a la vez terriblemente real. Lo mejor de su prolífica filmografía se encuentra en “Un perro andaluz”, “La edad de oro”, “Las Hurdes. Tierra sin pan”, “Los olvidados”, “Él”, “Ensayo de un crimen”, “Nazarín”, “Viridiana”, “El ángel exterminador”, “Diario de una camarera”, “Simón del desierto”, “Belle de jour”, “La Vía Láctea”, “Tristana”, “El discreto encanto de la burguesía”, “El fantasma de la libertad” o “Ese oscuro objeto del deseo”.


En el estreno de “Un perro andaluz” en París en 1928, Luis Buñuel estaba escondido detrás de la pantalla y tenía el bolsillo lleno de piedras para defenderse en el caso de que el público reaccionara violentamente ante su primera película. No tuvo por suerte que usarlas: en la sesión estaban reunidos muchos de los grandes miembros de las vanguardias europeas (como André Bretón o Picasso o el jovencísimo director Jean Vigo) y casi todos terminaron ensalzándola. Con “Un perro andaluz” sus creadores, Buñuel y el entonces muy buen amigo suyo Salvador Dalí (posteriormente las cosas se torcieron entre ellos) dieron el pistoletazo de salida al surrealismo en el cine para muchos estudiosos (otros lo niegan y ponen por delante a la película “La concha y el reverendo” de Germaine Dulac). Hoy en día todavía suscita controversia el “contenido” de este filme revolucionario y escandaloso en su momento, conformado por unas imágenes que configuraban un “argumento” (para muchos existe este argumento, para otros no) dislocado en el espacio y en el tiempo y mediante las cuales se representaba, según el propio Dalí, el pensamiento humano fluyendo libre y sujeto a las asociaciones esporádicas y desordenadas que caracterizan este flujo. No en vano, el cortometraje (de 16 minutos de duración) tuvo su gérmen en un sueño de Buñuel (una nube desflecada corta la luna y una cuchilla de afeitar hace lo propio con un ojo) y en otro de Dalí (una mano comida por las hormigas). Así, “Un perro andaluz” es una composición de imágenes surrealistas, oníricas, exhuberantes y enrarecidas cargadas de irreverencia, de erotismo y de sexualidad (se mostraban desnudos, que en la época no fueron nada bien recibidos) e incluso de puro gamberrismo desprejuiciado. ¿Y qué late en el interior de esta obra inclasificable en su día? Fue precisamente Jean Vigo quien, alabando el filme por la conciencia social que él descubrió en su metraje, suscitó la pregunta: “¿Es más aterrador que una nube tapando la luna llena?”, pregunta que sugiere la parábola surrealista clásica del Eros negado por las instituciones y por las costumbres sociales impuestas. Se descubren, además, y esto sí lo veo clarísimo, las críticas a la moral imperante en el momento (especialmente la cristiana) que aparecerían ya en la obra de Buñuel como una constante: cobran especial sentido el castigo contra la pared o los curas arrastrados por uno de los personajes. Sea como fuere, “Un perro andaluz”, cuya calidad todavía hoy es discutida por muchos, fue un revulsivo surrealista artístico y social que sirvió para sembrar de libertad un camino plagado de convencionalismos tanto en el cine como en otras artes e incluso en la misma sociedad.

4 comentarios:

  1. Gran momento el del ojo, tendría que volver a verla...

    Un saludo!

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  2. Imprescindible cinefilamente hablando. Roy.

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  3. Un cortometraje imprescindible para cualquiera que le interese el cine. Además de ser la ópera prima del mejor cineasta que ha dado este país. Yo tuve la suerte de verla en la gran pantalla en una sesión doble junto a "la edad de oro" y fue una gran experiencia.
    Un saludo y felicidades por la entrada y por la reivindicación del maestro Buñuel.

    (ciclos de cine)

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  4. Creo que es un cortometraje que hay que ver, pero yo, sinceramente, no sé si por mi desconocimiento del movimiento artístico o por mi poco gusto, todavía, por el cine más antiguo, pero por más que lo veo no soy capaz de disfrutarlo.

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