Porco Rosso
viernes, 21 de enero de 2011
ROBIN Y MARIAN de Richard Lester - 1976 - ("Robin and Marian")
Han pasado veinte años desde que Robin Hood y sus amigos derrotaron al malvado Rey Juan. Ahora, sin embago, el trono ha vuelto a sus manos: su hermano Ricardo, que ha resultado ser un hombre irresponsable, inconsecuente y tirano, ha muerto después de décadas luchando en las cruzadas, unas guerras que sólo han servido para enfrentar a dos pueblos de forma estúpida. Robin Hood y su amigo Little John han vuelto a Inglaterra desde oriente tras esta muerte. Allí, se han reencontrado con una tierra miserable y abandonada donde reina la opresión. También han vuelto con sus viejos amigos… y enemigos. Y Robin con Marian, que ahora vive en un convento. Tal vez sea el momento de aclarar las cosas entre ellos y de volver a lanzar flechas por la justicia.
Richard Lester es norteamericano, pero para muchos (para otros se mantuvo siempre al margen) formó parte del movimiento del Free Cinema inglés en sus inicios junto a Lindsay Anderson, Tony Richardson, Karel Reisz y John Schlesinger cuando se trasladó a Inglaterra, en donde comenzó a dirigir filmes. Si llegó a pertenecer a este grupo de autores, perteneció desde luego a su vertiente más comercial. Rodó películas muy personales pero alejadas de la crítica y de la lucha social de muchos de sus compañeros, lo que siempre le han criticado con dureza. Su estilo, a pesar de todo, ha sido irónico y sarcástico a veces, y cargado de toques de humor en ocasiones políticamente incorrectos. Sin apenas pretensiones salvo las de divertir, creó una serie de obras donde un conjunto de muy variados géneros se combinaba con la comedia más delirante. Su humor era una amalgama de humor inglés y humor norteamericano clásicos, aunque con toques anárquicos de screwball comedies, de surrealismo puro, de absurdo, de vodevil, de parodia y de humor negro. A pesar de todo, rodó también excelentes dramas. Despuntó Richard Lester en plena fiebre Beatle dirigiendo dos películas musical-documentales protagonizadas por el célebre cuarteto de Liverpool: “Qué noche la de aquel día” y “Help!”, en las que ya incluyó, a pesar de ser encargos, su particular sentido del humor. Después llegó una de sus comedias de culto: “El knack… y cómo conseguirlo”, retrato de la locura de los días del “Swinging London”. Le siguieron la comedia musical ambientada en la Antigua Roma “Golfus de Roma”, la sátira bélica “Cómo gané la guerra” (una de sus obras críticas y más comprometidas) y la tragicomedia romántica “Petulia”. Después se pasó al cine de aventuras con tono de comedia burlesca: “Los tres mosqueteros”, “Los cuatro mosqueteros” y “Los primeros golpes de Butch Cassidy y Sundance Kid”, al cine de catástrofes con “El enigma se llama Juggernaut”, al cine de suspense con “Cuba”, a la historia romántica crepuscular con “Robin & Marian” (para muchos su mejor obra), a la comedia negra con “El Ritz” y al cine de superhéroes con “Superman II” y “Superman III”.
Coincido plenamente con los que aseguran que “Robin & Marian” es la mejor película de Richard Lester, a pesar de que tal vez no sea la más personal. Ágil mezcla de parodia de aventuras (parodia porque encontramos a unos héroes envejecidos parodia de sí mismos) y de drama romántico crepuscular con toques de humor “lesteriano” (algo absurdo, inglés y americano a la vez, burlesco y un poco negro), la obra relata el reencuentro de Robin Hood con su amada Marian cuando ambos son ya dos personas entradas en años. Mucho tiempo después de la derrota del Rey Juan, Robin y su eterno amigo Little John han vuelto de las fracasadas Cruzadas y Marian vive recluida en un convento para olvidar sus desamores con el rey de los ladrones de Sherwood. Inglaterra, dejada de lado por un rey Ricardo que ha resultado ser decepcionante e irresponsable, vive una nueva época de abandono, de miseria y de represión. Las cosas, en realidad, no han cambiado nada a pesar de los logros del pasado, y la historia parece estar condenada a seguir en el mismo cauce. En este ambiente de sociedad en descomposición, Robin y Marian han de luchar, una vez más, contra sus enemigos, que tampoco han cambiado ni parecen querer cambiar: la guerra, la opresión, los abusos de poder y la injusticia. Además, han de sacar a flote su amor, ¿perdido? “Robin & Marian” encaja perfectamente con la tendencia general de una gran parte del cine que se rodaba, especialmente en los USA, durante su década, los setenta y sus alrededores, la década de la decepción: los westerns crepusculares de Peckinpah, Penn y hasta Leone, las obras urbanas e históricas crepusculares del estilo de “Taxi Driver” o “El Padrino” e incluso obras anteriores y de otras culturas como “Harakiri” del gran japonés Masaki Kobayashi. “Robin & Marian”, cinta desmitificadora y triste de esplendorosos escenarios y bellísima banda sonora, es una película sobre la caída de mitos heroicos en la que sus protagonistas se aferran a la gloria de épocas pasadas para intentar sobrevivir en un presente que ya les ha condenado a la extinción. Sin embargo, siempre queda lugar para el último acto de valentía, para la última flecha contra los enemigos de la justicia, para el último acto de amor. Robin y sus viejos amigos, acompañados de un pueblo inglés que se les une recordando su vieja y ensalzada hasta límites insospechados leyenda, no dudan en hacer frente al sheriff de Nottingham, que ha estado esperando al líder del hombre de los bosques toda su vida (como Marian). En el reparto, soberbio de principio a fin y lleno de grandes rostros de la época, destacan Sean Connery y Autrey Hepburn como dos inspiradísimos Robin y Marian, y un genial Robert Shaw como el sheriff en un personaje que, a pesar de ser uno de los “malvados” de la historia, aparece tratado con una dignidad sin par (inolvidable su combate final contra Robin, en el que ambos se demuestran un respeto impensable, el respeto y el casi cariño de los enemigos eternos). El desenlace de la película se queda marcado en la retina para siempre, uno de los sacrificios por amor más injustamente olvidados de la historia del cine. Maravillosa e imprescindible historia de amor.
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Me gusta de Lester que siempre deja su toque personal a pesar de los muchos generos que ha desarrollado (detesto esos directores que parece que siempre hacen la misma película) Quedé muy impresionado con su comedia "The Best Sitting Room" con un mundo post-nuclear en el que los supervivientes se van convirtiendo en muebles.
ResponderEliminarMe encanta "Robin y Marian", creo que fue el último papel para Robert Shaw, uno de mis villanos preferidos. Lester añadió al western crepuscular la "Edad Media Crepuscular". Saludos. Borgo.
Gran cinta, mi película favorita sobre el arquero de Sherwood, con unos Robin y Marian maduritos y con dolor de huesos.
ResponderEliminarCon Connery en un estado de forma interpretativo excelso (acababa de hacer nada menos que "El hombre que pudo reinar" el año antes)y con una Audrey Hepburn una vez más deliciosa (hace la declaración de amor que a todo hombre nos gustaría escuchar alguna vez en la vida) recrean a unos Robin y Marian muy humanos a los que el tiempo y la experiencia les ha hecho lo suficientemente sabios como para darse una segunda oportunidad y amarse tal y como deberían haberlo hecho siempre.
Destacar también a Robert Shaw, magnífico ,en el papel del malvado sheriff.
Un saludo y felicidades por la entrada.
“Te amo, te amo más que a todo, más que a los niños, más que a los campos que planté con mis manos, más que a la plegaria de la mañana, más que a la paz, más que nuestros alimentos. Te amo más que al amor, o que a la alegría, o a la vida entera. Te amo más que a Dios”.
ResponderEliminarCuando la vi, hace unos 15 años, me pareció maravillosa y dolorosa. Sé que ahora la vería con otros eyes. Tenqo que revisionarla.
Kisses románticos ***
Entrañable pelicula: una aventura donde los personajes recuerdan sus aventuras.
ResponderEliminarQué buena reseña, felicitaciones.
ResponderEliminarComo decís todos, maravillosa película. Una idea feliz retomar la vida de Robin y Marian en su edad madura, pero es que con ella Lester crea un precioso análisis sobre el paso del tiempo, sobre el placer de recordar lo vivido y el dolor de no poder recuperarlo. O no poder recuperarlo del todo, porque efectivamente el amor perdura, así como el odio y el respeto de los enemigos.
Y esa declaración que nos recuerda Alhy, se me pone la piel de gallina leyéndola.
Lo mejor de Lester sin duda.