La vida de Juan marcha espléndidamente bien: tiene una mujer que le adora con la que va a tener un hijo y acaba de conseguir una plaza de funcionario de prisiones en un centro penitenciario de Zamora. Sin embargo, algo terrible le ocurre justo antes de su incorporación: cuando visita la cárcel en la que va a trabajar (el día antes de incorporarse oficialmente), un motín estalla dejándole a él dentro rodeado de una jauría de presos violentos que piden un mejor trato humano para todos ellos. Juan va a tener que afilar sus sentidos para sobrevivir... Y para ello, se va a hacer amigo del Malamadre, el líder del lugar, el estratega, el hombre más peligroso de la cárcel, el hombre al que todos siempre escuchan. La apacible vida de Juan va a cambiar radicalmente a partir de este momento.
Tras unos inicios titubeantes con las irregulares comedias “El corazón del guerrero” (de toque fantástico) y “El robo más grande jamás contado”, el antiguo crítico de cine y ahora director y guionista mallorquín Daniel Monzón ha destacado como joven promesa del séptimo arte español con el thriller “La caja Kovak” y, especialmente, con el drama carcelario “Celda 211”, su obra de absoluta madurez. Es todavía pronto para valorar su corta carrera en conjunto, pero esperemos que siga en esta línea de calidad a partir de ahora.
“Celda 211”, basada en la novela homónima del escritor y periodista sevillano Francisco Pérez Gandul, es posiblemente la obra maestra definitiva del cine español del pasado 2009. Drama carcelario social y político rodado con nervio y crudeza sin par, narra la historia de un joven funcionario de prisiones de un centro penitenciario de Zamora que, antes incluso de su primer día de trabajo, ha de enfrentarse a un motín que va a cambiarle radical y dramáticamente su vida. Daniel Monzón despliega un lucidísimo y seco escaparate de la sociedad española (una cárcel es una muestra magistral de cualquier sociedad) actual por medio de este motín en el que poco queda sin tratar: las malas condiciones de vida de los presos, los malos tratos de los funcionarios de prisiones, los malos tratos que se dan entre los propios presos (que se mueven constántemente entre la solidaridad que late en todos los grupos marginales y la pura traición por el puro interés), la violencia, la corrupción policial y política y hasta el terrorífico asunto de ETA (película valiente como pocas es “Celda 211”, y si no recuerden el excelente diálogo del Malamadre con los presos etarras -“¿Qué haríais vosotros?”: magistral-). Todo queda, sin embargo, envuelto en una nebulosa de ambigüedad que impregna hasta la acción más nimia de cualquiera de sus protagonistas: ambigüedad que no busca otra cosa que hacer pensar al espectador, escapar a toda costa del maniqueísmo (nuestro mundo es esencialmente ambiguo, como todos los seres humanos) y proponer constantes preguntas sobre las mencionadas violencia, corrupción política, solidaridad entre marginados, terrorismo y terrorismo de estado de una forma u otra (queda clarísimo que nuestro Gobierno –cualquiera- nos abandonaría –a cualquiera- a nuestra suerte ante las exigencias de cualquier grupo político poderoso). No hay buenos y malos en “Celda 211”; sólo seres humanos, y nadie es un angelito en la prisión, pero tampoco un diablo sin sentimientos (el a priori terrible personaje del Malamadre –del que no llegamos a saber qué hizo para estar encerrado- sorprenderá a más de uno con su extraño sentimiento de fraternidad, honor e incluso amistad). No puedo dejar de mencionar, antes de terminar, las actuaciones de su genial reparto: Luis Tosar, uno de los mejores actores de nuestro cine, borda el que es uno de los papeles de su vida, al igual que el tremebundamente ambiguo Alberto Ammann (debatiéndose entre la debilidad y la fortaleza, entre la candidez y la monstruosa desesperación) mientras que todos los secundarios brillan con luz propia, desde Antonio Resines a Marta Etura pasando por Manuel Morón.
En unos tiempos en los que muchos (algunos simples intermediarios traficantes de arte únicamente interesados por el dinero) echan la culpa a las descargas de internet de los males del cine español (no se puede tener más cinismo, cara dura y poca vergüenza) no hay que parar de reivindicar películas como “Celda 211”, que maravilla y sigue maravillando hasta a los más acérrimos detractores de nuestro cine.
“Celda 211” es una película valiente, terrible (en el buen sentido) y cargada de sinceridad y de buen hacer. “Celda 211” es lo que una gran parte de las películas españolas actuales no son. Que aprendan muchos.
En efecto fue la sorpresa agradable del año. Pero la parte 'exerior' de barrotes para fuera, ahí la cosa tiene un par de recursos argumentales un pelín forzados.
ResponderEliminarsaludos!
Es difícil destacar y además en el genero carcelario no demasiado frecuentado por el cine español.
ResponderEliminar¡MALAMADREEEEEEEEEE!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarHola! Para mí es, sin duda, una de las mejores películas españolas de los últimos años. Y estoy totalmente de acuerdo contigo en que el cine español no se ve cuando no aporta nada, pero si se hacen películas buenas, vaya si se ven y se valoran.
ResponderEliminarsaluditos