Porco Rosso

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miércoles, 15 de diciembre de 2010

FRANKLYN de Gerald McMorrow - 2008 - ("Franklyn")


Jonathan Preest, el único hombre ateo de la fanática Ciudad Intermedia, es también una suerte de detective justiciero que se sumerge cada noche en sus bajos fondos y que intenta pararle los pies al Individuo, el peligroso líder de un misterioso culto que está a punto de asesinar a una niña inocente para llevar a cabo sus planes malévolos. A Jonathan le persiguen además, por no creer en ningún dios, los miembros del Ministerio, los gobernantes de la ciudad. Su vida está directamente relacionada con la de tres personas de Londres: Peter, un hombre atormentado que busca a su hijo desaparecido; Emilia, una joven artista con problemas y con varios suicidios frustrados a sus espaldas, y Milo, un joven al que su novia ha abandonado y que pasa por una profunda crisis.


"Franklyn", película de 2008 estrenada en las salas españolas a finales de este 2010 que ya se termina, es el debut en el largometraje de Gerald McMorrow, que ha intentado, sin éxito en mi opinión, crear un drama que, con un pie alegórico en lo fantástico, toca un buen racimo de asuntos universales y de actualidad: el amor, la relación paterno y materno-filial, la soledad, la muerte, la locura, los sueños, frustraciones vitales varias, la relación entre la realidad y la ficción, la religión y la necesidad de creer en algo e incluso el horror de la guerra y la incapacidad de los que han tomado parte en ella de volver sanos a sus hogares. Con una premisa interesante y bien recreada (el inicio del filme con sus dos realidades interconectadas promete y su ambiente gótico -en especial los escenarios de Ciudad Intermedia- resulta sugerente y está cuidadísimo), "Franklyn" carece de algo esencial en este tipo de historias que encierran varias en su interior: de vertebración efectiva. Las mencionadas historias diferentes pero interconectadas que surcan el filme no llegan a unirse hasta casi su desenlace, y, el tiempo en el que discurren por separado, lo hacen sin establecer lazos que animen lo más mínimo al espectador a querer indagar en sus razones. Con esto, la película no deja de ser una incomprensible maraña de escenas sin mucha relación incapaz de interesar lo más mínimo a la primera media hora y que más allá sumergen al público en el sopor absoluto. La trama, por si fuera poco, siendo tan ambiciosa como es (toca todos los palos: desde el intimista y poético hasta el de denuncia social) tiene bastantes lagunas y personajes (los de Eva Green y Sam Riley sobre todo) algo descuadrados (nadie sabe qué hacen realmente ahí, qué buscan en relación con los principales protagonistas -Ryan Phillippe y Bernard Hill-). Los puntos a su favor que el filme tiene (las buenas actuaciones y la mencionada ambientación -los escenarios de Ciudad Intermedia, insisto, resultan muy estimulantes-) no logran salvarlo del pozo sin fondo en el que se precipita todo. "Franklyn" está llena de buenas intenciones y de ambición fílmica y argumental (es bastante pretenciosa y algo pedante también, todo sea dicho), pero todo se queda a la mitad (muy a la mitad) debido al embrollo gigantesco en el que la cosa se sumerge irremisiblemente. Una pena.

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